🌹Capítulo dedicado
a
Lupita Lozada🌹
Ay, mierda, lo hice...
Ay, Dios. Ay, Dios... Ahora sí la he cagado. ¿Pero en qué demonios estaba pensando? O mejor, ¿a dónde carajo se fue mi seguridad?
Trago fuerte cuando la puerta del Registro Civil se cierra a mi espalda. El sol de media mañana incide directamente en mis ojos cansados por no poder dormir en más de cuatro días y, en respuesta, me pongo mis gafas oscuras. Mis manos sudan como nunca antes y el corazón late contra mis costillas como si quisiera reventar mi cuerpo.
Lo hice... ¡Joder, tengo una hija y ni si quiera me he acostado con el padre!
Ahora sí me he superado en estupideces, o sea, he hecho un montón de cosas descabelladas en mi corta vida, pero esta se lleva el premio mayor. Se preguntarán por qué accedí a semejante locura, ¿verdad? Bueno, yo también me lo pregunto, pero no estoy segura de realmente querer saber la respuesta.
Ha diferencia de lo que piensa Zion, Susana no tuvo nada que ver, al menos no directamente. No hablo con ella desde el día en que lloré como una tonta en sus brazos y no es porque la sinvergüenza no lo haya intentado. Ha estado llamando cada día, pero no he querido contestar; por algún motivo no me siento con fuerza suficiente como para enfrentarme a ella.
Aunque no voy a negar que sus palabras me persiguen: “Eres una vergüenza, Ariadna. Mamá está tan decepcionada de ti que desea haber tenido solo una hija. Estoy segura de que solo está esperando el momento en que metas la pata de nuevo para desentenderse totalmente de ti. Ya papá lo hizo, ¿no?”
Esa fue la razón por la que accedí en un principio y estaría mintiendo si dijera que en parte mi decisión no estuvo motivada por eso, pero realmente lo pensé... Intenté dejar al margen las palabras de mi hermana, el rechazo de mi familia y lo que todo eso me hace sentir; me centré únicamente en Zion y creo que por eso, me asusta tanto la razón que me llevó a inscribir a la pequeña Emma.
Cuando me contó lo de su hermano, algo dentro de mí se removió; eso no es razón, lo sé, pero por algún motivo todo lo que tiene que ver con él, me afecta. Tal vez sea porque ambos hemos sufrido por tener una familia de mierda a lo largo de nuestra vida y me identifico con su dolor y su lucha por la aceptación de personas que estoy segura, jamás nos mirarán como deseamos. Y es jodido estar consciente de eso y aun así esperar, tener la esperanza de que algo cambie.
Pero lo que realmente jodió mi cabeza estos últimos días fue ese estúpido sueño. Siempre el mismo... Esa mocosa rubia de ojos increíblemente azules, con un bañador rosa y un salvavidas del mismo color, correteando detrás de mí, mientras gritaba: "Mami. Mamá"
En serio, fueron noches horribles en que cada vez que me despertaba su linda vocecita hacía eco en mi cabeza. Para colmo, en el sueño, ese muñecote rubio súper, híper, mega sexy, salía de la piscina luciendo un simple bañador negro, con las gotas de agua resbalando por su bien definido torso, su pelo mojado pegado a su rostro y esa sonrisa calienta bragas burlándose de mí mientras caminaba hacia nosotras y me besaba. Sí, me besaba y jodidamente qué bien lo hacía.
Estaba a punto de volverme loca hasta que, convencida de que lo que necesitaba era una buena dosis de sexo, llamé a Eddy, ese chico con el que salí hace un tiempo y del que hui porque quería que conociera a sus padres. Solo tardó veinte minutos en llegar a la residencia.
Me lancé hacia él con un ímpetu que nunca había mostrado a su lado. Me recibió gustoso y por un momento sentí que era eso lo que necesitaba, hasta que en algún momento, mientras él se acomodaba encima de mí, cerré los ojos y en lo único que pude pensar fue en ese rubio de ojos hipnotizantes, en cómo se sintieron sus labios sobre los míos en mi cumpleaños, en cómo imagino que se sentirían sus manos acariciando mi cuerpo y llegué al orgasmo más rápido de lo que me gustaría admitir.
No dije su nombre al llegar al final, por suerte, porque Eddy no se lo merecía, pero sí lo eché de mi cuarto casi a patadas. El pobre no tenía idea de nada, debió pensar que me volví loca.
Esa noche supe que estaba en serios problemas... que estaba bien jodida y llegué a una conclusión, que ahora, a la luz del día, me parece ridícula.
Desde que mis padres se divorciaron, esa niña soñadora cuyo deseo más grande era casarse y formar una familia, tal vez motivada por la necesidad de cubrir la falta de amor que la mía me profesaba, murió. Decidí no involucrarme con ningún hombre pues solo saldría lastimada, es por eso que, de alguna retorcida manera, creí que este trato me beneficiaría.
Tendría un marido sexy por el tiempo que durara y aunque se lo haya negado a él, en mis planes si está tenerlo en mi cama porque, seamos honestas, sería imposible vivir a su lado y no sucumbir al deseo; solo no quería que se creyera más cosas de las que ya se cree. Y por otro lado tendría una niña, una a la que, después de mucho pensarlo, creo que será posible amar con todo lo que tengo, más si esas puñeteras palabras salen de su boca, porque si en ese sueño se sintió cálido y entrañable a la par de aterrador, no lo voy a negar; en la vida real debe ser el sentimiento más lindo y puro que existe.
Además, estoy segura de que esa pequeña me va a amar, digo, venimos al mundo programados para querer a nuestros padres y supongo que si estamos haciendo todo esto es porque Emma nunca sabrá la verdad, así que para ella yo seré su madre, su mundo y eso me gusta. Yo también me asombré cuando me di cuenta, además, tener una hija sin la necesidad de pasar por el dolor del parto, es el sueño de toda mujer, ¿no?