En algún lugar de Italia, una mujer recibía un sobre de su ex suegro. En ella, solo había una nota que decía "muchas gracias por darme un heredero, pon la cantidad que crees conveniente y envíalo al remitente, se te depositara de inmediato"
— Ja, se contentan solo con un niño que no saben si es de su sangre o no — dijo entre dientes, molesta. Saco una invitación para una cena en la que los protagonistas serían su ex marido el señor Shinichi Kanronji y la señora Eileen Diermissen quienes se unían en matrimonio.
Siguió las instrucciones como decía el sobre. Bueno, al menos se aseguró que sus hijos dejen la casa familiar antes de lamentarlo, quizás fue muy brusca la manera pero, si hubiera sido diferente, ellos jamás habrían salido.
— ¿Dalia? Tienes grabaciones en la tarde — dijo su manager — haz el favor de cambiarte.
— Oye, ¿crees que mis hijos me perdonen?
— Jamás, vuelve a preguntarme en un año, cambiaste o se nos hará tarde. — y salió.
Bueno al final de cuentas, Dalia es una actriz talentosa. Si no recibía perdón podría vivir con ello. Fue fácil cambiar su amor por libertad.
— Dije que esas flores van allá, cerca de la ventana, ¿Acaso no tiene oídos? ¿Acaso hablo con la pared? — regañaba Eileen cada dos por tres a cada empleada que veía pues no le gustaba el hecho de que solo tuviera una ceremonia sencilla y no una boda que fuera conocida por todos.
— Si, señora. — era lo único que podían responder.
El señor Kanronji estaba en la oficina con su padre. Sus hermanos llegarían en breve y después cada uno seguiría su camino. Esperaba que le volvieran a ceder todos los derechos de la empresa marítima.
Su padre, bebía té que el mismo preparo de su cosecha. No podía confiar en nadie para prepararle ninguna bebida ni comida, ni siquiera a su esposa.
— Padre...los invitados llegarán a las 5...— y miro instintivamente su reloj. No estaba nervioso pero, no quería a sus hermanos cerca. Quedaban exactamente 5 horas.
— No es tu primer matrimonio. — contesto. — esa mujer...
— ¿Si? ¿Dalia? — contesto
— No, esa don nadie...esa hija de...
— Padre, no hable así de mi único amor...— contesto. El señor rio discretamente.
— Lo que sea, si no fuera por ella serías el socio mayorista de la empresa marítima y la hubieras expandido más... pero un error de ese tipo solo entorpece la razón…
No continúo. Se vio interrumpido por la entrada de tres hombres que no parecían relacionarse entre sí, de alguna manera podían conservar juventud aún que estaba rondando los 60 años.
— Padre, me alegro que esté saludable y joven — saludo uno mientras le besaba la mano. Quizás lo mejor de años anteriores era que podían tener todos los hijos posibles solo por tenerlos sabiendo que era tiempos de guerra y de vez en cuando se dejaba algún bastardo por allí.
— No me toques de nuevo — advirtió — no me moriré hasta que vea un heredero digno incluso si tengo que convertirme en fantasma y regresar a comprobarlo.
Ninguno dijo nada. Llegó el notario y saco algunos fajos de papeles.
En pocas palabras, todo quedaría de la siguiente manera:
Al hijo mayor Ittetsu, quien se mantiene al margen de la familia, dijo renunciar a su herencia y dejarle todo a su hermano Shinichi. Decidió dejar atrás a su padre cuando se dio cuenta que no importaba los medios si conseguía lo que quería.
El segundo hijo Taro, solo tomara el control de la empresa marítima Kanronji cuando su hermano este indispuesto. Taro maneja una compañía de tecnología que es financiada por su padre.
Izumi, el tercer hijo, renunció toda la herencia y la entrego a Shinichi. No podía vivir atado al pasado familiar y se fue tan pronto como se dio cuenta de que no quería estar allí.
Eso dejaba a Shinichi como dueño. Al parecer, todos están de acuerdo. Cuando decidieron firmar, había algunas cláusulas nuevas, sin embargo, la que le llamo la atención fue la última que decía sobre un heredero universal.
— Padre, explíqueme esto — y señaló la cláusula. Los hermanos pusieron los ojos en blanco, ¿por qué revisar cada renglón palabra por palabra?
— ¿Notario?
— Si, dice, a fin del interesado, sus hijos legítimos quedan fuera de la repartición de la herencia, sin embargo, sí la ciudadana Hana Kanronji, tiene un hijo en un periodo de 10 años a partir de la fecha, independiente del género, se le considerará heredero universal. Por ello, todas las posesiones de Shinichi Kanronji pasarán al futuro niño o niña sin objeción.
— No lo firmaré. Quién sabe si esa niña sea mía o de algún amante de Dalia — reclamo.
— Si no firmas, no recibirás nada. A fin de cuentas, si me quitas unos cuentos buques cargueros no significa que me convierta en pobre. Firma y ve a casarte. — sentencio sabiendo que a él si le importaba no conseguir lo que queria.
Shinichi decidió firmar y fue a prepararse para su boda. Los demás hijos se despidieron prometiendo reencontrarse en el funeral del anciano. Quedaron solos el notario y el anciano.
— Señor, ¿está seguro? Usted perderá su empresa que años de antigüedad.
Editado: 15.04.2025