300 Días

Día 2 – Selene Price –

El bar en el que trabajo no es muy grande. Los dueños son gente sencilla y amable a los que conozco desde hace mucho tiempo. Cuando me marché de casa vine a pedirles trabajo y me acogieron casi como si fuera parte de la familia. Es un lugar limpio y con buena comida en cuya entrada hay un letrero con letras amarillas que pone Awakening, su nombre.

El local tiene una pequeña terraza que en las épocas de calor siempre está llena de clientes con una jarra de cerveza espumosa. Los oigo reírse con carcajadas sonoras desde la barra donde estoy sacándole brillo perezosamente a una copa.

Me he quedado aquí porque desde hace un rato hay una chica bastante curiosa plantada delante de la puerta. Es de una estatura normal y sostiene una carpeta azul transparente entre sus brazos cruzados. Está de morros y el cabello negro de largas ondas que le envuelve el rostro le da la apariencia de una niña enfurruñada. Evidentemente está esperando a alguien y, aunque no es asunto mío, tiene algo peculiar que me llama la atención, como si un aura magnética se desprendiera de ella.

Cuando me mira, desvío la mirada hacia la copa.

Aunque me esfuerzo por fijar la vista en el cristal, no puedo evitar seguir observándola de reojo. Ella también me está mirando con cierto interés y se pasa un dedo por los labios, insegura. Veo que esboza lentamente una sonrisa y decide acercarse hacia mí con pasos decididos.

—Hola —me saluda amistosamente.

Alzo los ojos al mismo tiempo que las cejas para mirarla.

—Hola.

—Me llamo Selene —continúa, ignorando mi aparente desinterés.

—Axel. —Dejo la copa y apoyo los codos en la barra—. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Buscaba al dueño de este lugar.

—No está aquí. Supongo que volverá en un rato.

Selene frunce el ceño, no parece muy satisfecha con el tono con el que le hablo. Me pongo a limpiar el grifo de la cerveza dando por terminada la conversación, impulsado por una sensación, que ni yo mismo entiendo, a ser cortante con la chica. Ella parece comprender las palabras silenciosas de mi actitud, pero en vez de marcharse, se sienta en uno de los taburetes altos que quedan frente a mí.

—¿Eres el camarero de este bar? —me pregunta.

Su tono me abstrae de tal forma que no puedo evitar contestarle.

—Me parece que eso es evidente.

—He venido muchas veces a este sitio y nunca te había visto —repone incansable.

—Antes hacía pocos turnos, seguramente no habremos coincidido.

—Pues es una lástima, te sienta muy bien el negro —suspira apoyando la cabeza en una mano con aburrimiento.

Me la quedo mirando ante la naturalidad con la que ha expresado ese extraño piropo. El uniforme del bar es negro, tanto como lo es mi cabello y mis ojos oscuros. Nunca he prestado atención a mi apariencia mientras trabajo, pero no esperaba que me halagaran precisamente por su ausencia de color. Selene va vestida con una camiseta azul de tirantes y unos tejanos sencillos. Tiene un rostro ovalado y unos ojos marrones con un brillo avispado.

—¿No se supone que alguien vestido completamente de negro es un hombre sospechoso? —la interpelo incapaz de abstenerme de la conversación.

—O un gótico —añade con una sonrisa burlona—, pero no tienes pinta ni de una cosa ni de la otra.

—Los góticos son buena gente, solo tienen una apariencia peculiar.

—¿Apariencia? No, no, no, no… No es solo la apariencia. El último año de instituto tenía una compañera de estudios gótica que le tenía miedo a las bombillas e iba a clase con una mochila en forma de ataúd.

—¿Miedo a las bombillas?

—Creía que podía quemarse si la alumbraban muy de cerca.

—Eso es absurdo —admito, dejando ir una sonrisa.

—¿Ves? Y a ti que te preocupaba su apariencia.

Me sonríe y tengo que admitir que tiene una sonrisa muy bonita, un toque de luz en un rostro que ya de por sí me parece muy brillante.

—¿Has venido a buscar trabajo? —deduzco.

—Sí. ¿Os hace falta otra camarera?

—No, a no ser que intentes quitarle el puesto a Brandy. Ahora está de baja.

—No me considero tan mala persona, soy una buena chica —me dice con una expresión provocadora.

Evalúo sus palabras e intento discernir si lo que dice es cierto. Selene parece esperar mi respuesta con un semblante juguetón, como si yo fuera una pelota que puede hacer botar tanto como quiera. Después de unos segundos de silencio me decido a hacerle una pregunta.

—Stella es una ciudad muy grande, ¿por qué has escogido precisamente este bar?

—Me gusta el nombre. Cuando vine por primera vez a este sitio, entré solo por el nombre del cartel —entrecierra los ojos ligeramente y enreda un mechón de cabello en uno de sus dedos—. Dicho así debe de parecer una tontería, pero me preguntaba qué clase de bar debía de ser llamándose Awakening.

—No me parece una tontería —disiento mirándola fijamente—. Yo también entré la primera vez atraído por el nombre.



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En el texto hay: misterio, romance, drama

Editado: 22.04.2020

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