3 Historias

Capítulo 10

Desperté con un gran dolor en mi cabeza.

Una mano en mi cintura me impedía ponerme de pie, confundida me giré y un Alex con los ojos cerrados, pareciendo descansar tan bien, me hizo despertar de inmediato, con rapidez.

-¡¿Pero qué mierda?! – grité provocando que se despierte y caiga de inmediato al suelo

Miré su torso desnudo e inmediatamente miré mi cuerpo, tan solo me encontraba con mi ropa interior, lo que me hizo ruborizarme

-Vaya… las chicas no suelen hacer esto – dijo adolorido mientras se ponía de pie

-¿Qué demonios sucedió? – dije alterada – Oh por dios, oculta eso – dije volteando a otro lado para no poderlo ver a él

-¿Qué? – miró su bóxer – No me digas que tú nunca…

-¡Nunca en la vida! – me puse de pie con nerviosismo, pero inmediatamente me arrepentí al recordar que no traía más ropa encima, solo la ropa interior – Mierda… – me cubrí con la manta de nuevo

-Rae – dijo él riendo – Esto es excitante

-No lo es – dije cerrando mis ojos sintiendo mi cabeza dar vueltas – Esto no debería suceder…

-Exageras – lo miré y el alzó la ceja

-Por favor cúbrete – dije y él me obedeció mientras reía – Dime que no hicimos nada

-¿No recuerdas nada de anoche? – dijo abrochándose el cinturón

-No – tragué saliva – Y prefiero no hacerlo

-Oh – frunció el seño – Bueno, yo… creo que me voy

-Si… deberías hacerlo – mordí mi labio, nerviosa

-Bien… adiós Rae – caminó hacia la puerta, pero mi voz lo detuvo

-Espera Alex – él se giró – Olvidas tu camisa – le lancé la camisa, la cual tomó

Él se puso su camisa y salió de la habitación, haciéndome bufar, por la ventana pude ver como él subía a su motocicleta y se iba de mi casa.

Me senté en la cama y de pronto sentí un bulto entre mis sábanas, de ahí saqué una chaqueta negra de cuero, sabía perfectamente a quien pertenecía.

Era de Alex.

De pronto un pequeño recuerdo venía a mi mente, era de aquella noche.

Tomé a Alex de su chaqueta y comencé a reír sin parar.

-Debo llevarte a casa – dijo él tomándome de la cintura – Estás tan ebria

-Eres un amor – dije riendo y acariciando su cabello – Me encanta tu cabello, aunque me gustaría que lo cortaras

-¿Cortar? – alzó la ceja

-Así podré verte mucho mejor – sonreí sintiendo mi mente dar vueltas

-Estás loca y ebria – me acercó a él – Me gusta

Entré al baño y me di una larga ducha.

Me vestí y salí de casa sin antes gritar a la nada que me iba, de seguro mi padre nunca me escucharía.

Caminé por las calles recordando lo bueno que era mi padre, lo talentoso y sociable que era.

Desgraciadamente, todo eso cambio de un día para otro.

Aunque el vecindario era lindo y las personas en él eran agradables, extrañaba mi antiguo hogar, dejando a un lado las burlas y la gente hipócrita, mi vecindario era igual de asombroso como este.

Extrañaba ver el amanecer junto con mi madre, sentadas comiendo helado o en épocas de frío, tomando un chocolate caliente, mientras contemplábamos el mundo.

 Realmente la extrañaba.

Sin ella, mi camino está perdido y eso me hace tener la dificultad para encontrar una salida.

Regresé a mi casa, en la cual una Camila algo estresada se encontraba ahí, por lo que me acerqué con algo de prisa a ella.

-¿Sucede algo? – ella volteó a verme y asintió

-Necesito terapia de amigas – tomó mi mano y me llevó directo a su auto

Me subí y ella igual lo hizo, para luego conducir lejos del vecindario.

-Mi novio terminó conmigo – dijo ella conduciendo

-No sabía que tenías novio – la miré confundida a lo que ella suspiró

-No era mi novio oficial – suspiró y se puso sus lentes de sol – Nos acostábamos y salíamos a comer hamburguesas – me miró – Yo AMO las hamburguesas

-Lo noté – dije riendo un poco, a lo que ella me miró algo molesta por lo que dejé de reír – Y… ¿por qué motivo lo hizo?

-Cristine – dijo su nombre con cierto fastidio y molestia – La tipa que te dije

-¿Ella te lo robó? – ella asintió – Que perra

-¡Lo sé! – golpeó el volante - ¡La odio!

-Y… ¿A dónde planeas ir? – miré hacia adelante

-A la ciudad – suspiró entrando a esta – La terapia de amigas consiste en unas grasosas hamburguesas del mejor lugar donde podrían prepararlas

-Bien – murmuré y ella siguió conduciendo

Minutos después nos encontrábamos afuera del lindo local que parecía estar cerrado.




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