(4) El Ángel Rebelde [pausado]

Introducción

 

Jael comenzó a correr, rápido, alterada. Frente a ella se encontraba el desierto de arena blanca del que tanto Doya le había hablado, un desierto que no todos podían atravesar, algunos se quedaban atrapados, regresaban antes de darse cuenta que habían fallado. Ella estaba decidida a salir de allí, ahora más que nunca, corría con mayor velocidad de la que sus piernas podían, dominada por una fuerza mayor de todas las que había experimentado, un dolor en su pecho era lo que la impulsaba. Ya no se trataba de saltar para ir a la tierra, ahora su mayor deseo era escapar de Hogar, ese lugar donde había estado desde el día uno de su existencia. El motivo no era fácil de explicar, no para ella, era un sentimiento nuevo, algo que jamás había experimentado, el de un corazón roto, de haber podido sus ojos hubieran derramado cientos de lágrimas mientras avanzaba veloz.

El tiempo parecía alargarse, corría pero el camino no acababa, no se veía nada más que arena blanca, tanto a su derecha como izquierda no había nada más que arena, solo las altas montañas al final del desierto que lo rodeaban todo, sabía que debía de llegar hasta ellas sin mirar nunca hacía atrás y todo acabaría, tendría un mundo nuevo para ella. Comenzó a sentir cansancio, no sabía lo que era porque jamás le había ocurrido, sus piernas parecían correr con menor velocidad, miró hacia abajo, su vestido blanco se movía al mismo tiempo que sus piernas, sintió terror al imaginar que se desplazaba a menor velocidad, pero no, no era así, era solo un juego de su imaginación. Si Jael se detenía, si miraba hacia atrás estaría para siempre atrapada en Hogar, la única forma de salir de allí era corriendo sin parar a través de ese desierto y llegar hasta las montañas, solo debía llegar hasta las montañas.

Comenzó a escuchar una voz, ya sabía que la escucharía, Doya y los Rebeldes Cautivos se lo habían dicho en numerosas ocasiones con gran temor de que ella no pudiera saltar, por mucho que la fueran a extrañar la sola idea de que fuera convencida por esa voz y quedara atrapada para toda la eternidad como ellos los turbaba.

—No es real, no es real. Tú no eres real, no miraré —repetía para ella misma.

No sigas corriendo, ríndete, no podrás salir de aquí”  Era como un susurro muy cerca de ella.

—Déjame, vete de aquí.

“Debes creerme, todo lo que te han dicho es mentira, no hay nada allá pasando las montañas, te vas a quemar, quédate aquí, con los tuyos, quédate en Hogar”.

—No me quedaré —aseguró con gran valor y voz cansada mientras seguía corriendo sin parar. Se sentía extraño, jamás había estado cansada, pero allí estaba como si fuera un simple mortal, afligida, sentía que no podía correr mucho tiempo más, pero una cosa era lo que sentía y otra muy distinta lo que quería, de algún lugar sacaba ahora fuerzas para continuar aunque experimentaba gran dolor.

Volar, quería volar, expandir sus alas y escapar del desierto, de aquella voz, de Hogar, pero sabía que no podía hacerlo, si intentaba volar lo próximo que vería sería a Doya y a los Rebeldes cautivos en el Bosque mirándola apenados al ver que ella no lo logró, que de alguna forma u otra no pudo continuar el camino hacia las montañas.

—No, eso no pasará —dijo para sí misma—. Continua corriendo, no es más que una ilusión, continua, no te rindas.

“Regresa, quédate en Hogar”

—No.

“¡Vuelve! ¡Por favor, vuelve!”

Multitud de voces comenzaron a gritar con consternación y Jael se estremeció.

“¡No nos abandones! ¡Creénos, no hay nada allá abajo, no hay nada! ¡Te quemarás! ¡Dejarás de existir!”

Entonces sintió miedo, sin dejar de correr cerró sus ojos debido a un desconocido terror, la duda se apoderó de ella.

—¿Y si tienen razón? —se atrevió a preguntarse a sí misma al abrir los ojos de nuevo, casi como si estuviera tratando de convencerse.

“¡Estás a tiempo! ¡Regresa!”

Jael meneó la cabeza en señal de negativa, cerró de nuevo sus ojos con más fuerza y hubiera llorado de nuevo si fuera posible para ella, en ese momento el dolor era insoportable, el tan solo pensarlo era demasiado.

—No, Anthony está allá, no puedo regresar —pronunció con gran sufrimiento.

Las montañas estaban allí y no se había detenido. Jael había saltado.

 

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Se me hace curioso que justo hoy cuando he decidido actualizar la novela se esté cumpliendo 1 año (bueno, se cumple mañana) desde que la coloqué acá, acabo de ver que dice “inicio de publicación 30 enero 2021”.

Hace unos meses estaba muy feliz anunciando que había terminado de escribir la 3 era parte, estaba que no cabía de la emoción, me encontraba super motivada escribiendo todos los días a las 5 am. Justo ese día en medio de mi celebración personal me llamaron para contarme que mi papá había muerto la noche anterior. Ocurrieron un montón de cosas, bastante feas, tanto en mi como persona como a mi alrededor, no voy a contar todo el drama, no me quiero victimizar, la idea de esto es de cierto modo justificarme por haber estado bloqueada durante 7 meses, me hago demasiada presión a mí misma y quitando todos los problemas que hasta el sol de hoy tengo me he sentido realmente mal por no escribir, tengo más de un mes luchando conmigo misma para madrugar y escribir, porque durante el día se me hace casi imposible sacar un espacio de tiempo de dos horas corridas al menos y en completo silencio.



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En el texto hay: angeles, amor, fantasa

Editado: 17.08.2022

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