— Hana, ¿estás bien?
Tenía una videollamada. Ella estaba consciente de lo terriblemente tarde que era en Suiza pero, quería escuchar la voz de Allen. Mientras esperaba que llegue su abogado a la editorial, lo llamo. Recién cambio de teléfono.
— Estoy bien...sabes...— pero, no encontraba las palabras para decirle algo.
— Hana, ¿no dormiste bien? ¿Debería volver?
— Ah anoche fui a visitar a...a... ¡Natasha! — ¿que dije?
— ¿De verdad? ¿Fuiste a ver el bebé? — pregunto
— Si... eso...— diablos ni me acordaba del bebé. — cántame una canción.
— ¿Desafinado? ¿Segura?
Hana asintió. Más que cantar lo escucho tararear algunas canciones que ella no conocía. Se vio asustada al cortar la llamada de repente que después le mando un mensaje diciéndole que tenía una reunión de trabajo.
A la oficina de Murata, entro una mujer joven pero, mayor que ella junto a un abogado al cuál reconoció de un buffet famoso pues el nombre siempre salía en notas periodísticas. Unos minutos después, apareció el abogado Sawada, otro que pertenecía al ejército legal de su tutor.
— Mi cliente — así es olvidó las formalidades. — quiere presentar una demanda por plagio. La primicia del libro, es similar por no decir idéntica a la novela debut de Amairani.
Hana no podía conectar ideas. Ni siquiera conocía a esa autora. Y era raro que estuviera presente allí pues rara vez aparecían en la calle si eran muy famosos.
— Mi cliente desconoce el trabajo de tal autor además podría ser más específico al momento de señalar las semejanzas entre ambas obras.
Murata junto a dos editores que no había visto comparo el manuscrito con el libro, querían llevar el asunto lo más tranquilo posible. Amairani no decía ninguna palabra pero, Hana estaba temblando cada vez más cuando los veía cotillear.
Su teléfono sonó y había un nuevo mensaje: "¿Te diviertes?"
Lanzó su teléfono asustada y se vio obligada a salir un momento por un té. Jamás les quitó la vista de encima por si hacían un movimiento extraño. El abogado Sawada le pidió regresar.
— No he encontrado ninguna similitud...— dijo el editor que se veía mayor — el tema central, un loto que florece cada mil años, es parte de la cultura popular por ello no es de dominio de la señorita Amairani o la señorita Kanronji.
— Tampoco encontré ninguna similitud, a decir verdad, son obras distintas — dijo el otro editor. — no se parecen en nada.
Amairani sonrió para sí y tomo el manuscrito entre sus manos, lo leyó y marco con rojo todas las frases que ella encontró similares a su trabajo, lo hacía de tal manera que parecía que ella misma leyó el manuscrito y sabía dónde marcar.
No menciono ninguna palabra y su abogado dijo que no dejaría que ese libro se publicará. Hana y su abogado platicaron en privado. La única resolución fue que el mismo señor Kanronji había enviado a su propia gente a sabotear todo el trabajo.
Hana fue a registrarse a un hotel. Sentía que debía proponerle a Allen que se mudara de inmediato a su nueva casa.
Las llamadas de Hana, solo mencionaban algunos dilemas en cuanto a sus clases y trabajos pero, al parecer no había nada de qué preocuparse tampoco Franco le mencionaba algo al respecto.
— Allen, que bueno que te veo...— dijo Julián al verlo llegar a casa.
— Hola...— su día fue muy cansado y tedioso. Hace tanto que no tomaba una clase en alemán y la cabeza le daba vueltas.
— Deje unas revistas para que veas las ofertas de trabajo aunque yo no veo la necesidad...— y se acercó lo más posible a su rostro — vino una mujer. Llevaba un vestido largo en color gris hecho posiblemente de lana... pregunto expresamente por ti y te dejo una carta. Esta es la segunda revista.
— ¿Por qué me hablas así? — pregunto y se alejó. Subió a su habitación y encontró las revistas en su puerta. Entró y saco la carta de la segunda revista.
No era una carta como tal, solo había una dirección. Ni se molestó en memorizarla. En medio de sus pensamientos no se dio cuenta de que tocaban la puerta y al abrirla se dio una sorpresa molesta.
— ¿No estás feliz de ver a tu padre? — pregunto el señor Til-Shiroyama. — quien diría que te hospedarías aquí... los encargados son muy ambiciosos.
— ¿Qué haces aquí? Ni siquiera puedes hacer una simple llamada pero, entras como si nada a la casa de otra persona.
— He cambiado tu ingreso a una universidad especializada en negocios. Aunque pierdas este año, no será desaprovechado.
— ¿Te puedes ir? ¿Qué te hace creer que te obedeceré tranquilamente?... pienso que esto no fue idea tuya sino del abuelo. — comento
— Exacto, el abuelo lo pidió. No es difícil que obedezcas. — aceptando lo que dijo.
Su breve conversación se llevó a cabo desde la puerta de entrada a la habitación. A estas alturas, ya no le importaba que alguien se entere de su mala relación familiar. No era un secreto realmente pero, del pedestal no los bajaban.
El señor Til-Shiroyama salió del lugar y Allen se sentó en su cama. Para que iba expresamente a decirle eso sí podía mandar a alguien. Pensó en llamar a Hana sin embargo, su teléfono sonó antes de que hiciera algo.
Editado: 15.04.2025