Aaron:
—¡Aaron, Dylan, pensé que no llegarían nunca! —grita Ryan por encima de la música al vernos llegar a la fiesta.
Lo conocimos hace unos días cuando vinimos a confirmar todo lo relacionado con nuestras matrículas y a que nos entregaran nuestras habitaciones. Es un tío agradable, o al menos eso me ha parecido las escasas veces que lo hemos visto.
Esta mañana nos invitó a la fiesta que preparaba su hermano y bueno, no me pude negar, las fiestas y yo somos mejores amigos, aunque eso no se lo digan a Luciana, se pone celosa.
Según lo que he escuchado, esta es algo así como una fiesta VIP, hecha solo para aquellos que cursan del tercer año de sus carreras en delante, así que es un gran honor que nos inviten.
Dylan observa el lugar como pez fuera del agua y yo resisto los deseos de molestarlo porque el pobre lo está pasando mal por su novia, ¿o debo decir ex?
—Hombre, nos perdimos un poco —le digo al chico—. Este lugar queda bastante alejado de la residencia y el maldito GPS se volvió loco.
—Están perdonados. —Ryan cruza un brazo por encima de mis hombros y otro por los de Dylan.
Por lo que veo va bastante tomado.
—Bueno, chicos, siéntanse como en casa. Tomen y beban lo que quieran; tienen a todas las mujeres a su disposición, solo asegúrense antes de que no están tomadas y manténganse alejados de las de La Élite si no quieren problemas.
La famosa Élite…
Esa en la que Emma Bolt es la reina.
Sonrío, cuando me vea le va a dar un infarto. Esa tía me odia y con toda razón.
Ryan nos deja solos para irse junto a una chica que acaba de pasar frente a nosotros y yo miro a mi alrededor buscándola. Digamos que molestar a esa chica es mi placer culposo. Además del patinaje, nada me divierte más que ver su rostro enojado y sus evidentes ganas de cometer asesinato. Menos mal que es una buena chica.
—No lo hagas —dice Dylan a mi lado y yo lo miro inocentemente, pero sé que no se traga el cuento porque este idiota me conoce más que nadie—. Tío, déjala en paz por una noche.
—Ha disfrutado de tres años de universidad lejos de mí, ya es hora de tambalearle un poco el mundo.
Sonrío y aunque él quiere mantenerse serio, termina imitándome.
Emma es una chica podría decir que agradable, pero es un poco egocéntrica a veces, se cree que el mundo gira a su alrededor y yo amo demostrarle que no es cierto, que no puede controlar cada cosa que le pasa y por supuesto, que yo soy mucho mejor que ella en eso que tanto le gusta hacer: patinar.
Según tengo entendido, todos en este lugar la adoran, besan el suelo por donde pasa, razón por la cual, Jack Alvar es su lugar favorito en el mundo. Está en su zona segura, de confort y yo voy a disfrutar arrebatarle la corona que tan orgullosa porta.
Me abro paso hacia la pista de baile con mi mejor amigo justo detrás de mí. Conozco a esa enana lo suficiente como para saber que debe estar bailando; a veces creo que tiene un trompo en el cuerpo, no puede estarse quieta dos segundos.
Tal y como suponía, Emma contonea su cuerpo al ritmo de la música como la experta que es, pero eso no me sorprende, lo que casi hace que mi quijada se arrastre por el suelo, es ver a Luciana enfundada en ese vestido que le queda como una segunda piel mientras baila sin pudor.
¿Quién es esta chica y qué ha hecho con mi mejor amiga?
—Si el tío Zion ve a su niña pequeña bailando de esa forma y con tanto hombre a su alrededor, le da un infarto —dice Dylan por encima de la música y yo estoy totalmente de acuerdo.
La primera en vernos es Adela que abre los ojos de par en par y coge a Emma por una mano mientras le dice algo. La mirada de la rubia se concentra en nosotros y luce espantada, pero no es para menos, tiene ante ella a su peor pesadilla. Palabras suyas, no mías.
Luciana nos nota y una hermosa sonrisa se extiende en su rostro, le dice algo a su hermana que está enojada a más no poder y luego corre hacia mí envolviendo sus brazos en mi cuello. Yo la tomo por la cintura y la levanto del piso, es pequeña y delgada por lo que no me resulta muy difícil.
—¿Es tu primer día y ya quieres volver locos a los hombros? —Se ríe sin apartarse de mí.
—Me alegro de verte, tonto.
—Yo también, preciosa. —La devuelvo al piso—. Por cierto, ese apodo hoy te queda mejor que nunca, aunque creo que si tu padre te ve, le da un infarto.
—Si no le ha dado con las locuras de mi hermana, créeme, por mi culpa no será.
Me río. Emma es una Ariadna en versión rubia y ojos azules. Esas dos mujeres ponen la vida de Zion patas arriba en cuestiones de segundos. A veces me da pena con él.
Observo a la rubia y me doy cuenta de que se ha cortado el cabello por encima de los hombros, le queda bien, pero nunca le digan que lo he admitido.
Conversa con Dylan y por el rostro de mi amigo, sé que Roxi es el tema principal.
Cruzo mi brazo sobre los hombros de Lu y me acerco a ellos. Adela me halaga por lo mucho que he cambiado en los últimos años y luego de intercambiar varias palabras con ella, me dirijo a Emma.