24 Horas Contigo (segunda parte)

#45 Una parte de mi

— Está comida es deliciosa, ¿me enseñarías a prepararla? — pregunto Mirei mientras desayunaban

— No, Mirei, has estado aquí varios días, ¿puedes irte?

— No mejor vamos de compras — y se levantó para irse a cambiar. — tal vez deberíamos invitar a Hana y Allen.

Yuu no contesto pero, no estaba de acuerdo con la idea. Pensaba que estaba bien pero, al mismo tiempo quería estar a solas con Mirei. Su pensamiento era simple y a la vez egoísta.

De alguna manera, término pensando en la misión que le fue asignada: enamorar a Hana.

— Mirei, de verdad quiero que te vayas — pidió un poco agresivo.

— Les diré a mis padres que me violaste. Fin de la historia y de tu vida. — se levantó. Fue a buscar su bolsa y camino hacia la puerta.

Yuu tardo un momento en comprender lo que dijo y como le respondieron. Se levantó para ir tras ella y la vio en la puerta, riéndose discretamente.

— ¿Ves? Eres tú el que viene a mí.

Yuu no contesto. Simplemente se paró detrás de ella.

— Lo que sea que haga después de esto, tu decidirás si sigues esperando por mí o debes dejarme, cualquiera de las decisiones que tomes, la aceptaré — le dijo al oído. Abrió la puerta y la obligó a salir.

Mirei no opuso resistencia. Ni siquiera quiso reclamar. No sabía lo que ocurría y decidió dejarlo pasar.

— Hola, Mirei, ¿cuándo llegaste?

Hana apareció llegando a su casa. Había asistido a sus clases de escritura. Se relajaría poco antes de tomar el examen universitario.

— ¡Vine a visitarte! — contesto como si nada — y traje...mi hermosa presencia para que me mimes — añadió al darse cuenta que no le llevo nada.

— No hace falta que compres algo cada vez que vengas...pasa...— Hana se dio cuenta de su mentira. Percibía un ligero aroma a colonia que solía usar Yuu. No preguntaría nada más.

La casa estaba igual que siempre. Las cosas acomodadas como si nadie las usará.

— Oye, ¿no te aburre de ver todo igual? ¿Tus cosas nunca las mueves?

— Si se mueven...quizás solo vez lo que está grande y no notas lo pequeño, te serviré té

— ¿Es un afrodisíaco? Creo que lo necesito.

— No, no hay de esos aquí — y rió. Mirei nunca necesitaba algo así, era directa con todos. Algo estaba sucediendo.

— ¿Y Allen? ¿No me digas que te abandono?

— No, fue a trabajar. — contesto. Mirei, ¿Por qué fue lo primero que pensaste? — ¿Cómo va tu curso de Bartender?

— Bien, supongo. Mamá invertirá en él y no pienso ir a la universidad hasta el año siguiente...— dijo cómo si nada y no dirigiéndose a Hana — Oye…

— ¿Qué? — contesto mientras servía la galletas hechas por Renato. — ¿Mirei?

— ¿Te imaginas un mundo dónde Allen y tu jamás se hayan cruzado?

Hana la miro sin saber que responder.

Honestamente, lo pensó muchas veces.

En retrospectiva, pensó mucho en si tomo una decisión correcta. Si no hubiera sido valiente y pedirle matrimonio probablemente se habría comprometido con un extraño como su padre quería.

Quizás seguiría en esa escuela de lindas señoritas aprendiendo a comportarse. Aún seguiría siendo esa niña mimada que no sabe hacer nada, no habría problemas de dinero y no sentiría que peligraba su vida cada día.

No habría descubierto sus nuevas habilidades y no se había dado cuenta de que había cosas que ella sabía hacer por su cuenta y no por obligación. Visto desde la perspectiva de Allen, él ya se habría casado con esa Sabrina en lugar de cederla a Frank, estaría estudiando desarrollo de negocios o finanzas o posiblemente administración. No podría tratar con personas en su trabajo que no lo vieran con interés, no habría aprendido a cocinar si tenía un chef disponible las 24 horas. Su familia no se habría separado.

Y ambos, nunca se habrían dado cuenta de lo frágiles que son las relaciones unidas por interés.

Si no se hubieran conocido en esa fiesta, probablemente las risas que compartieron juntos nadie las escucharía, las anécdotas nadie las recordaría, sus planes ni siquiera existirían, sus momentos no pasarían junto a alguien más, los pequeños detalles que tenían con el otro no había forma de que lo hicieran por una persona distinta.

Quizás, solo quizás su relación de amor empezó solo porque alguien regó bien la semilla. Hana podría decir que una relación es sembrar raíces en el corazón de alguien hasta llegar a cultivar sentimientos que no se habían descubierto antes.

Podía ver claramente que ambos se amaban y cuidaban, no le quitaba lo impulsivo pero, de verdad, ¿sentía que era impulsivo?

Lo que decía Mirei quizás no fuera tan filosófico, en su lugar, quería saber porque algunas parejas duran años de novios y se separan mientras que otras solo duran días y permanecen para siempre…

— Si, lo he pensado pero, ahora que está a mi lado, no me imagino a nadie más. A lo mejor sigo en mi fase de enamoramiento, no sé si cambien las cosas mañana pero, quiero atesorar esos momentos. — respondió Hana.




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