5. Lo que siento cuando estoy contigo

27. Familia dramática

Aaron:

En silencio, observo los rostros de nuestras familias. Me causa sobremanera la mezcla de emociones en ellos: la preocupación es la predominante, supongo que porque Emma está enojada con ellos; sin embargo, no se me escapa el brillo en las miradas de las mujeres, la sonrisa que intenta contener Ariadna y la mueca en los hombres. Es algo obvio, los VIIIMan han perdido, las IXWoman han ganado.

Un sonido bastante raro, como una estampida de rinocerontes, se adueña de la tranquilidad de la habitación. Desvío mi mirada hacia la escalera y veo descender a la carrera a los miembros más pequeños de la familia.

—¿Cuántas veces debo decirles que no quiero que bajen las escaleras corriendo? —pregunta mi madre con sus manos en la cintura y todos, hablamos de Annalía, Zack, Hope y Daniel, se detienen abruptamente—. ¡Un día de estos se van a caer y se romperán la cabeza!

—Lo siento, tía Addy —responde Hope poniendo su carita de niña buena, que lo es, debo decir, pero es inteligente y se aprovecha de ella más de lo necesario, fundamentalmente porque sabe que es la debilidad de todos en esta familia—. No lo volveremos a hacer.

Como es lógico, mi madre no le cree, pero no consigue decir nada más porque Zack se voltea a nosotros con una sonrisa de descarado digna de su padre.

—Entonces, ¿ya puedo llamarte cuñado? —No me da tiempo a contestar porque mi hermana corre hacia mí, abrazándose a mi cintura.

—¿Ya son novios? —pregunta con esa vocecita que puede ser tan encantadora como insoportable según las circunstancias y yo asiento con la cabeza.

Quiero sonreír, pero estoy entumecido.

Escucho un chillido a mi derecha, pero no consigo determinar a cuál de las tres mujeres le pertenece.

—Cariño —dice Ariadna dando un paso hacia su hija. Emma la observa con seriedad—. Lamento mucho todo esto, pero te juro que no lo hicimos por mal o porque que nos guste jugar con sus sentimientos—. Toma las manos de la enana—. Sabes que todos en esta familia estamos un poco chiflados, pero estamos deseando desde hace mucho este momento. Lamento que te hayas enterado de esta forma, lo último que queríamos era lastimarte.

»Fuimos unos tontos por no pensar en cómo te sentirías, perdónanos, cariño. —Su voz se rompe ante esas dos últimas palabras y, aunque Emma intenta mantenerse seria, termina sonriendo y abrazando a su madre con todo el amor que le tiene.

Veo a Zion suspirar con alivio al saber que el enojo de su chica ha desaparecido. Su mirada se cruza con la mía e inmediatamente desvío la cabeza mientras me remuevo incómodo.

—¿Me perdonas? —murmura Ari en el oído de su chica y, aunque su tono es bajo, estoy tan cerca que consigo escucharla con claridad.

—Claro que sí, mamá.

Ariadna se separa y a pesar de que sus hermosos ojos verdes brillan por las lágrimas que se niega a dejar salir, su sonrisa demuestra lo feliz que está.

Zion se acerca a su gatita y su esposa le deja el camino libre mientras yo le pido a mi hermana que me suelte, pues se va a mojar.

—Lo siento, mi niña, yo… —Emma no lo deja terminar. Se lanza a sus brazos y él la envuelve con mucho amor.

—Tranquilo, ya no estoy enojada; simplemente me tomaron de sorpresa, me confundí, me asusté, pero ya todo está bien. —Don musculitos se separa de su hija y deja un beso en su frente.

—Ok. —Todos miramos a Ariadna—. Mi hija ya no está enojada, así que quiero nuestro dinero ahora.

—¡Mamá! —chilla Emma y yo río por lo bajo. Esta mujer no tiene remedio.

—¿Qué? La apuesta ya está hecha, cariño. —Se encoge de hombros—. Hay que cobrarla.

Emma rueda los ojos, resignada.

—Quienes debe pagarnos son ustedes —dice Zion—. Hoy es el último día, perdieron.

—Nuestro plazo vence a las once y cincuenta y nueve de la noche, así que estamos en tiempo. —Camina hacia él y extiende su mano en el aire—. Paga.

—Nadie dijo a qué hora expiraba, Ariadna.

—Ahora lo estoy diciendo yo.

Zion se cruza de brazos.

—No vamos a pagar. —El resto de los hombres de la familia, incluidos Zack y Daniel, se ubican junto al rubio e imitan su posición. Dylan se mantiene junto a Daniela, con un brazo sobre sus hombros y una mano en el bolsillo mientras sonríe.

—Zion Bolt… —Uff, se enojó la suegra—. Si quieres dormir esta noche conmigo, más te vale comenzar a aceptar la derrota.

—Ay, madre —susurra Emma a mi lado y, aunque tengo hasta las bolas congeladas, no me muevo de aquí. Esto es demasiado divertido.

—Ariadna Kanz, si quieres que te folle esta noche, acepta la derrota.

—¡Papá! —chillan Emma y Luciana, al mismo tiempo que la mayor parte de los presentes:

—¡Zion! —El rubio cierra los ojos y aprieta los labios. Luego se voltea a los más pequeños.

—Olviden que escucharon eso. —Pero Zack sonríe con malicia. Ese niño es candela.

—Aaron —susurra mi hermana y yo bajo la cabeza—. ¿Qué significa folle?

Mis ojos se abren de par en par.




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