Una vez más estoy en Rayo de Luna con Selene. Esta cafetería situada cerca de la estación de Stella parece ser uno de sus lugares favoritos. Debo reconocer que me gusta el café que me sirven: es fuerte y ligeramente afrutado, tiene un toque exótico que me complace y me relaja. Si pudiera, me lo iría bebiendo a sorbitos tranquilamente, pero Selene me está acosando con su cámara nueva, intentando sacarme una fotografía.
—Axel, por favor, solo una —me promete mientras me cubro la cara con las manos, evitando el flash—. Si me dejas hacerte una sola fotografía donde salgas guapo te dejaré tranquilo, de verdad.
—No soy guapo y no me gustan las fotos —reniego.
—Los góticos le tienen miedo a las bombillas y tú a las cámaras de fotos —se burla.
—No tengo buenos recuerdos de las fotografías.
—Todos nos hemos hecho alguna foto que luego nos trae malos recuerdos.
—No me refiero a eso —disiento mientras intento deducir cuando va a volver a apuntárme con la cámara—. Hubo un tiempo en el que me hice muchas fotografías. Algunas me gustaban, otras me las hicieron sin permiso. Muchas de esas imágenes fueron a parar en manos equivocadas.
—Vaya… Pero algunas de esas fotos te gustaban, son recuerdos que seguro que valoras.
—Te equivocas. Son recuerdos que destruí.
—¿Las destruiste?
—Las borré y quemé todas, no conservo ninguna fotografía —Selene me observa con preocupación—. No quería ninguno de esos recuerdos, tenía que deshacerme de todo si quería empezar de nuevo.
—Yo también tengo recuerdos que quiero borrar —desvía la mirada cuando mis ojos buscan los suyos—, pero con el tiempo he aprendido a aceptarlos.
—¿Por qué?
—Porque forman parte de mi pasado —vuelve a mirarme—. No sería quien soy si no hubiera tenido ese pasado, tú no serías quien eres si no hubieras tenido el tuyo.
—A veces, hay que destruir para volver a construir.
—No se puede volver a nacer, Axel.
Mi mente divaga en las palabras que escribí, en aquellas que leo cada mañana al despertar. Selene parece tan convencida de lo que dice que me hace dudar, veo en su cara lo mucho que ha pensado en su propio pasado. Por primera vez despierta mi curiosidad y deseo averiguar como una chica tan transparente puede tener una sonrisa que contiene promesas tan oscuras.
Antes de que me dé tiempo a reaccionar, el flash me deslumbra.
—¡Selene! —bramo indignado.
—Has salido muy bien —afirma complacida, mirando la pantalla de la cámara.
—Te acabo de decir que no quiero fotos —le espeto sin disimular mi irritación. Alargo la mano para quitarle el aparato de las manos, pero Selene se aleja—. Bórrala. ¡Ahora!
—No te he hecho una foto —disiente dirigiéndome una mirada inocente.
—¿Me tomas el pelo?
—No, claro que no —niega con la cabeza y luego me sonríe ampliamente—. Solo he creado un recuerdo, el primer recuerdo sólido de tus nuevos días.
Editado: 22.04.2020