20 A los 58

Capítulo XXIII- Enfrentar

Respire llena de rabia ¿Cómo se atreve?

—No huyas, ¿Qué estás diciendo maldito cobarde?— Brame la molesta brisa se lleva mis lágrimas, voltee mientras que Héctor coloca su mano en mi hombro.

—¿Mamá, que es lo que pasa?— Ana pregunto aún mareada.

—Sabes, esta conversación será muy larga, pero ahora mismo tengo cosas más importante que atender, permiso… Vamos.

Tome a Ana dirigiéndonos a la habitación, no podía creer como el destino se burlaba de mí en mi cara muero de enojo y se podía notar hasta en la forma de caminar.

—Abuela ¿Quién era ese señor?— Angélica pregunto nerviosa, mire a Héctor sin palabras por aquella maldita vergüenza. 

—Héctor, será que puedes dejarnos solas, un momento por favor.

—Si, como quieras amor.— Se marchó abrí la puerta, Ana estaba incómoda con lo que estaba pasando.

 

—Ese señor, es Martín.— Fui directa sin darle vueltas al asunto.

—¡¿Qué?!— Ana exclamo.

—Si, ese señor es tu padre.

—No puede ser— Angélica musito preocupada.

—Voy a ir a hablar con ese desgraciado.— Ana gruño su rostro estaba rojo, la detuve nerviosa. —Tengo una conversación pendiente con ese hombre mamá y tú ni nadie me va a detener.

—Ana, necesito que te calmes, entiendo perfectamente tu enojo, pero con la cabeza caliente no vamos a resolver nada.

—¿Y entonces que vamos a hacer abuela?

—Yo hablare con él, tal vez no sea esta noche, necesito pensar.

—Según escuche la chica a su lado le llamo papá, eso quiere decir que tienes una hermana mamá.— Angélica agrego, Ana le da una mala mirada.

—Yo no tengo nada, ni papá y mucho menos una hermana.— Mire a un lado al escuchar las palabras de Ana, en este momento no sabía que pensar o decir yo también estoy molesta perdida entre mis pensamientos, necesito apoyo para aliviar mi cabeza, sin embargo en este momento Ana esta más que destruida con la noticia, hablaba con Angélica con sus ojos cristalizados.

Era hora de buscar apoyo y fuerzas para enfrentar la situación puedo encontrar ese apoyo en mi misma. ¿Acaso no es suficiente con todo lo que ya pase? Me pregunté ¿Qué tan difícil es terminar de quitar esa piedra en mi zapato?

He llegado muy lejos con el apoyo de mis princesas es hora de buscarme a mi misma revivir recuerdos para fortalecerme, ver a Ana fingir no querer llorar me destroza el alma ha llevado esa espina en su corazón ella también esperaba por su padre hace tiempo hasta que se dio por vencida.

—Abue… Este es el momento para verdaderamente avanzar, el destino le ha jugado sucio, sin embargo yo lo veo como una prueba para las dos.

—¿Qué quieres decir Angélica?

—Es momento de hablar, este es el momento de poner todas las cartas sobre la mesa… Mamá y usted han sufrido demasiado, ya basta de miedos, conversar liberará cualquier sentimiento guardado, ¿Crees que nunca tuviste un padre mamá? Mi abuela ha sido todo para ti, no creo que te haya faltado el amor de alguien más. Abuela tú fuiste la que más sufrió aferrada a una carta, sin embargo mira lo lejos que has llegado y lo mejor de todo es que encontraste a alguien mejor… Esta es la oportunidad para hablar y terminar de soltar todo lo que alguna vez le lastimo, debe ser difícil, pero no imposible para unas mujeres que han podido con todo… Ese señor no es absolutamente nada para ninguna de las tres— Angélica empezó a llorar, pero limpia sus lágrimas con tanto valor. —Pero por más que duela nos debe una explicación. 

Ana lloriqueó con una sonrisa.

—Me hace tan feliz que seas mi hija.— Ana musito abrazándole fuerte, Ana me extendió los brazos para unirme al abrazo no dude en ir por el. —Somos más fuerte de lo que aparentamos.

 

Afirme con la cabeza besando sus frentes. 

Las horas pasaron llegando la noche daba vueltas buscando palabras Ana estaba dormida con Angélica a su lado, al salir de su habitación y buscar la mía Héctor estaba ahí sentado a una esquina de la cama, al verme se levanta recibiéndome con una sonrisa.

—Lo siento, creo que el momento que te pedí fue bastante largo.

—No te preocupes por eso, lo importante es que ya estás aquí ¿Está todo bien?

—No… Creo que es nuestro primer viaje juntos ya se arruinó.

—Estás equivocada— Me interrumpió tomando mis manos.

—Héctor es que…

—Lo sé, ese señor es Martín y tienen asuntos pendientes... Yo quisiera ayudar sin embargo estorbaría.

—Eso no es cierto, ahora te necesito más que nunca, necesito el apoyo de mi marido.— Musite con una sonrisa. —Ahora vamos a descansar, mañana será un nuevo día.

 

Quite mi ropa a su frente, besa mi cuello las cosquillas en mi cuerpo son irresistible, pero excitantes sus manos en mi cintura mire la esquina de la habitación y Martín estaba ahí parado aleje a Héctor de mi nerviosa a volver a ver no había absolutamente nada. 

—¿Qué pasa hice algo mal?

—No, creo que mejor iré por la ducha.— Me aleje con el corazón en las manos. —No puede ser— Musite mirándome al espejo.

Al salir de la ducha coloqué mi pijama recostándome al pecho de Héctor.

—No te preocupes, todo estará bien— dijo acariciando mi cabello, quiera decir que si, pero siento esta sensación tan extraña…

Minutos después Héctor había quedado dormido, busque un vestido recogí mi cabello viéndolo dormir tan tranquilo mientras que yo necesita respirar de todo esto, subí abrazándome a la cubierta, apoyándome de sus barrotes, no quiero herir a Héctor él es demasiado para mí. 

—¿Qué es lo tramas?— Pregunte al cielo. 

—Margaret— Esa voz… Voltee al verlo parado extendiéndome su blazer con el frío que hace lo tomaría, pero prefiero congelarme antes que mostrarle apacibilidad. —Permíteme acercarme.

—No, no quiero que te me acerques.— Al caminar seguramente pensó que yo sería la que me acercaría, pero me aleje escapando una vez más de sus palabras.




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