🌹Capítulo dedicado a Elip🌹
Han pasado diez días de que supe que tenía un hermano y debo decir que hemos hecho hasta lo imposible por recuperar el tiempo perdido, bueno… eso lo hemos hecho los últimos seis días porque los cuatro primeros, quería matarlo, a él y al idiota de mi prometido.
Los muy… ni siquiera sé que adjetivo usar, hicieron una estúpida apuesta sobre quién me podría cuidar mejor. Pensé que me iba a divertir, que me sentiría en las nubes mientras ambos me consentían, pero en algún momento olvidaron que todo eso era para ayudarme y se concentraron únicamente en la apuesta, en evitar hacer el ridículo frente a la universidad.
Por cuatro largos días no tuve ni un segundo a solas, si no es por Addy que les gritó hasta del mal que se iban a morir, ni siquiera habría podido hacer mis necesidades fisiológicas con tranquilidad. Todo el maldito tiempo estaban al pendiente de lo que necesitaba, al tal punto, que lejos de ayudarme, solo lograban atosigarme.
Que sí aquí estarás más cómoda, que si allá. Que si quieres un masaje, ¿en los hombros o en los pies? ¿Jugo, agua, pasteles, refresco? Un cojín por aquí, uno por allá. Incluso querían cambiar los canales del televisor. ¡Dios que tenía manos perfectamente funcionales! Una noche llegué a tener Maikol dándome de cenar y a Zion a su lado sosteniendo el vaso de agua con un pitillo para que yo lo bebiera a sorbos.
¿Qué donde estaban mis manos?
Cruzadas sobre mi estómago con fuerza para evitar caerles a golpe a los dos.
El colmo fue cuando una tarde decidí que quería leer. Maikol me preparó el columpio del jardín trasero y me sentó allá. Aquí debo hacer una aclaración, tengo una pierna enyesada, sin embargo soy lo suficientemente capaz de moverme yo solita con las dos muletas que hay en mi habitación, pero según mis dos doctores particulares, sus brazos son más seguros.
Bueno, volviendo al tema de la lectura. Estuve solo diez minutos en el dichoso columpio pues Zion me convenció de que estaría más cómoda en el sofá teniendo en cuenta de que no habría resplandor y que el aire acondicionado estaba puesto. Al principio no quería pues estaba realmente cómoda ahí, pero intenten negarle algo a esos bonitos ojos negros y su sonrisa calienta bragas sumado a pequeños besos húmedos alrededor de mi cuello. Eso, señores, ES IMPOSIBLE.
Bueno, pues me llevó al sofá, incluso me trajo un coctel que disfruté sin miramientos hasta que mi mellizo apareció. Ahora intenten negarle algo al hermano que acabas de conocer, que te sonríe como si fueras el centro de su universo y que te da mil y una razones por las que leer al aire libre es más saludable. Pues bien, ESO ES IMPOSIBLE TAMBIÉN.
Así que me dejé arrastrar de vuelta al columpio. Diez minutos después el rubio apareció. Decidida a no mover ni un centímetro de mi lugar, decidí ignorarlo, pero el maldito sinvergüenza me besó. Me tomó de sorpresa, pero me dejé llevar pues, ¿cómo no hacerlo? Besa increíble, pero cuando menos me lo esperaba, me cargó y me llevó de regreso a la sala.
No me había terminado de acomodar cuando apareció Maikol y se enredaron en la discusión más absurda del mundo. En cualquier otro momento me habría divertido con sus estupideces, pero ya estaba agotada así que me puse a gritar como una posesa y los descalifiqué a los dos.
Sí, señores, los dos perdieron la apuesta.
Los tuve cuatro horas detrás de mí pidiendo que reconsiderara mi veredicto pues como es lógico, ninguno de los dos quería enfrentarse al castigo. Pero, ¿acaso no me conocen?
Esa noche, Maikol, embutido en un vestido negro elastizado con el que se le marcaba su perfecto trasero y lo que no era trasero también, con un sujetador de copas para resaltar sus pechos, unas sandalias de tacón de diez centímetros que le quedaban demasiado pequeñas y el rostro maquillado por mí y Zion, vistiendo únicamente mi juego de bikinis pues no hubo forma de que se pusiera una de mis bragas de encaje, y unos tacones que no sirvieron para nada más después de eso, corrieron por las aceras de la Ciudad Universitaria con nosotros siguiéndolos en el carro.
Está demás decir que tanto Kyle, como las chicas y yo, estábamos desmorecidos de la risa. Maikol intentaba bajarse el vestido que se le subía con cada paso mientras intentaba ocultar su rostro de los transeúntes y Zion, con ambas manos cubriendo su delantera pues el movimiento de su miembro le iba bajando el bikini intentaba no caerse de los zapatos sin mucho resultado.
Ambos terminaron con rasguños en las manos mientras intentaban mantenerse en pie.
Y por supuesto, todo el show está documentado en videos y al día siguiente ninguno de los dos me hablaba, pero por fin logré conseguir mi ansiada paz y el cabreo les duró poco más de quince horas. Después de eso, Maikol y yo pasamos mucho tiempo juntos conociéndonos mejor, al punto que don musculitos se ponía celoso.
Eso era divertido, pero que no se queje, nunca dejé de atenderlo a él.
En cuanto a los Kanz, los he bloqueado de todas mis redes sociales y los puse en mi lista negra de contactos, no quiero saber nada de ellos por ahora. No voy a decir que ahora que tengo hermano ya no los quiero pues eso sería una gran mentira, pero tampoco voy a negar que los odio, más después de enterarme de que Susana, no habiéndole bastado arruinar mi vida con nuestra última discusión, le mostró a mis suegros fotos mías que dejaban en evidencia que Emma no era mi hija.