30 días después del fin del mundo

Dia 12 Los Cuervos

Cuando antes tuve el sueño pesado ahora me levantaban los ruidos más leves. Al escuchar pasos en la calle me asomé por la ventana, miré a un par de perros vagabundos, pero estaban quietos, después pasos más fuertes, los de un caballo.

-¿Tampoco puedes dormir?- preguntó Oscar al ponerse a mi lado.

-Ya dormí un poco, me dieron curiosidad los sonidos de la calle.

-¿Quieres ir a explorar?

-No, está muy oscuro. Y me sorprende que tengas esa iniciativa, tú más que nadie sabe que no podemos confiarnos en nada, o nadie.

Nos quedamos en silencio, se tocó la frente como buscando uno de los golpes que habían sanado con los días.

-Creo que nunca te dimos las gracias por salvarnos.

-No hice nada realmente, las heridas se curaron prácticamente solas

-Confiaste en nosotros y no tenías que hacerlo

-Eso de la confianza no me funcionó siempre

-No, espera, en serio, me siento mal porque quizá debido a nosotros tuviste que dejar tu hogar, era como un pequeño oasis, tenías todo. Ahora mismo podríamos irnos en el auto en cualquier momento. Ni siquiera sabemos nuestros apellidos, nuestra historia personal, nada.

-Preguntar no funcionó de mucho con  el chico. Pero, míralo de este modo, como tú lo dices, no tenemos nada que perder. Además el mundo cambió, y estoy seguro que sigue cambiando. Estamos en un limbo, antes de que todo marche de nuevo, no podemos ser los únicos aquí- agregué.

Se quedó serio, y con voz quebrándose a punto del llanto me compartió:

-No quiero ese mundo, no me interesa, no quiero aprender nuevas reglas, me aterra pensar en eso. Los estudios, la preparación, todo está en la basura, los seguidores, los likes, ya no sirven de nada. No quiero seguir manejando, no quiero seguir avanzando, quiero que todo pare, por siempre.

Sentí mi estómago contraerse, quería consolarlo pero mi cabeza comenzó a punzar.

-No quiero nuevas reglas, no quiero una nueva sociedad, no funcionó la primera vez, no va a funcionar una vez más.

-Tranquilo, hemos pasado por mucho, pero hasta no encontrar una respuesta debemos seguir.

-No quiero encontrar los cuerpos, porque sucederá, la plaga no terminó, las ratas y los animales corren del peligro, siempre.

-La incertidumbre te afecta, es natural.

-Nunca me casaré, nunca tendré hijos, mi novia murió al comenzar la epidemia. Nunca nos importó ser famosos en realidad, no habíamos logrado despegar pero ahora no podremos compartir la música con nadie, no quiero que se pudra en nosotros.

Era demasiado, sus lágrimas brotaban sin parar, lo tomé del hombro pero él me abrazó.

-Tuvimos problemas con nuestros padres desde siempre pero no quería que se fueran, no así. Mis amigos no están, los extraño, me hacen falta esas reuniones que se prolongaban hasta la madrugada, solo platicando.

Peleaba entre las lágrimas y articular las palabras, en algún momento parecía que se ahogaba. Se detenía un momento y seguía.

-Extraño llegar tarde al trabajo que odiaba porque me hace falta la rutina, el jefe nefasto, la chismosa. Salir a las 10 de la noche y correr a la tienda de la esquina porque sabias que estaba abierta.

-Tranquilo.

Comenzó a respirar hondo y muy rápido.

-Tranquilo.

No sabía que decirle porque sentía que cualquier palabra sería inútil y porque en este momento mi lugar era solo escuchar. Siguió después en voz baja.

-Extraño despertar un domingo y hacer nada. Lo sé, no tenemos idea de cuanta gente en el mundo queda, o quienes quedan, si los suficientes o los necesarios. Sentí tanta rabia cuando se fueron mis amigos, mis padres, pero después vi que cualquiera estaba en peligro, cantantes famosos, actores, políticos, millonarios y vagabundos. Quería evitar los noticieros pero era necesario, y gracias a eso vi como morían, como clamaban por una respuesta, mientras que alguien lo filmaba, era tan contradictorio, me daba asco, pero cuando dejaron de transmitir fue peor.

Pausaba por minutos y seguía platicando hasta que se quedó dormido llegando el amanecer. Preparé café mientras revisaba la cocina de la casa, Claudia llegó y se puso frente a mí, no me dijo nada, tan solo me abrazó y también echó a llorar. María terminó de preparar el café y servir el desayuno. Los hermanos nos mostraron sus canciones en el celular, guardadas en la memoria externa, al reproducirlas se miraba la portada del disco. El grupo se llamaba Los Cuervos, una mezcla entre rock independiente, algo de soul, una pizca de funk. Todos merecían un descanso y eso hicimos, solo convivimos ese día. Reposar, olvidarse del mundo muerto podría volverse una rutina, y eso estaba bien.




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