24 Horas Contigo (segunda parte)

#71 Imitación

Amaneció.

Hana dormir tranquilamente entre los brazos de Allen; él se despertó por la luz que entraba a través de la ventana. Todo están en silencio así que supuso que aún era temprano.

Ligeramente al moverse sin mayor intención, su mano tocó el cuerpo de su esposa y sintió algo que no debería estar allí. Miro con atención y había marcas que quedan cuando la ropa está apretada o demasiado pequeña, le pareció extraño ya que siempre usaba la talla adecuada. La explicación lógica era que subió de peso.

Hana lo atrapó mirándola pero, no dijo nada. Eso la hacía sentir deseada y querida. Después de que salió de esa clínica, su relación volvió a ser tan natural como fuera posible y en este momento no quería preocuparse por nada.

— ¿A que soy bonita?

— Eres preciosa — contesto para después devorarla a besos.

Hana fue la primera en levantarse y bañarse. Allen estaba mirándose en un pequeño espejo. Las expresiones en su cara reflejada, tenía un aire de seriedad más grave de lo que pensaba y al menos podía reconocer lo que significaba un abrazo pero, no estaba conforme.

— Creo que aumente un poco de peso...— comento mientras se cambiaba. — ¿Allen?

— ¿De verdad? ¿Quieres que vayamos a comprar algo de ropa? — sugirió. La ropa de calle se veía bien pero, la ropa interior no. La conversación se hizo cotidiana pero, al verlo no mostrar alegría o timidez le parecía preocupante.

— Vamos.

Salieron de la casa. Caminaron y visitaron por algunas tiendas. Cuando ella miraba algo bonito sonreía igual que él. Cuando se probaba algo nuevo, él también se emocionaba. Recorrían el lugar en busca de un olor agradable y esperaba ansiosa probarlo. Hana no lo quería ver pero, él imitaba cada movimiento de su cara como si fuera natural o una imitación de lo que ella sentía.

— Allen... ¿podemos comprar algo de medicina? Me duele la cabeza…

— Si, vamos...— y buscaron una farmacia.

Hana entro y consiguió lo que necesitaba. Al acercarse al mostrador, dudo mucho sobre cómo pedir una prueba de embarazo. Entendía que los síntomas variaban de mujer en mujer y que quizás sus periodos eran irregulares de repente, sin embargo, quería quitarse esa duda.

Aún había una posibilidad, ¿no?

— Vaya, así que anoche estaban calientes...— la interrumpió un hombre.

Hana lo miro de inmediato y lo reconoció como Julián.

— No deberías preocuparte...no se muestra de la noche a la mañana el resultado que esperas. — comento.

— ¿Necesitas algo? — pregunto intentando no titubear.

— Nada, solo quería saber... ¿por qué juegas con tu novio de esa manera? ¿No te parece malo que él tenga que poner las mismas caras que tú para complacerte?

— ¡No sé de qué hablas! — contesto. Pidió la prueba a la dependienta y pago su total. Salió y Julián la siguió.

— ¿Y dónde está tu maravilloso esposo perfecto? — pregunto buscándolo con la mirada.

— Me dejas en paz...no estoy de humor. — contesto y comenzó a caminar hacia Allen cuando lo reconoció.

— Mujer, no me importa si estás de humor o no... Simplemente me molesta tu cara de princesa consentida que no sabe nada del mundo. Tu familia y la de ese chico han lastimado a mi madre más de lo que te imaginas — replico entre dientes.

— Jajajaja, ¿Y crees que eso me importa? ¿Es esto una venganza de generaciones? — Respondió altanera — tu problema es con él, no conmigo, ni siquiera te conozco...me vuelves a tocar y te rompo la cara...— amenazo

Julian soltó a Hana, rio un poco y se fue en sentido contrario. Cuando Allen se acercó ese chico ya no estaba cerca de ella. Caminaron un poco más y más tarde regresaron a casa. Allen consiguió ingredientes para hacer una sopa para Hana.

Pidió prestada la cocina y comenzó a preparar todo para una sopa llena de verduras y carne.

— Oye, ¿no es molesto mostrar siempre las mismas expresiones que esa mujer?

— Eso no tiene nada que ver contigo — contesto Allen.

— Mi madre...es una refugiada. Solía trabajar para el viejo Til-Shiroyama hace años hasta que huyó. La conoces, ¿no?

— No, nunca la había visto.

— Lo suponía. Mi madre cuido a todos los hijos de ese anciano. A los nietos de ese anciano y su deuda jamás fue saldada. ¿No te parece cruel?

— Me parece que no estamos en una época antigua donde los hijos pagan por los delitos de los padres...conoces los castigos por generaciones, ¿no? Matan a tres generaciones para que se rompa la descendencia de ese apellido. — contesto algo molesto.

— ¿Sabes otra cosa? Tu esposa compro una prueba de embarazo y pastillas para provocar un aborto. Creo que ella se dio cuenta que sientes repulsión por estar a su lado — su tono frío al mismo tiempo disfrutaba de decir todo eso.

— Julián, ¿no te parece una tontería decirme eso? Tu madre está allí escuchando. No me importa que problemas hayas tenido con mi padre o mi abuelo, hablarlos conmigo no solucionará nada... ¿sabes por qué? — Julián negó con la cabeza — porque ya no soy parte de su familia.




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