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Desesperadamente insistente

Él jamás debió haber aceptado su oferta.

Necesitaba un lugar para quedarse ya que su departamento estaba siendo reformado. Su vecino había destrozado su pared accidentalmente en una fiesta.

Su amigo había tenido buenas intenciones al invitarlo a quedarse, pero desde hacía unos días, había comenzado a arrepentirse.

Las tensiones que compartían, eran increíblemente incómodas. Varias veces Taemin llegaba borracho al departamento. Eso no sería un problema si el chico no intentara provocarlo. También, había momentos en donde se paseaba semidesnudo por el lugar. Estaba en todo su derecho, era su departamento, pero Minho al verlo... Ni hablar de las veces en las que lo rozaba amigablemente. Eso lo enloquecía.

Minho tenía auto control, pero con cada día que pasaba, éste disminuía.

Taemin colocó la colchoneta casi en el centro de la sala y se sentó. Comenzó a estirarse ante la vista de Minho.

Ese era otro tema. Cada vez que se ponía a hacer su rutina de yoga, se colocaba una calza pegada al cuerpo y se situaba en la sala. Con cada pose que él realizaba, se podía apreciar perfectamente su figura, desde la cintura hacia abajo, y especialmente su trasero. Esto causaba que el pantalón de Minho comenzara a apretar.

Taemin pegó una parte de su pecho a la colchoneta y su estómago quedó en el aire. Sus piernas estaban juntas, pero su trasero estaba hacia atrás, en dirección a Minho. Éste se mordió un labio frustrado, parecía que lo hacía a propósito.

Miró su entrepierna y gimió.

—Minho—la voz de Taemin le hizo alzar la vista.

Centró su mirada en su trasero y sintió su bulto crecer—¿Qué?

—¿Puedes ayudarme?—aún sin ver completamente su rostro, podía adivinar su expresión por su tono ligeramente sugerente.

No, Dios.

—C-Claro—ni él sabía por qué había aceptado.

Se acercó quedando detrás de él y Taemin giró su rostro, mirándolo de lado.

—¿Puedes empujarme contra la colchoneta?

“Empujar”.

¿Por qué tenía que usar esa palabra?

Se inclinó sobre él y apoyó sus manos en su espalda. Su pelvis quedó a centímetros de su trasero, y estaba intentando no pegarse a él, pero los suspiros de Taemin no eran de mucha ayuda.

—Empuja más.

Su petición había sonado asquerosamente obscena y caliente. Tanto, que no se dio cuenta el momento en el que comenzó a frotarse sobre él. Taemin gimió y clavó sus uñas en la colchoneta al sentir su erección presionar entre sus nalgas.

No largó ninguna palabra, pero maldijo mentalmente en cuanto Minho se separó.

—Tengo que... —intentó buscar una excusa, pero ninguna se le pasó por la mente.

—¿No quieres ayudarme?—lo miró de costado e hizo un puchero.

Bajó la mirada hacia su entrepierna y se lamentó. Esto no era bueno para su salud.

—Yo... Bien.

“Deja de ceder, idiota”.

Taemin sonrió. Parecía que lo envolvía fácilmente alrededor de su meñique. Bueno, de hecho lo hacía.

Cambió de posición y se colocó boca arriba. Alzó sus piernas y las separó ligeramente. Minho miró instantáneamente entre sus piernas. Taemin se lamió los labios y sonrió.

—Ayúdame—dijo casi infantilmente.

—¿Q-Qué hago?—no sabía donde clavar la mirada.

—Separa mis piernas—dicho esto, mordió su propio labio.

Lo estaba haciendo a propósito.

Ya no había dudas.

Minho posó una mano en cada rodilla, y comenzó a alejar sus piernas, una de la otra. Taemin era bastante elástico.

—¡Ah!—un gemido que pretendía hacerse pasar por una exclamación de dolor salió de su boca. Minho apretó sus dientes.

—Tae.

El mismo lo miró con una expresión lasciva, y Minho olvidó lo que estaba por decirle.

—¿Qué sucede?—sonrió para nada inocente y Minho quitó sus manos de él. Taemin cayó de lado en la colchoneta y su amigo se encerró en su habitación.

Suspiró y habló para sí mismo—Qué difícil eres, Ming.

 

***

 

Las gotas de agua golpeaban fuertemente su ventana. Minho se removió en la cama. El ruido había conseguido despertarlo, pero no tenía ganas de levantarse. La siesta lo había dejado agotado en lugar de devolverle la energía.

Recordó que debía ir a cenar con su madre y se levantó rápidamente, cayéndose de la cama.

Se vistió y salió de la habitación. Taemin llevó su mirada hacia él instantáneamente.

—Iré a cenar con mi madre, vuelvo en unas horas—tomó el paraguas que había en un rincón.

—Avísame cuando estés volviendo.

Asintió extrañado y salió del departamento.

 

***

 

Luego de recibir el mensaje que decía que estaba a menos de diez cuadras, se dirigió a la cocina exageradamente rápido con una sonrisa maliciosa. Tomó un boul y lo llenó de agua. Se adentró en la habitación de su amigo y echó el boul en su cama, mojando al instante sus sábanas y su colchón. 
Salió rápidamente de allí y colocó el boul nuevamente en su lugar.

Minho abrió la puerta unos segundos después y dejó el paraguas a un lado.

Miró a Taemin quien le estaba sonriendo sospechosamente y frunció el ceño. Decidió ignorarlo y se dirigió a su habitación, para seguir durmiendo. En cuanto se echó sobre su cama, su espalda no tardó en sentir la humedad en el colchón. Se levantó y observó el mismo. Miró el techo y pensó que había una gotera. Aun si ponía a secar el colchón, no pasaría rápidamente y debería dormir en el suelo.

Suspiró.

—Taemin—lo llamó. Su amigo inmediatamente apareció ante él—¿Dónde está el secador de pelo?

Taemin pareció pensarlo un rato. Finalmente largó—Se lo presté a Kibum—pausó—Rompió el suyo—al final le mostró una sonrisa tímida.

“Mentiroso”.

Sonrió por su propio pensamiento.

—Mierda.

—¿Por qué? ¿Qué sucede?—fingió inocencia.

Minho señaló el colchón y luego el techo, dándole a entender que podría haber una gotera. Taemin contuvo una sonrisa.



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En el texto hay: shinee, 2min, jongkey

Editado: 25.07.2020

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