20 A los 58

Capítulo XXI- La seguridad

Tengo temor al verle ahí parado sin decir y hacer nada yo quiero que se acerque y prosiga porque ya creo que yo me atreví bastante; soy de las que cree que no hay que dejarle siempre todo al hombre a veces tenemos que atrevernos y demostrar lo que queremos, y si no es suficiente entonces hablar decir lo que queremos nunca está de más, el deseo cubre todo mi cuerpo y no pensaba irme a dormir con la sed de entregarme necesito volver a sentir mi cuerpo vivo.

Sin embargo al no verle moverse y tampoco decir nada me hace querer avergonzarme y entristecerme; aunque ahora que lo pienso ¿Y si a él ya no le funciona? Que tonterías Margaret si un hombre como él debería funcionarle eso y muchas cosas más todavía; estos pensamientos no me ayudan… ¿Y si fuera verdad?

Un fuerte sonido de trueno provocó que la energía eléctrica se fuera, aun así me mantuve en el mismo lugar, unas cálidas manos abrazaron mi cintura al instante busqué sus labios en medio de la oscuridad, subí mis piernas a su cadera entre besos me llevó hasta la habitación desabrocho mi sostén mientras me deshago de su camisa húmeda, lleno mi cuello de besos provocándome erizar cada parte de mi cuerpo, maldición ¿Qué estoy haciendo? Me pregunté al sentir mi cuerpo derretirse en su boca, había olvidado esta bendita sensación al su boca navegar por aquel bello jardín podado ya no sabía si maldecir o bendecir, apreté la mi puño junto con las mantas de la cama, mi corazón quería salir seguramente me ha subido la presciencia por la sudoración excesiva y las palpitaciones, mi cuerpo quería escapar mis piernas tiemblan, trataba de mantener la boca cerrada, pero es tanto lo que siento que si callo explotare.

Había olvidado lo delicioso que es un oral, esa rica manera de estremecer el cuerpo, la sensación de desesperación por la excitación, las palpitaciones y no me refiero al corazón.

Un beso en mi cintura otro entre los senos y último en mi cuello, su pecho contra el mío, su mano fuerte sostuvo mi pierna permitiéndole el acceso a ese maravilloso lugar, roce mis uñas a su espalda, mientras que él se esfuerza moviendo sus caderas, me sentía perdida en algún lugar del mundo sin algún reloj o calendario que me aclare el tiempo que pasó sin volver a disfrutar de las maravillas que dos cuerpos húmedos por el calor pueden transmitir…

Si antes no sabía qué decir después que había maldecido que será ahora que había gemido, sus manos acarician mi hombro.

—Tienes el cuerpo más hermoso que mis ojos hayan visto.— Besa mi hombro, creo que he mordido mi labio del deseo que aún le guardo.

—Me has dado la mejor noche de mi vida, gracias.

—Podría dártela todas las próximas noches.— Musitó con un tono tan varonil que he humedecido.

—Héctor, con respeto a lo de hace un buen rato, yo… Yo creo que vivir juntos sería una gran idea.

—Margaret…

—Ya lo decidí, ya he estado sola mucho tiempo, no quiero malgastar el que me queda… Además creo que eres el mejor compañero. Yo sé que te debo mucho que hablar, siempre me cuentas de ti en cambio de mí no sabes mucho, prometo contarte. 

—Yo estoy dispuesto a escucharte sin presionarte.— ¿Podría haber alguien más perfecto que él? Estoy más que encantada con este hombre, creo no poder haber merecido más.

La seguridad de avanzar ahora no creo poder perderla, merezco otra oportunidad en la vida soy alguien que merece ser feliz y yo misma me aseguraré de conseguirlo, ya me canse de la soledad, soy una mujer que puede mover montañas y estoy muy segura que otras cosas más; no volveré a entristecer mi alma por pensar en el pasado voy a enterrarlo con fuertes cadenas y olvidaré donde pondré las llaves. Porque merezco volver a empezar aceptando la realidad y aun así ponerme de pie porque siempre hay algo porque seguir y esta vez es por mí. 

 




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