30 días después del fin del mundo

Dia 19: Amanecer

Hace tanto que no dormía tan bien, los primeros segundos al abrir los ojos olvidé donde estaba o que pasó, después de mucho tiempo me llegaron las ganas de quedarme en cama, no me importa si me despiden, no vale la pena. Poco a poco al recobrar por completo la conciencia comencé a sentir dolor en la nariz, no era tan punzante pero si incomodaba. Recordé en donde estaba y que había pasado y cerré los ojos de nuevo.

-¿Cómo te sientes?-preguntó María.

-Hay que tener cuidado, la señora podría estar cerca.

-Cariño, tranquilo, te pondré al tanto en breve.

Con esfuerzo me senté en la cama y me di cuenta que me encontraba en una habitación, el olor no era agradable pero soportable, había muchos decorados en las paredes, demasiado para mi gusto.

-¿Dónde están los demás?

-Calma, ¿te sientes bien? Aquí tienes paracetamol, es lo único que encontramos en esta casa.

-¿Cómo entraron?

-Es la casa de la pareja, pasaste todo un día dormido.

-Tengo muy mal aliento, ¿yo soy el de ese olor?

-Hay un baño, no hay agua caliente pero a esta hora no te dará tanto frío, pero antes debes reponerte bien.

-¿Me infectó la mordida? ¿El hombre dónde está?

-La mordida no penetró más allá de tu prenda, tal parece que la fatiga y el cansancio al final te venció, ya no estamos hechos para tanta actividad.

Me ofreció un poco de té de yerbabuena que le acepté con gusto, tenía un toque de miel y lo acompañó con dos panes tostados de paquete en un sándwich de carnes frías. Mirándome fijamente, me atrevo a decir a mi expresión desconcertante, comenzó a platicarme lo que pasó después de quedar inconsciente.

Al retirarse los perros caminaron cargándome unas cuadras más, entraron a un minisúper de cadena que tenía las puertas destrozadas, y se refugiaron en los pasillos entre los anaqueles. Al amanecer Oscar y Claudia regresaron al lugar donde quedaron nuestros vehículos, como armas de emergencia llevaban un par de rastrillos de jardinería. Al llegar se dieron cuenta primero que el hombre había sido destrozado, su rostro era irreconocible y su cuerpo estaba ensangrentado. Escucharon alguien sollozar tras los vehículos. La mujer tenía el arma en el piso y al verlos llegar empuño y disparó pero las balas se habían terminado, su aspecto ya no era amenazante. Tenía una crisis nerviosa y no dejaba de llorar y temblar. Similar a como lo hacen en una serie de televisión, Claudia le dio una bofetada para hacerla reaccionar. No dejaba de culpar a su esposo por sus acciones y al pasar junto a él vomitó. Los llevó hasta su casa. Sin necesidad de obligarla la mujer se encerró en una habitación. Por precaución Oscar puso una silla bloqueando la puerta para estar atentos si salía. Fueron por mí y después cambiaron los neumáticos por los de algún otro auto en las calles.

-La señora salió anoche para cenar, se quedó dormida en el sillón de la sala y ahora está despierta pero no pronuncia palabra, le llevé algo de comer. Su refrigerador funciona bien pero no tienen gran diferencia entre nuestro menú de reservas. Todas las casas alrededor están destrozadas, las puertas entreabiertas. Y lamento informarte que ese olor no es el tuyo, hay un patio detrás en donde según percibimos se encuentran los cadáveres que mató la pareja. Ahí es donde nos pidió que sepultáramos a su esposo, pero Oscar pensó que sería mejor idea incinerarlo así que lo llevamos a las afueras anoche y le prendió fuego.

-¿Alguien está vigilando a la señora?

-Revisamos la casa y encontramos dos armas, Claudia las tiene resguardadas, pero creo que la mujer está en shock.

-Así que deberíamos irnos antes que recobre la razón.

-No creo que vuelva a ser la misma después de esto, pero somos precavidos, no te preocupes.

Caminé con su ayuda hacia el baño, y vi a dos perros en la casa, que me provocaron un susto.

-Siguieron a los chicos y no tuvieron corazón para ahuyentarlos, al momento son inofensivos.

El agua fría en la ducha me despabiló y fue reconfortante, me ofrecieron algunas prendas que tomaron de una tienda, me puse un pantalón negro que me quedaba un poco flojo pero el cinturón arregló el problema y una camisa a cuadros que me quedó muy bien. Me senté cerca de la señora y la miré fijamente.

-¿Cuánto tiempo hace que viven así?

-Ya la interrogamos- dijo Oscar y puso su mano sobre mi hombro- no responde, no sabemos si está fingiendo o si realmente perdió la cordura, y no nos importa. Solo te esperábamos, ya nos llenamos de provisiones, revisamos la ciudad y no hay nadie más. Por si acaso, también cargamos las dos armas que encontramos, aunque solo había una caja de balas, y no sé cómo podríamos conseguir más, no estoy seguro de cómo conseguir armas siquiera.

-Ojalá no tengamos que utilizarlas. Vámonos.

Confiaba en ellos y no quería pensar más. Ahora los lugares en los autos cambiaron, debido a mi dolor en la pierna ahora Claudia conducía y yo era copiloto, Oscar llevaba la camioneta junto a María y a los dos perros, a los cuales aparentemente adoptaron, uno era mestizo y otro era schnauser. No pude decirles o reclamarles que los adoptaran.

En unas horas antes del anochecer pasamos otro poblado, así que, según el mapa pronto llegaríamos a otra ciudad. Esta vez usamos como hotel un restaurante de comida rápida, parecía divertido. La bodega tenía algunas bolsas de pan, pero unas cuantas tenían marcas de mordidas de ratones y decidimos evitarlas. Lo que si encontramos fue carne congelada en un refrigerador semi industrial y nos dimos un banquete. Fue un gran día porque ahí mismo encontramos botes de helado, evidentemente no podríamos llevarlos con nosotros así que fue el postre por la noche y la mañana.

Encendí la radio de emergencia en busca de alguna señal mientras cenábamos y los hermanos tocaban un poco la guitarra, los perros estaban echados a nuestros pies.




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