24 Horas

Noticias inesperadas

Lamentablemente, me había quedado dormido tras ver tantos capítulos en un solo día. No solo yo, sino también Líria y Meredith. Miré mi reloj: eran aproximadamente las cinco y veinte de la tarde. En la tele seguía la serie que habíamos decidido ver antes de dormirnos. Un silencio inquietante reinaba en los alrededores, así que no pude evitar echar un vistazo por la ventana.

Me levanté lo más despacio que pude para no despertarlas. Milo, mi perro, me seguía con curiosidad. Lo miré y le hice señas para que no ladrara. Al asomarme, el barrio estaba desolado; solo las farolas de las calles estaban encendidas, y un silencio sepulcral se sentía en el ambiente. Pasaron unos segundos y la inquietud me invadió. Miré a Milo, que giró un poco su cabeza y sacó la lengua en señal de sed.

Me encaminé hacia la cocina para ponerle agua en su bowl. Al terminar, revisé mi celular y noté un nuevo mensaje de texto:

— "Amigo, soy Dylan. No sé qué pasa; están evacuando a todos en DownGreen. No sé hacia dónde se dirigen ni qué está ocurriendo. Sigo vivo, pero no sé por cuánto tiempo más... Esta mañana... ¡oh! Esta mañana tuve que matarla. Ella intentó morderme. Aún no lo creo. Si puedes, huye de la ciudad, Marshall. Espero verte en las afueras; ahí dicen que es la única salida de DownGreen. Te espero."

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi sangre se congeló al leer el mensaje de Dylan. Me sentía confundido, preguntándome a mí mismo:

— ¿Qué pasó? ¿De qué habla Dylan? ¿A quién habrá matado?

Muchas interrogantes llenaron mi mente. Sin más dilación, cambié el canal para poner las noticias o algún canal que me informara sobre lo que estaba sucediendo en DownGreen. Pero al cambiar, me di cuenta de que todos los canales estaban "muertos"; no había programación alguna. La incertidumbre creció dentro de mí, pero no podía preocuparme demasiado, ya que aún estaba con Líria y Meredith.

Decidí acercarme a la casa de los Johnson para ver qué pasaba en el vecindario. Salí de casa acompañado de Milo, cerré la puerta y me dirigí a la casa de los Johnson. En el camino, sentí un silencio absoluto; el ambiente estaba cargado y la brisa se hacía cada vez más fuerte. Milo se mostraba inquieto. Los nervios recorrían cada parte de mi cuerpo mientras avanzaba. A medida que me acercaba, mis dudas aumentaban; mis manos sudaban y mis músculos se contraían.

Al llegar a la casa de los Johnson, me detuve frente a ella. Las luces estaban apagadas. Miré a Milo, que empezó a ladrar.

A pesar de los nervios, me adentré hasta el portal de su casa. Toqué la puerta, que estaba semiabierta. Milo se escondía entre mis piernas. Decidí abrirla y, al entrar, todo estaba oscuro. Encendí la luz principal y solo había silencio.

— Hola, ¿Sr. Johnson? Soy Marshall. ¿Está usted en casa?

No recibí respuesta alguna; solo el silencio nos acompañaba a Milo y a mí. Subí las escaleras, dispuesto a encontrar a alguien en la casa. Al subir, vi un charco de sangre bajo una de las puertas de las habitaciones. Temerosamente, decidí bajar las escaleras, pero un ruido proveniente de esa habitación despertó mi curiosidad.

Me adentré hacia el cuarto y pregunté:

— ¿Sr. Johnson? ¿Es usted? Disculpe que entre así; vi la puerta semiabierta y decidí entrar. ¿Está usted bien?

No recibí respuesta, pero un ruido singular me hizo abrir la puerta. Lo que vi me dejó en shock: la Sra. Johnson yacía en el suelo, cubierta de sangre. Su cuerpo estaba tendido, y al lado de ella había una silueta arrodillada. Solo pude preguntar nervioso:

— ¿Se... Señor... Johnson? ¿E... es usted?

Efectivamente, era el Sr. Johnson. Se volteó a mirarme con una mirada penetrante y oscura que no podré olvidar. Yo estaba petrificado ante aquella brutal escena. Sin dudar, el Sr. Johnson se abalanzó hacia mí. La agresividad era tal que solo pude cerrar los ojos del pavor que sentía en ese instante, esperando lo peor.

Solo escuché un ladrido salvaje y, al abrir los ojos, para mi sorpresa, era Milo. El perro se lanzó ferozmente hacia el suelo, sujetando al Sr. Johnson por el cuello. En un intento por huir, bajé rápidamente y llamé a Milo a la distancia con un silbido.

Milo corrió tras de mí, y yo, impactado, corrí como nunca pensé que podría hacerlo. Llegué a casa y abrí la puerta rápidamente. El estruendo hizo que Líria se sobresaltara y me mirara, alarmada.

— Marshall, ¿te pasa algo? ¿De dónde vienes? ¿Estás bien?

Solo la miré y respondí:

— Líria, rápido, hay que irnos de aquí hacia las afueras de la ciudad. No sé bien qué pasa, pero si llegamos a las afueras, estaré más tranquilo. Toma a Meredith y salgamos en mi coche.

Ella, extrañada, dijo:

— ¿A las afueras? En serio, estás raro y alterado, Marshall. Deberías calmarte.

— No entiendes. Vengo de casa de los Johnson y él intentó comerme vivo. La Sra. está muerta. No hay tiempo; debemos huir a las afueras.

— Marshall, no sé qué te pasa, pero si es una broma, te estás pasando. Me voy a casa.

Líria tomó a Meredith entre los brazos y avanzó hacia la puerta con ligereza y timidez. Al abrir, no podíamos creer lo que veíamos: en la calle estaban algunos vecinos en el mismo estado que el Sr. Johnson. Al ver tal panorama, solo pude agarrar a Líria por la espalda y taparle la boca mientras cerraba la puerta, diciéndole en voz baja:

— Shhh, Líria, por favor, no hagas ruido. El Sr. Johnson estaba en ese estado; es peligroso. En serio, hazme caso. Vamos al garaje y salgamos en el coche.

La pregunta volvió a invadir mi cabeza:

— ¿Por qué hay más? ¡Quiero saber qué pasa



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En el texto hay: misterio, zombis, zombi con conciencia

Editado: 03.08.2025

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