🌹Capítulo dedicado a Paulina López🌹
Han pasado dieciséis días desde que le pedí matrimonio a Ariadna y me rechazó como si nada. Aun no consigo entender por qué lo hizo si ese era nuestro acuerdo, pero ella se niega a hablar conmigo de ese tema.
Todo sigue bien entre nosotros, continuamos viviendo juntos, entrenando, ella sigue siendo la madre de Emma como siempre, incluso el sexo sigue fabuloso, la única diferencia es que actúa como si ese treinta de julio nunca hubiese existido; como si ese anillo no estuviese guardado en un cajón de nuestra habitación; como si yo no hubiese superado mis nervios para pedirle que se casara conmigo.
Hace dos días tuvimos una pequeña discusión. Harto de que siguiera ignorándome cada vez que intentaba sacar el tema, nos encerré en nuestra habitación e intenté hablar con ella sobre el porqué de su negativa. Está demás decir que todo fue un desastre; que terminé más confundido y, no lo voy a negar, un poco lastimado, porque aunque no quiera pensar en eso, sus palabras me dolieron.
Básicamente me dijo que no era necesario haber formado semejante paripé, que podía haberle avisado que había decidido actuar como el perrito faldero de mi padre y pedirle matrimonio, así de esa forma ella no se hubiese sorprendido tanto. Que estaba consciente de que nos íbamos a casar, que ella ya había aceptado y que no se retractaría, pero que si quería formar un numerito para el fotógrafo de mi padre, le hubiese dicho y ella me habría ayudado a planear una petición un poco más elegante y no algo tan cutre.
Tuve que buscar esa palabra en Google porque nunca la había escuchado y definitivamente no me gustó el significado.
Y eso me dolió, en serio lo hizo, porque puede que no haya sido lo más romántico del mundo, pero definitivamente, es lo más romántico que nunca he sido y dudo mucho que pueda hacer más.
Es cierto que llamé a mi padre para lo del fotógrafo, pero la petición fue totalmente sincera. Ya me he admitido y acostumbrado a la idea de que me he enamorado de esa loca sin remedio y, a pesar de que nuestro acuerdo dice que nos casaremos, quería hacer algo especial por ella para que algún día, cuando recuerde nuestros inicios tenga algún recuerdo agradable y no un simple acuerdo entre dos jóvenes sin sentido común. Porque sí, pienso aprovechar cada minuto del tiempo en que dure nuestro pacto para enamorarla, para evitar que quiera irse de mi lado.
Pasé días planeando esa petición, le pedí consejos a los chicos, incluso a la nana; quería que fuera lo más perfecto posible… ya veo que no lo conseguí.
Cuando la llevé a la heladería, lo hice con dos intenciones, no lo voy a negar: la primera, sacarme a la mesera de encima, en serio que es pesadita la tipa esa y, en segunda: fue el lugar donde nos besamos por primera vez producto de un reto sin sentido; fue el lugar que me permitió tocar esos labios dulces y expertos y que me hizo desearla aún más, si es que eso es posible.
Pensaba ir preparando el terreno desde ese momento, quería declararme, pero no conté con el trauma que tiene Ariadna con las relaciones serias, no recordé que tiene una tendencia a huir cuando las relaciones avanzan y ese fue un grave error. No podía haberlo olvidado pues cuando estaba a punto de decirle que me gustaba de verdad, comenzó a entrar en un ataque de pánico y no me quedó de otra que retroceder para no arruinar el resto del día. Nunca sé cómo va a reaccionar cuando está normal, así que asustada, lo más probable es que se hubiese largado y sabrá Dios en qué situación estaríamos hoy.
Cuando le dije que no me estaba declarando, noté dos cosas: como la tensión en sus hombros se esfumó por el alivio y ese breve segundo en el que cada facción de su rostro, me dijo que estaba decepcionada. Así que pensé que podía seguir avanzando, que tal vez no todo estaba perdido.
Le dije que había perdido el interés en acostarme con la chica de la heladería el día que la besé y estaba siendo cien por ciento honesto. A pesar de que la tía se me ha insinuado descaradamente, no me ha apetecido acostarme con ella. No me pregunten por qué, aun no lo entiendo, pues en ese entonces no tenía sentimientos por Ari, incluso estuve con la chica de la plaza y no sentí remordimiento alguno; así que no sé por qué con esta no me nace tener nada; pero eso no es importante ahora.
La besé, de una manera que nunca antes había hecho, de esa forma en que cada vello del cuerpo se eriza y las mariposas en el estómago amenazan con explotar; de esa forma que hace que nuestros corazones se agiten y nada tiene que ver con la pasión.
La besé intentando demostrarle todo lo que sentía y a pesar de que creí que ella me lo devolvía con el mismo fervor, como si entendiera todo lo que quería transmitirle, cuando nos separamos el miedo estaba latente en sus ojos. Sabía que había ido demasiado lejos, demasiado rápido e hice lo mejor que sé hacer, bromear, pero esa maldita decepción volvió a cruzar su rostro y me frustré. En serio, Ariana es la mujer más complicada que he conocido en mi vida… nunca sé qué hacer con ella… nunca sé cómo va a reaccionar.
Aun así decidí seguir con mi plan. Pasé el resto de la tarde nervioso, preocupado por cómo se tomaría la sorpresa y no lo sé, ahora creo que debí haber abortado el plan y esperar un poco más. Tal vez, como dice Maikol, no estaba preparada para avanzar, para aceptar que nuestra relación ya no es un simple trato; según él, no soy el único que ha comprometido sus sentimientos y realmente quiero creer eso. Me estoy aferrando a la idea de que mi amigo, si bien ella no le ha contado nada, la conoce lo suficiente como para entenderla un poco. Entre ellos se ha ido formando una amistad bastante especial en los últimos días dada la convivencia y conversan mucho, tal vez, solo tal vez, Maikol tenga razón.