5. Lo que siento cuando estoy contigo

30. Familia de locos

Emma:

Delion ha muerto.

Fue la primera noticia que nos dieron esta mañana luego del desayuno. No soy de las personas que le desean mal a otras, pero debo decir que ese hijo de puta se lo merecía. Era un ser despreciable que no le importó ni siquiera hacerle daño a su hijo, es más, lo disfrutaba, tal vez por eso me dejaba en paz a mí cada vez que Cameron se interponía para recibir los golpes.

No voy a mentir, las bofetadas y el puñetazo que recibí dolieron, picaron cantidad; pero sentí como mío propio todos los abusos que recibió Cameron. Tal vez él se haya equivocado y me haya hecho daño, pero nadie merece ser golpeado sin cesar, hasta caer casi en la inconsciencia.

Por eso, me alegro de que por fin haya acabado todo; que tanto yo como mi familia, hayamos podido poner punto final a esta historia en la que Delion fue nuestra pesadilla.

—¿Están seguros de esto? —pregunta mi padre, sacándome de mi ensoñación.

Ruedo los ojos, es como la cuarta vez en la última media hora, que repite esa pregunta.

—Que sí, papá, todo estará bien. Nosotros nos haremos cargo.

No luce muy convencido, pero no es para menos, hasta yo dudo de que sea buena idea, pero eso no se lo puedo decir.

El problema es que solo quedan cuatro días para la competencia y como viajar hasta la Universidad todos los días es un dolor de cabeza y una pérdida de tiempo total, les propusimos que Zack, Daniel, Hope, Kay y Lía se quedaran con nosotros en la casa.

Sí, eso pinta a desastre, pero es más sencillo que seamos nosotros mismos quienes los llevemos al club para entrenar y no que uno de nuestros padres deba hacerlo. Todos están complicados con el trabajo.

Es la idea más loca, pero la más cómoda y, por supuesto, a los mocosos les encanta.

—Emma, Kaitlyn y Hope son tranquilas, pero Annalía, Zack y Daniel son un torbellino y cuando están juntos más de doce horas, un desastre. Ustedes pretenden que sean cuatro días.

—Todo estará bien, papá. —Me apoya Luciana—. Sabes que con nosotros se portan bien y están entusiasmados con la competencia; obedecerán todo lo que les digamos.

Respira profundo.

—Ok, pero al más mínimo problema, me llaman. Ya veré yo cómo me las arreglo para llevarlos y traerlos todos los días.

—No será necesario, papá. —Le aseguro.

—¡Zack, no corras en las escaleras! —grita mi madre desde el segundo piso mientras se escuchan los pasos acelerados de mi hermano.

—Estoy listo —dice con una sonrisa de oreja a oreja y un entusiasmo que da miedo. Bryan se ríe desde el sofá.

—Ahora hay que esperar a…

El claxon de un auto interrumpe las palabras de mi hermana. Zach se asoma por la ventana y su sonrisa se amplía si es que eso es posible.

—¡Ya llegaron!

Corre hasta mi padre, le da un beso, un abrazo rápido, se dirige a mi madre que acaba de llegar y repite el gesto. Luego sale corriendo de la casa bajo la mirada estupefacta de todos. Yo solo me río.

Los Andersson y los Torres se fueron hace par de horas para armar una pequeña maleta para que sus hijos pasen unos días con nosotros. Aaron es el encargado de pasarnos a recoger.

—Aún están a tiempo de arrepentirse —dice mi madre.

—Estaremos bien. Aprovechen ustedes que estarán solos por unos días. —Muevo las cejas arriba y abajo de forma pícara y ellos intercambian una mirada.

—¿No se les hace tarde? —pregunta mi madre.

Ella es increíble, ahora nos quiere botar.

Sin dejar de sonreír, me despido de ellos.

—No coman pizza solamente, Emma; denle algo saludable que comer a esos muchachos.

—De eso se encarga Lu, mamá. —La aludida resopla.

—No te preocupes, además, con toda la comida que nos has dado, más la que estoy segura de que han empacado las tías Addy y Aby, tendremos para los cuatro días y más.

—Lo sé, pero ustedes con tal de no entrar a la cocina a calentarla son capaces de pedir pizza.

—Me ofendes mamá —bromea Luciana—. Yo jamás haría eso. Emma sí, pero yo nunca.

—¡Ey! ¡Yo tampoco! —Ella ríe y no puedo evitar seguirla. Nos despedimos de nuestros padres y luego de que Bryan le dé un beso en la mejilla a mi madre y la mano a mi padre, salimos de la casa.

Aaron nos está esperando apoyado en la camioneta de Kyle. Le doy un casto beso cuando llego a él y abro la puerta. Suspiro profundo al ver todos los ojos que se posan en mí.

Esto saldrá bien.

Esto…

Esto será un desastre.

—Bryan —dice mi padre—. Tienes pinta de ser el más centrado de todos ellos. Si ves que las cosas se salen de control, me llamas.

¿Bryan el más centrado de nosotros?

Se ve que no lo conoce. No es malo, pero Aaron suele ser más responsable que él. Sin embargo, mi querido cuñado le ha vendido a mi padre una imagen de angelito responsable, algo que mi familia ha creído totalmente.




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