🌹Capítulo dedicado
a
Arabella Velasquez🌹
Ariadna:
Aun no puedo creer que me haya desahogado de esa forma con Zion, que me haya roto frente a él. Hacía mucho tiempo que no lloraba por la idiota de mi hermana, pero supongo que el vino ayudó; el vino y esa aura de tranquilidad que desprende ese chico que me hace sentir en paz.
Es increíble como entre nosotros el ambiente puede cambiar en cuestiones de segundos. Estaba enojada, realmente enojada cuando él llegó y lo último que quería era terminar volcando mi frustración contra él. Me conozco y eso probablemente era lo que hubiese ocurrido, pero al parecer ese chico me entiende bastante bien, tal vez es porque nos parecemos mucho, pero él supo qué teclas tocar para que me desahogara.
Una sorpresa para Maikol con la insinuación de que no le iba a gustar mucho e inmediatamente me tenía en el barco. ¿Cómo podía resistirme a eso? Y debo decir que solo con ver las fotos mi enojo fue disminuyendo. Me reí con ganas. ¡Dios! Aun lo pienso y me dan ganas de reír. Maikol en cuero y a punto de ser violado. Daría lo que no tengo para haber visto esa escena con mis propios ojos.
Luego, por si no hubiese sido suficiente tener que resistirme a su sexy e imponente imagen frente a mi puerta porque, seamos honestas, el rubio está, como dicen por ahí, para darle y no consejos. Esa ridícula persecución que terminó en una postura bastante extraña que aún no logro descifrar cómo sucedió, me encendió bastante. Su respiración en mi zona íntima más su creciente erección contra mi nariz fue sin dudas...
Sacudo la cabeza, pensar en eso no me hará ningún bien.
Han pasado cinco días de ese encuentro y aún no puedo evitar la vergüenza al recordar cómo le conté aspectos tan íntimos de mi vida que solo las chicas saben y cómo me escuchó atentamente para luego consolarme.
Acurrucada en su regazo me di cuenta de tres cosas: uno, Zion huele exquisitamente bien; dos, me sentía en paz, protegida y aunque suene ridículo, querida en sus brazos. Pocas personas me han hecho sentir así. Y por último, me he percatado de que no puedo dejar que se vuelva a repetir, estar en sus brazos me gustó demasiado y esa tensión que siempre hay entre los dos, dejó de ser sexual y se convirtió en algo demasiado íntimo, como si no fuéramos amigos con un trato realmente raro, sino como una pareja.
Puedo lidiar con la atracción sexual y resistirme a ella, pero no sé qué hacer cuando se trata de sentimientos y no me puedo permitir que crezcan. En mi vida no hay lugar para enamoramientos, además, seamos honestas, tener sentimientos por Zion sería un suicidio, si algo tengo claro es que a ese chico no le interesan las relaciones.
Pero el muy imbécil me lo pone difícil. No sé cuánto tiempo pasó hasta que logré calmarme completamente, pero en algún momento de la noche, sentí cómo me cargaba en sus brazos, me llevaba a la cama y me arropaba. Estoy bastante segura de que el beso que sentí en mi frente fue producto del sueño porque ese tipo de actos no se corresponden con el Zion Bolt que yo conozco, o eso quiero pensar.
Está demás decir que no fui al cumpleaños de mi mamá. En su lugar, apagué el teléfono y pasé toda la mañana entrenando con Kyle, el rubito y Addy. Al principio fue un poco incómodo mirar a Zion a la cara, pero ese rubio tiene una facilidad increíble para relajar el ambiente con sus bromas por lo que enseguida me sentí cómoda.
Luego fuimos los dos a imprimir las fotos de Maikol. El chico que nos atendió, nos miraba raro, como si fuéramos unos pervertidos por imprimir imágenes de un hombre desnudo y otro mayor que le comía la polla con los ojos. Debo reconocer que las fotos quedaron bastante bien a pesar de que el rubio dice que a duras penas logró tirarlas porque no podía dejar de reír.
Y tal y como lo imaginé, la ampliación quedó de escándalo.
Los cuatro disfrutamos muchísimo decorar la sala de nuestra habitación con las fotografías y la cara de estupefacción ligada con diversión de Aby, no tuvo precio. La de Maikol tampoco, estaba aterrado y avergonzado.
Y para celebrar el recién noviazgo de nuestros amigos, salimos a almorzar.
—Ya estoy lista —avisa Abigail saliendo de su habitación.
Estoy sentada en la cocina tomándome un refresco de naranja mientras espero a mis amigas. Hace un rato los chicos nos invitaron a su casa a ver una película y por algún motivo ajeno a mi conocimiento, soy la primera en alistarse. Yo, que siempre soy la última, a la que siempre están presionando para que se apure y en más de una ocasión han amenazado con sacar de las orejas, ya estoy lista. No quiero pensar en el por qué.
—Pues vámonos.
El camino a la casa de los chicos transcurre bastante tranquilo. Solo se escucha la voz de Melendi y el cantar de Addy en voz baja.
Cuando llegamos, somos recibidos por Maikol quien luego de saludarnos con un beso, se recrea besando a su chica como si no existiera nadie a su alrededor. Addy y Kyle hacen lo mismo cuando se ven y por primera vez en la vida, me siento rara al estar con ellas y sus parejas. Y parece que no soy la única en sentirse incómoda pues Zion se acerca a mí y susurra:
—Si quieres podemos hacerlo nosotros también. —A pesar de que mi corazón late acelerado ante sus palabras, su presencia y su olor, lo miro con mala cara y centro mi atención en la pequeña Emma en sus brazos.