24 Horas

Revelación

Después de poder dormir como nunca en días, me levanté de la cama. Un leve aroma de café llegaba a mi habitación. Decidí ducharme y cepillarme los dientes antes de salir. Era increíble; después de tantos días, finalmente pude ducharme. Tracy nos dio ropa limpia, gracias a lo cual pude cambiarme.

Al estar listo, decidí salir. Lo que vi me llenó de alegría: Meredith se me acercó, me abrazó con sus pequeñas manos y me dio los buenos días. La sensación que se respiraba en el ambiente era de armonía. Para mi sorpresa, estaba Derek, listo y charlando con Maverick. Al mirarme, dijo:

— Hey, ¿qué tal la noche? Supongo que es mucho mejor que estar ahí afuera.

Derek terminó su frase diciendo:

— Marshall, date prisa; nos espera Ralf.

Decidí tomarme el desayuno y bajamos las escaleras hasta la sala de recepción. Allí, Ralf tenía un arsenal minúsculo de armas de fuego y armas blancas sobre la mesa. Nos vio y dijo:

— Ah, señores, tuvieron la amabilidad de levantarse (irónicamente). Bien, escojan sus armas, Marshall... Derek... ¡si son amables!

Entre tanta armería, estaba indeciso. La verdad, no quería portar un arma, pero dadas las circunstancias, tuve que elegir. Me decidí por dos revólveres. Derek optó por un arco con flechas y una recortada, exclamando:

— ¡Esto sí son armas! Ahora bien, ¿cómo y de dónde las sacaste, Ralf?

Ralf lo miró y respondió con seriedad y algo de tristeza.

— Señores, en la armada yo era el encargado de proveer munición y armamento a los demás. En pleno desalojo, los Divoks nos emboscaron y se llevaron a todos a su paso. Yo me refugié aquí, donde estamos ahora... Creí no encontrar más sobrevivientes, pero encontré a Shawn y a Tracy. Por cierto, Tracy es una loca por la tecnología. En cuanto a Shawn, suele prefabricar armas y dar mejoras; es un retirado de la guerra.

Al oír esto, me percaté de que Ralf tuvo que pasar por muchas cosas en su camino hasta aquí, de ahí su gran seriedad. Ralf siguió hablando hasta que tocó el tema de las misiones.

— Necesitamos provisiones y agua. Lamentablemente, el agua se les hará difícil encontrar, pero hagan el intento. Recuerden, mientras menos llamen la atención, mejor será para ustedes y para nosotros. Maverick, el resto es tuyo.

Antes de salir, tropecé con Lita. Ella me miró y, al verme, emitió un rostro triste. Quise preguntarle por qué, pero entre toda la prisa que llevaban Maverick y Derek, no pude.

Al estar afuera, frente a la piscina, vi a Milo, que estaba enérgico y atento. El vigía Red exclamó lo siguiente:

— Hey, buen perro, Marshall. En serio, me hace compañía, ya que paso aquí casi todo el día. Su olfato es impecable.

Al oír esto, me sentí orgulloso de Milo, tanto que le sobé la cabeza y él me respondió lamiéndome la mano. Al cruzar el portón principal hacia el exterior, mi inseguridad se reflejó de inmediato en mi rostro. Solo exclamé:

— Bien, Maverick, ¿por dónde?

— Marshall... Derek... síganme. Ya saben, no hagan ruido; iremos a un mercado que queda casi por donde los recogí.

— Entendido, Maverick... Vamos, Marshall.

Seguimos a Maverick, atentos a cada esquina, ruido o olor. Después de saber que eran los Divoks, no quedaban dudas de que podían ser peligrosos. Avanzamos y, al seguir caminando, Maverick se detuvo. Tanto Derek como yo nos detuvimos instantáneamente.

— Derek, ¿qué pasa? ¿Por qué te detienes?

— Shhhh... no hagan ruido. Allá veo a unos Divoks, al parecer de nivel 2. Este es el plan: yo y Derek iremos a por ellos. Tú, Marshall, ve por la otra calle y emboscamos.

Decidí aceptar esa idea. Me encaminé a la cuadra próxima. Escuchaba a lo lejos más pasos; me imaginé que eran de los Divoks... de Derek y Maverick. Al llegar a la esquina, aceleré el paso. Escuché un grito desgarrador y seguí corriendo. Al llegar al punto, vi que Derek estaba lejos de Maverick, luchando con otros Divoks. Maverick estaba siendo atacado ferozmente por un Divok; su machete estaba a escasos metros de él.

— ¡AYUDAAAA! ¡Marshall! ¡Derek!

— ¡Diablos, Marshall! *Argh*, ayuda a Maverick. ¡Date prisa! No te quedes mirando como una estatua.

Mis pies temblaban y oía los gritos de Maverick. Entonces decidí actuar. Saqué los revólveres y, antes de que ese Divok mordiera a Maverick, su cabeza fue atravesada por dos tiros.

— Gracias. Ufff, llegaste tarde, Marshall. Pero te debo una. Ahora sé que puedo contar con ustedes, AMIGOS.

Eso me dijo Maverick con una sonrisa de satisfacción. Le di la mano y lo ayudé a levantarse. Cuando nos disponíamos a ayudar a Derek, él ya estaba esperándonos, listo para entrar.

Todo salió a la perfección. Regresamos con víveres y algunas botellas de agua que encontramos vagando en casas y en mini-tiendas.

Al llegar, Red nos miró con cara de satisfacción. Milo se abalanzó hacia mí y allí estaba Lita, frente a la piscina. Mientras los otros entraban a dejar las provisiones, yo me quedé dispuesto a hablarle a Lita. Esta fue nuestra conversación:

— Hola, Lita, ¿verdad? Quiero preguntarte algo. ¿Por qué, desde que sabes mi nombre, estás triste?

— Hola... Tú... Tú eres Marshall. Ten.

Ella me dio un collar y dijo:

— Ese collar me lo dio una persona especial para mí y para ti... Dylan Reyes.

— ¿Dylan? ¿Dónde está? Quiero verlo, Lita, por favor, ¿dónde está?

— Él ya no está con nosotros.

— ¿Qué dices? No puede ser. Quedamos en vernos en la frontera.

— No, Dylan arriesgó su vida por mí y mi bebé. No sabía cómo decirte esto, pero me dio este collar para ti y en él está escrito algo.

Pensé que era una broma, pero al ver la cara de tristeza de Lita, mi expresión cambió. Dentro de mí sentía que se derrumbaba una amistad tan cercana. Agaché la cabeza y las lágrimas afloraban a mis ojos. No pude contenerme; cada vez las lágrimas aumentaban.

Dylan, amigo mío, moriste como lo que siempre quisiste ser: un HÉROE.



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En el texto hay: misterio, zombis, zombi con conciencia

Editado: 03.08.2025

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