🌹Capítulo dedicado
a
Ana Rodríguez🌹
Veo a Ariadna desaparecer por la puerta y me siento en la cama. Apoyo los codos en mis rodillas y hundo la cabeza en mis manos mientras me presiono la sien. Me duele horrores.
Maldita la hora en que mi padre llamó, la tarde estaba siendo tan divertida y viene él y joroba el ambiente con sus imposiciones.
Inscribir a Emma… ¿Cómo no había pensado en eso? ¿Ahora qué hago? Si Ariadna no acepta, y algo me dice que no lo hará, no tendré de otra que decirles la verdad a mis padres y ahí mi vida sí será un infierno.
¡Joder! La peor parte es que no puedo enojarme con ella pues sé lo ridículo de la petición. Pedirle que inscriba a una niña sin tener la más mínima relación, es un acto egoísta y sin sentido de mi parte y, en el fondo, por mucho que no quiera admitirlo, Ariadna hizo bien en negarse. Por lo menos, uno de los dos estaba pensando con la cabeza.
Pero la más increíble de todo, no sé en qué carajos estaba pensando en el momento en que le pedí intentarlo de verdad. Le he pedido matrimonio a una mujer... Nunca pensé que llegaría este día y, a pesar de eso, se ha negado en banda, es más, creo que la he asustado. Aunque no es para menos, yo me habría asustado también.
¡Joder! La cabeza se me va a reventar.
Me levanto de la cama, cojo un paracetamol de la cómoda y voy a la cocina. El refresco de naranja me ayuda a bajar la pastilla y antes de regresar a mi cuarto para echarme una siesta, veo a mis amigos sentados en silencio en el sofá. Conociéndolos, están esperando a que me calme un poco para hablar conmigo, así que ignorando el dolor de cabeza, decido ahorrarles la espera.
Me acuesto en el sofá y pongo un brazo sobre mis ojos. Suspiro profundo.
—¿Qué sucedió? —pregunta Kyle rompiendo el hielo.
—¿No escucharon nada?
—Se les escuchaba discutiendo, pero no se les entendía —aclara Maikol.
—Salvo el: “No es mi hija, ¿lo entiendes o tengo que deletreártelo?” —agrega Kyle acercando su asiento al sofá. Qué chismoso me ha salido—. Eso sí se escuchó fuerte y claro.
No lo dudo, su voz estaba estrepitosamente alta debido al enojo y su rostro colorado, por un momento pensé que me tiraría algo por la cabeza. Esa chica es violenta.
—Le pedí que se casara conmigo —digo quitando mi brazo de los ojos para ver su reacción.
Todo sucede en cuestiones de segundos, Maikol, que caminaba hacia nosotros con dos cervezas, tropieza con la lámpara de pie que hay cerca del sofá tirándola al piso con un estruendo horrible. Tendremos que comprar otra. Y Kyle que, a pesar de que no logro verlo desde mi posición; supongo que estaba bebiendo porque una llovizna fría cae en cara cuando escupe debido a la sorpresa.
—¡Joder, qué asco, Kyle! —chillo incorporándome mientras me limpio el rosto con el pulóver, pero me ignora al estar concentrado en su ataque de tos.
—¿Qué has hecho qué? —pregunta Maikol con los ojos desorbitados.
Kyle corre a la cocina y par de minutos después, regresa con un vaso y una jarra de agua a medio llenar. Se ha tomado la mitad, por lo menos ya no tose.
—Repite eso —me pide.
—Le pedí a Ariadna que se casara conmigo.
—El mundo se va a acabar, Maikol, nos vamos a morir todos.
—Jaja, qué chistoso.
—¿Por qué has hecho eso? —pregunta Maik y yo solo me encojo de hombros.
—Estaba desesperado. Necesito que Ariadna acepte inscribir a Emma y pensé que así la convencería.
—Zion, una cosa es fingir delante de tu familia, otra es...
—Lo sé —lo interrumpo, que Maikol me diga lo que ya sé solo hará que me sienta peor—. Sé que le pido demasiado, que es una locura, que soy un idiota egoísta que solo piensa en él y en su bien, pero... —Respiro hondo—. Ustedes conocen a mis padres, cuando se enteren de esto, si sentían aunque sea un mínimo de respeto hacia mí, morirá y no puedo permitirlo.
—¿No hay otra opción? —pregunta Kyle con el ceño fruncido y yo niego con la cabeza.
—Ariadna propuso contarles sobre Eilyn, ellos la buscarán así sea bajo tierra y nos obligarán a casarnos.
—Y tú no quieres —adivina Maikol. Niego con la cabeza.
Eilyn es una mujer hermosa y condenadamente sexy, pero la sola idea de verme casado con ella, me eriza la piel. Nunca la soporté, o sea, es la clásica tía presumida con voz de cordero degollado que no puedes mantener a tu lado por más de diez minutos seguidos. Eso sin contar con que todas sus conversaciones son sobre moda y viajes; es aburrida como la ostia.
—Pero no tenías problema en casarte con Ariadna —comenta Kyle y yo lo miro confundido—. O sea, Eilyn no, Ari sí, lo que significa que, en estos momentos, tu problema no es con el matrimonio, sino con la chica.
—No entiendo a dónde quieres llegar, Kyle.
—¿Te gusta Ariadna?
—No seas estúpido, le pedí que se casara conmigo solamente para convencerla de que inscribiera a Emma.