🌹Capítulo dedicado a Tatiana Salazar🌹
MARATÓN:
Capítulo 1 de 3.
¡Maldita sea! ¿Por qué demonios me tiene que pasar esto?
Lo juro, si no fuera porque quiero al papá de Addy como si fuera mío, en estos momentos lo mataría. ¿Cómo se le ocurre invitar a mi familia? Maldigo el afán que tiene porque nosotros recuperemos nuestra relación. ¿Acaso no ve que es una causa perdida? ¿Qué a mi padre no le importo y que mi madre y mi hermana me odian?
Inhalo, exhalo. Inhalo, exhalo. Repito el gesto varias veces intentando calmarme. Solo pido que los padres de Zion no se encuentren con los míos, sino, me largo de aquí, sin dudas no quiero presenciar ese momento.
—Ari, necesitamos hablar —dice Zion cuando llega a mí.
¿En serio?, ya me estoy cansando.
Desde que Zion me pidió matrimonio ha estado bien pesadito, queriendo hablar todo el tiempo sobre lo que ha ocurrido, sin darse cuenta de que no quiero hacerlo.
Me voy a casar con él, eso no tiene discusión, pero he cometido un error al enamorarme pues sé que no me corresponde y me dolió muchísimo ver cómo me pedía matrimonio solo para complacer a su padre. He estado ignorando ese asunto por dieciséis largos días, intentando actuar con normalidad cuando por dentro me muero porque me diga que siente lo mismo que yo o algo así, pero él sigue insistiendo y hace dos días tuvimos una discusión del demonio.
Le dije cosas horribles solo para que dejara de insistir pues, en honor a la verdad, todo fue magnífico. Nunca pensé que alguien me pediría matrimonio y menos de esa forma. No imaginaba que Zion podía ser romántico o tan dulce dada su manera de ser tan bromista y odiar los compromisos; pero esa noche hizo de mi corazón todo lo que quiso; lo emocionó e ilusionó para luego lastimarlo al darse cuenta de que todo era una farsa.
Por eso no quiero hablar con él y menos ahora. Toda mi atención está concentrada en evitar la tercera guerra mundial que se avecina.
—Ahora no puedo, Zion. Tenemos que evitar que nuestras familias se crucen.
Miro en todas las direcciones, tengo a mis padres y al señor Bolt ubicados en extremos opuestos de la sala y eso me tranquiliza. Hace un rato vi a Susana ir al baño aunque no he notado que haya salido y la señora Bolt y mi madre, brillan por su ausencia. Eso me preocupa.
—Deberías preocuparte un poco más por todo esto, ¿sabes? Las cosas se van a poner feas si ellos se encuentran. —Vuelvo a mirar a mi alrededor.
Susana sale del baño, pero no consigo ver a dónde se dirige porque Zion, con las manos en su cintura, se para frente a mí.
—¿Qué haces? Sácate del medio.
—¿Dónde estabas hace diez minutos?
—¿En el baño? Sabes que las mujeres también necesitamos ir, ¿no?
—¿Haz caído con la regla?
—¿Qué? ¡No! —Maldito sea, está colmando mi paciencia.
—¡Es que estás insoportable!
—Estoy estresada, Zion, no es lo mismo. —Golpeo su pecho con mi dedo. Ni yo misma me soporto, pero es que es muy importante que no se encuentren. Necesito contarles yo antes de que Camil meta su lengua venenosa—. Sal del medio.
—Ya es tarde, Ariadna. Mi madre y la tuya ya se encontraron.
¿Qué?
Mi cabeza, que andaba husmeando por los alrededores, gira hacia él a una velocidad que nunca creí posible. Vamos, que ni la niña del exorcista me gana.
Zion da dos pasos hacia atrás, supongo que mi rostro no debe ser para nada alentador. Las chicas dicen que doy miedo cuando me enojo y justo ahora, estoy de enojada para adelante, tres pueblos.
—¿Qué has dicho?
—Mi madre ya sabe que eres hija de Aurora Kanz.
—La puta madre que la parió... Con el perdón de tu abuela que sé que era una buena persona —rectifico al recordar que Emma lleva su nombre por la abuela materna del rubio, una señora muy agradable; al parecer, la única que valía la pena en esa familia.
—Ari...
—Espera... si ya hablaron, ¿por qué todo está tan tranquilo?
—Porque me la llevé antes de que pasara algo más, convencí a mi madre para que nos diera un poco de tiempo para ser nosotros quienes le contáramos... Me dio hasta mañana.
—Hasta mañana... —murmuro pasando mis manos por mi rostro. Esto es malo, malo, malo. ¿Cómo demonios les digo que me voy a casar y que tengo una hija de la que nunca les hablé?
—Conocí a tu hermana.
Demonios, ¿acaso esto puede empeorar?
—Tranquila, todo está bien. Es una perra insoportable, pero nada que no pueda manejar.
—¿Qué te dijo?
—Nada de lo que debas preocuparte ahora.
Una sonrisa preciosa ilumina su rostro, esa que tanto me gusta por la paz que crea en mi interior y sin darme cuenta, toda la rabia que sentía se esfuma para darle paso a la frustración. Unos deseos irrefrenables de llorar me inundan y siento como los ojos se me van llenando de lágrimas.