24 días para enamorarse

CAP № 04

Quizás hoy sea día № 01 
 


Caminando por aquella ciudad que te enamoraba sin remedio a olvidar un solo rasgo de ella. Conmigo una pequeña frialdad en mí ser se adueña. 

Miro a mi alrededor y en una de aquellas grandes y hermosas vitrinas hay un vestido, color pálido rosa, de escote y encaje de corazón, con una abertura en el lado derecho de el muslo, aún así es perfecto. Sé que después de todo no solo el lugar te enamora si no todo lo que puedes llegar a encontrar en ella. 

Entre a aquella tienda enorme, dejando mi abrigo colgando en una esquina, donde podías encontrar más abrigos de todos los países de el mundo. Me adentre más y pude ver aquel vestido, no él mismo, pero sabía que era la misma tela, mismo encaje y todo era igual, diferentes tamaños y deduje que tendrían de mi talla. 

-¡Nos volvemos a encontrar! -Escuche a mí izquierda. Giré mi rostro y definitivamente ahí estaba el Sr. Clark, sonreí lo más liviana que pude. 

-¡Veo que las casualidades existen! -Susurro y giro nuevamente mi rostro para admirar aquel hemroso y perfecto vestido. 

-¿Puedo ayudarles en algo? -Nos habla una chica joven, pelo lasio largo, color castaño y sus ojos eran sorprendentemente azules electrónicos. 

-Vengo sola. -Digo anunciando con una sonrisa. -¿Tienen de mi talla? -Le pregunte ya luego de decirle mi talla y ella sonrió tan perfectamente que ya deducía la respuesta. 

-¡Creo que no! -Dijo él Sr. Clark. Está vez si no le sonreí tan amable. 

-¡Está bien! Gracias. -Dije y empezé a caminar. 

Realmente quería ese vestido, no puedo creer que no tengan de mi talla, pero... Y si tienen de mi talla no más que de otro color. Me di la vuelta y ahí seguía la señorita mirándome y sonreí, por otro lado el Sr. Clark ya no estaba a la vista. 

-¿Tienen de otro color? -Pregunte, deseando muy en el fondo que la respuesta fuera sí. 

-¡Lo lamento mucho! -Dijo ella, la interrumpí antes que siguiese hablando. 

-¡Está bien! ... ¿Puedo tomarle una foto a él vestido? -Le pregunte y también negó. 

Carajo, pensé para mí. Al menos en mi país y en otros si te dejan tomarle foto a las cosas, me queje a mí misma. Fui por mi abrigo y salí de la tienda, ahora quizás mi día no podía ir un tanto mal. 

-¿Quieres ir por un café? -Me pregunta el Sr. Clark al seguirme el paso y estar a mi lado. 

-Me acosas mucho eh! -Dije sin verle

-Es que eres la única que me evita y eso no sé porque es! -No sabía si reaccionar bien o mal ante este comentario. 

Realmente si en algún lo averiguaba sería ya cuendo allá realizado mi trabajo, mi objetivo y sin embargo quería que el mes que faltaba para que legalmente esa firma se cerrará, quería que el tiempo se detuviese y me dejara en este momento para siempre, o quizás como un pequeño bucle, en donde ni él ni yo perdemos o donde mi ángel de la guarda no pierde y todos somos felices ¿No? ... 

-¡Será por qué no eres mi tipo! -Dije fríamente volviendo a retomar mi camino. 

-¿Encerio? Pensé que los de tu tipo eran como yo. -Dijo él. 

-¡Pues no! Me gustan más aquellos hombres que tienen músculos, sabes por qué? -Le dije y pregunte sin aire, intentando respirar y me estaba dando cuenta que él notaba mi falta de aire. 

-¡Tú dime pequeña! -Él sonríe y se acerca más a mí, deteniendo mis pasos y dejándonos frente a frente. 

-¡Por que así ningún hombre se atrevería si quiera a verme! -Dije suspirando y con sarcasmo.

-Muy bien, creo que mis guardaespaldas podrán hacer eso por mí -Me susurró, sin dejar de verme. 

-Hay algunas cosas que debes hacer por tu cuenta -Le dije finalmente para sonnreir al finalizar mis palabras. 

-¡Dime tú nombre pequeña! 

-¡Es Kate! -Le dije luego de un pequeño silencio en el que me preguntaba si decirle que era Srta. Gardnwe o solo Kate. 

-¡Lindo nombre! -Sonrie como si hubiese obtenido la contraseña de el FBI -Confirmo mis sospechas. -Dijo como si nada y siguió caminando. 

-¿Oye? ¿De que sospechas? -Le dije casi gritando, mirando al instante a unos de sus guardaespalda y caminé un tanto rápido para alcanzarle.

-¡No eres de París pequeña! -Dijo y sonrió muy ampliamente. Maldición, por qué ahora camina tan rápido. 

Antes de que cruzará una esquina lo tome de el brazo, jale de él y pude detenerlo y sin querer quedamos de frente, quizás muy cerca, no me quejo, tengo muy buena vista pero ¿Era necesario?, Estoy segura que no.  

-Primero que nada, soy Kate. -Le dije un tanto exaltada y recuperando aire, el sonrió y asintió. -Segundo... Soy de Argentina eh! -Le dije esta vez, tomando mi postura derecha y al fin respirando normalmente.

-¡Oh! Ahora entiendo... -Dijo él, pensando en algo... Entre cerré mis ojos para que siguiera hablando y asi fue. -Es por eso que no sabes quién soy realmente -Dijo él, no pude evitar poner mis ojos en blanco.

Si en verdad tengo que trabajar en esto, estoy segura que me tocará alagarle todo el tiempo.

-¡La verdad me importa muy poco! -Dije al sonreír y por primera vez en mi vida, sonreí enseñando mi dentadura. 

-¿Encerio? ... -No dije nada e inconscientemente comenzamos a caminar hacia un mismo lugar. -¿No sabes cuento dinero tengo? -Me pregunto esta vez, detuve mis pasos. 

-¡Si supiera cuento dinero tienes en tu cuenta bancaria, juro que no me verías tal y como soy! -Dije y entre a un lugar donde venden, esos panes de la abuelita, café de la abuela, osea, literal, todo lo que un día tu abuelita te hizo cuendo solo eras un pequeño niño o niña corriendo por toda la casa y escuchando sus anécdotas de cuando tu abuelita era pequeña, todo esos platillos estaban aquí.

Nos sentamos en una mesa que era de dos. Creo que si acepte su invitación de venir por un café. 

Conversamos de un sin fin de temas, sobre sus amores de cuando estaba en el Kinder, de la empresa en la que será heredero muy pronto, dijo algo sobre una firma, sabía que se trataba de la firma de mi ángel de la guarda, no toque más ese tema, lo deje pasar, hablamos un poco de mí, de como llegue a este lugar, no dije nada de donde trabajo, dije que por los momentos mis padres aún siguen pagando mis caprichos, pero si supiera mi verdad, creo que no hubiese puesto esa cara con expresión de asustado al confesarle que no les quería tanto. Estuvimos por horas en este lugar, algunas personas sacaban fotos, sabía por qué era, pero me hacía la que no se daba cuenta, ademas, no lograrían reconocerme, después de todo mi cabello estaba teñido por un rubio natural, usaba pupilar color azul y mi tono de mi piel ayudaba a que lo demás se viera natural.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.