En el altar del arrepentimiento
y el valle de los corazones rotos
palabras sin fin vagan,
penumbras que sigilosas
con la buena cordura arrasan,
torbellinos insensatos,
tristes cantos
de una esperanza marchita.
Palabras juradas en perpetuidad
de qué utilidad si el alma no cavila,
inminentes han de ser las despedidas,
oh, melancólicas despedidas,
que al llamado de la desilusión acuden
m.ch.s