Complaciendo peticiones... los capítulos que todos esperaban
🌹Capítulo dedicado a LIVIACFN🌹
Los días pasan y gracias a Dios, las cosas se tranquilizan por un lado, pero se vuelven… bueno, continúan locas por otro.
Pensábamos que luego de ponerle fecha al matrimonio, nuestras familias nos dejarían en paz, pero no; en su lugar comenzaron con los preparativos de uno de los eventos más importantes celebrados en Nordella, palabras de mi suegra y sí, se refería a nuestra boda.
He perdido la cantidad de veces que hemos viajado a la capital para reservar la iglesia pues la señora Bolt es un poco religiosa y por consiguiente, quiere a su hijo casado ante los ojos de Dios. También tuvimos que reservar un hotel para el matrimonio civil. Hemos participado en pruebas de catering, diseño de invitaciones, decoración y cómo no, la guinda del pastel: el vestido de novia que estará diseñando mi querida y espléndida madre.
Pero bueno, no quiero pensar más de eso. Para hablar de cosas buenas, Aby, aunque aún está en el hospital, está mucho mejor. Su cuerpo responde al tratamiento de forma satisfactoria y nada en este mundo me podía hacer más feliz que esa noticia. Maikol por fin vuelve a ser persona y yo siento cómo poco a poco nuestras vidas, que se habían estancado con la enfermedad de mi amiga, continúan su cauce. Y ejemplo de ello es la petición de matrimonio de Kyle el próximo quince de enero en el cumpleaños de Addy. Petición en la que todos estamos trabajando como locos para que sea la mejor, al mismo tiempo que hacemos malabares para que Addy no sospeche nada.
Mi relación con Zion va viento en popa. ¿Quién lo hubiese imaginado? Dos personas que odiaban el compromiso haciendo todo lo posible para que su relación funcione. Aunque no le he dicho que lo quiero con palabras pues por más que lo intento no consigo que esa frase salga de mis labios, he intentado que él lo sepa con cada gesto de mi cuerpo. No sé si el mensaje le está llegando, pero parece feliz.
Tengo miedo, mucho miedo y saber que queda poco más de un mes para nuestra boda me aterra más y más. Había pensado que después de tantos te quiero lanzados por el rubio cuando menos me lo espero, me harían sentir mucho más cómoda, pero no... no sé explicarlo. Cada vez que esas dos palabras salen de su boca, una emoción que nunca antes he sentido inunda todo mi interior, es abrumadora, pero placentera. Sin embargo, al mismo tiempo, un miedo que me paraliza me ataca.
Yo lo quiero, estoy segura, pero no estoy preparada para contárselo al mundo; me siento rota por dentro, demasiado dañada como para entregarle a alguien un sentimiento tan puro. No creo poder devolverle ese amor con la misma intensidad que él me lo profesa.
Tal vez todo eso suene ridículo, pero estoy confundida, ya no sé qué hacer.
—Ari, ¿en qué piensas? —pregunta Addyson sentada en mi cama.
Hoy es mi turno de entretener a la rubia mientras su novio le enseña a Dani Fernández, un famoso cantante español y el preferido de ambos, a patinar como parte de la petición de matrimonio. Estamos con Emma en mi habitación mientras la mocosa ve muñequitos en el tablet, y nosotras doblamos y guardamos su ropita. Es increíble que en veinticinco días cumpla un añito.
—En lo rápido que crecen los niños, ya va para un año.
—Y está hermosa.
—Sí, la muy condenada tiene suerte. No conozco a Eilyn, pero supongo que era muy guapa también.
Y como si supiera que hablamos de ella, aparta su atención del tablet y extiende sus manitas hacia arriba llamando nuestra atención. Cojo sus manos con las mías y ella hace fuerza para levantarse, con un poco de mi ayuda lo consigue y sin soltarla, camina hacia mí.
Le hago cosquillas en la barriguita con mi boca y ella ríe y ríe sin parar. Momentos como estos llenan de paz mi corazón y me creo capaz de enfrentarlo todo.
Sujetándola por debajo de los brazos, pone sus manos en mi rostro para que yo bese las palmas, eso le gusta.
—Ma, ma —murmura y yo sonrío como la idiota que soy mientras un enjambre de mariposas se arremolinan en mi interior.
Aún recuerdo la primera vez que lo dijo, tenía alrededor de nueve meses. Estábamos jugando en el piso y de repente empezó a repetir: “Ma, ma, ma, ma”, una y otra vez.
No sabría describir el sentimiento que me embargó en ese momento, solo sé que la cargué, la besé y lloré como una boba antes de bajar corriendo las escaleras hasta la cocina donde estaba Zion.
Cuando me vio se asustó, pero cuando le conté, no quería creerlo. Luego de varios minutos intentando que lo repitiera, estaba a punto de desistir cuando lo dijo. Reí y grité de la emoción mientras Zion se ofuscaba pues según él, tenía que decir papá primero.
Se pasó días intentando que dijera papá y la dicha no le fue concedida hasta quince días después. No miento cuando digo que la grabó para luego escucharla.
Fue muy tierno.
—Dios, que envidia, yo quiero una —comenta Addy sacándome de mis recuerdos.
—Pues deja de tomarte las pastillas, Kyle no tiene que enterarse.
—Creo que todavía podemos esperar un par de años.
—Tú te lo pierdes.
Los días siguen pasando y la fecha de la boda acercándose. Intento no pensar en eso y me concentro en la pedida de matrimonio de mi amigo y cuando el tan ansiado día llega, es un éxito total. Kyle se lució con tan bellas palabras y el sorpresón al regalarle el estadio Andersson con un nuevo nombre: Annalía, en honor a la madre de su prometida, no tuvo precio. Y el día fue mejor aún pues nuestra querida Abigail fue dada de alta, podía continuar con su tratamiento desde casa.
Pero esa alegría no dura mucho pues tres días después tiene una recaída en la que en cuestiones de minutos, pensamos que la habíamos perdido.
Gracias a Dios, Aby es una luchadora y logra sobreponerse dejando el episodio como un mal recuerdo.