Unos meses después.
10 de diciembre de 2024
MAIKOL:
Las horas pasan con lentitud cuando más rápido quieres que corran. Llevamos quince minutos en el hospital y a mí me parecen horas, pero es que estoy tan emocionado que no puedo con la impaciencia que me provoca la espera.
Mi pie golpea una y otra vez contra el piso mientras hago un esfuerzo por mantenerme sentado y no dar vueltas por el pasillo como león enjaulado. ¿Por qué ese idiota se demora tanto?
—¡Relájate, Maikol! Me tienes nerviosa —me reprende mi esposa sentada a mi lado y a pesar de que me está regañando, tiene una sonrisa en el rostro.
¿Pero cómo me voy a tranquilizar si hoy sabré el sexo de mi bebé y el idiota del médico no acaba de llegar? Lucas se salva de que es un buen colega sino, lo iba a matar.
—Sí, cariño, lo siento, estoy un poco impaciente.
Cojo una de sus manos y la acaricio mientras intento controlar mis nervios. Es entonces que decido hablarle de algo que vengo pensando desde hace algún tiempo y que quería esperar al día de hoy para conversarlo. Tal vez de esa forma consiga que la espera sea más amena.
—Aby, ¿has pensado en cómo te gustaría ponerle?
—¿No quedamos en esperar hasta saber el sexo?
—Sí, pero no lo sé… yo… yo sí me lo he imaginado.
—¿En serio? —pregunta con una sonrisa—. Si te soy sincera, yo también, pero no me decido, es más difícil de lo que pensaba. ¿Cuáles te gustaría a ti?
—Bueno, sobre eso… tú sabes que nuestra relación fue difícil desde que comenzó; pasamos por muchas cosas, empezando por tu negativa a aceptarme y confiar en mí.
—¡Oh, por el amor de Dios! ¡Deja ya eso! —Aby rueda los ojos y yo me río, no tarda en seguirme. Cada vez que tengo oportunidad, se lo recuerdo. Fue un hueso duro de roer.
—Imposible, amo nuestra historia. Tuve que luchar muchísimo para conquistarte, pero valió la pena cada segundo.
Sé que ya lo sabe, me he encargado de decírselo y demostrárselo todos los días desde que nos conocimos, pero me hice una promesa hace unos años que pienso cumplir: la vida es corta, nunca dejaré para después lo que puedo hacer ahora; nunca callaré mis sentimientos porque no sé si será la última oportunidad para expresarlos.
Una sonrisa dulce se extiende en su rostro y yo deposito un dulce beso en su mejilla. Tomo su mano y juego con sus dedos mientras pienso en cómo decirle eso en lo que llevo pensando desde hace unos días.
—Ok, hablando en serio… Quedaste embarazada y no pudimos tenerlo; luego vino la enfermedad y cada día desde entonces hasta que te declararon sana, fue una lucha constante por sobrevivir, una batalla dura en la que solo había un rayito de esperanza en medio de toda esa oscuridad: nuestro amor y el sueño de poder formar una familia.
Sus ojos están brillantes, sé que este tema la aflige, lo sé porque a mí también me sucede; son recuerdos demasiados dolorosos que si bien no hablamos de ellos, intentamos tenerlos presente pues esas vivencias, por muy duras que sean, son las que nos han convertido en lo que somos hoy.
—Llevábamos un año intentando que quedaras embarazada a pesar de que las posibilidades no estaban a nuestro favor, por eso cuando me diste la noticia no me lo podía creer. A veces tengo miedo, Aby. —Ella frunce el ceño sin entender, nunca le había dicho esto—. Miedo a que no salga bien o a que sea solo un sueño y aun así, tengo la esperanza de que este sea el primero de otros y bueno… —Respiro profundo, me he alargado más de lo que pensaba—. Me gustaría que fuera Dylan si es niño, Hope si es niña. Ambos significan esperanza y no creo que exista una palabra que nos defina a nosotros más que esa.
>>La esperanza era lo único que tenía ese día que el doctor se nos acercó y nos dijo que debíamos prepararnos para lo peor, que podrías no sobrepasar la noche; era lo único que me acompañaba la vez que tuve que llevarte urgente al hospital y me quedé en el pasillo escuchando tus gritos mientras pedías que acabaran con tu dolor, que te dejaran morir; es a lo que me he estado aferrando el último año mientras le pedía a Dios que nos permitiera tener al menos un hijo, así que creo que, Dylan y Hope serían perfectos.
Levanto la cabeza y me encuentro con el rostro de mi esposa bañando en lágrimas.
—Dylan y Hope —pronuncia bajito como si probara el sonido en sus labios.
—¿Qué te parecen? —pregunto nervioso.
Pero no le da tiempo contestar porque Lucas, el doctor, entra a la consulta con una sonrisa de disculpa en sus labios. Aby se limpia las lágrimas con rapidez.
—Lo siento, Maikol, pronto sabrás lo que es tener un bebé y que cuando pasa algo tienes que correr.
—¿Está todo bien? —pregunta Aby.
—Por suerte.
—No te preocupes, estaba a punto de hacerle la ecografía yo mismo, pero nada más.
Lucas suelta una carcajada y yo me río también. Lo conocí durante el primer año de universidad en Jack Alvar antes de trasladarnos a Milton Black. Es un buen chico y desde el inicio nos llevamos bien.
—Ok, hermosa. Antes de que a tu esposo le dé algo, acuéstate aquí —comenta señalando la camilla y yo ayudo a mi chica a acomodarse.