Conforme las palpitaciones aumentaban, tratábamos de caminar casi arrastrándonos por el suelo en un intento de llegar al garaje. La desesperación y el miedo se reflejaban en el rostro de Líria, mientras que Milo venía detrás, ansioso. Finalmente, llegamos al garaje; ese breve trecho se nos hizo interminable. Al llegar, abrí la puerta lo más lento y despacio posible. Una vez abierta, corrimos hacia el auto. Ellas se embarcaron rápidamente, y Milo hizo lo mismo. Todo fue muy rápido; me hacían señas para que me subiera, pero no iba a irme sin antes coger una antigua pistola que guardaba en el garaje por prevención.
Al hallarla, me embarqué, encendí el auto y abrí la puerta del garaje. Al hacerlo, mi asombro fue tal que me costó arrancar. Líria repetía:
— ¡Marshall, arranca! ¡POR FAVOR!
El ruido fue casi estruendoso cuando finalmente arranqué el auto, tanto que aquellos "hombres" y "mujeres" que parecían sacados de una película de terror se abalanzaron hacia nosotros. Arranqué sin más dilación y me llevé por delante a todas esas personas. Al salir a la calle principal, vi que había más de ellos; mi corazón palpitaba casi tan rápido como la velocidad a la que iba.
Seguimos avanzando y, a medida que lo hacíamos, noté que Líria estaba desconcertada y Meredith despertaba en el asiento de atrás junto a Milo. Al despertar, Meredith preguntó:
— ¿Dónde vamos? Mamá, ¿vamos de viaje?
Milo lamió la cara de Meredith.
— ¡Para, Milo! —dijo ella, riendo.
La sonrisa afloraba en el rostro de Meredith; ni su madre ni yo teníamos el valor de decirle ante qué nos enfrentábamos, aunque ni nosotros mismos sabíamos qué había pasado.
Nos detuvimos en una gasolinera para conseguir comida y combustible para continuar nuestro camino. Al bajar del auto, escuchamos un DISPARO. El estruendo fue fuerte.
— Líria, ¡hey! Líria, quédate aquí junto a Meredith. Yo iré a ver de dónde proviene el ruido.
Líria me miró, aún desconcertada, y me dijo:
— Cuídate, Marshall.
— Cuídate, Marshall —repitió Meredith con su voz angelical y su sonrisa dibujada en el rostro.
Al mirarla, solo pude decirme a mí mismo en la mente:
— Marshall, debes volver y salvarlas a ellas.
Tomé la pistola que había sacado del garaje y me encaminé hacia la tienda 24 Horas. A pesar de lo que había visto en el camino, solo pensaba en regresar junto a Meredith y Líria. Al entrar, encontré cristales por el suelo y autos estrellados en la fachada. El ambiente era extraño; la tranquilidad se apoderaba de todo. No escuchaba nada, así que seguí caminando. En medio del paso, encontré unas piernas sobresaliendo de unos anaqueles. En ese momento, se me erizó la piel. Sin embargo, avancé. Al examinar el cuerpo, vi que, además de tener una grotesca apariencia, tenía un tiro en la cabeza.
Al tratar de levantarme, sentí que me apuntaban por la nuca y una voz grave me dijo:
— ¡No te muevas! Levántate lentamente y date la vuelta.
Accedí a su petición. Al darme la vuelta, vi a un hombre alto, afroamericano, de mediana edad, que portaba un rifle.
— ¿Estás mordido?
— No, solo quiero víveres para mí y dos personas más que vienen conmigo.
— ¿Personas? No creía que quedaran sobrevivientes. Dime, ¿están a pie?
— No, venimos en mi automóvil. En serio, estamos sanos; esas cosas no nos han mordido, señor.
— Chico, cuidado con lo que dices. Esas "cosas" son gente que un día tuvo vidas como tú y yo.
— Pero, ¿cómo ha sobrevivido usted en este tiempo?
Después de hacer esa pregunta, el hombre bajó el arma.
— Chico, no hay tiempo que perder. Imagino que vas a la frontera. ¿Aún tienes espacio?
— Sí, pero antes de que acceda, déjeme preguntarle si usted está afectado.
El hombre se acercó más y me mostró sus brazos y piernas, replicando:
— No estoy afectado. Cogamos lo necesario y salgamos de este agujero. Por cierto, me llamo Drake.
— Es un placer, soy Marshall.
Después de esa breve conversación, cogimos todo lo que pudimos y nos dispusimos a llenar más gasolina para el camino. Ante esto, Drake se presentó a Líria y a la pequeña Meredith.
Pasados quince minutos, se escuchó el ruido de una moto que se aproximaba a lo lejos, y con ella, varias de esas "cosas". Drake y yo nos miramos y tratamos de apresurarnos. La moto se acercaba más y más, y nos dimos cuenta de que venía en llamas. Por un momento, se me vino a la mente Ghost Rider. El impacto contra la tienda 24 Horas fue devastador; esta explotó. Al ver el espectáculo, nos embarcamos rápidamente, pues las "cosas" se acercaban a una velocidad inmensa. Arranqué, y en el momento de hacerlo, una de estas "cosas" se posó sobre el parabrisas. Su aspecto era distinto; no era tan grotesco y parecía tener conciencia propia.
Drake me miró:
— ¡Arranca, Marshall! ¡Arranca!
Arranqué lo más rápido que pude y me llevé conmigo a varios sujetos del exterior. Mis dudas se extendieron más: ¿Por qué había diferencias entre el que vi ahora y los que vi al principio? Los llantos dentro del auto estremecían a Meredith, mientras que Líria apoyaba su cabeza en su regazo.
Drake me replicó:
— Te diste cuenta, Marshall, estos eran diferentes. Sus pupilas eran casi normales y su apariencia no era tan grotesca.
— Sí, ¿quién habrá sido el de la moto? Esto es intrigante, Drake. ¿No sabes nada?
— Bueno, la verdad es que solo sé que esto se expandió desde la madrugada de ayer. Oí decir por la radio que había un loco con un maletín y que dentro de este había un brote que él mismo liberó y desató todo esto. Aunque no estoy seguro de eso.
Eso podía explicar la presencia de los militares en DownGreen.
— Debemos averiguar qué pasa, Drake.
— Concuerdo contigo, Marshall.