50 millones de cosas que odio de ti

CAPÍTULO 1

A L I S O N C A M P B E L L

—¡Santo Dios! ¿Qué llevas en esas maletas? —preguntó Jacob, claramente molesto.

Él estaba en el asiento del copiloto, mientras que los otros tres ocupaban los asientos traseros. Naturalmente, habían dejado todo el trabajo pesado a mi hermano.

—Cosas de mujeres, hermanito —respondí, justo cuando se subió al auto.

—Un muerto en cada maleta es lo que lleva —comentó uno de los chicos del cartel. Por el rabillo del ojo vi que los tres me miraban con curiosidad, esperando mi reacción.

—Sí, claro —dije con tono irónico—. Tu madre está en una de ellas, a ver si la encuentras.

—Me gusta ese humor —admitió uno de ellos, sonriendo. Si no me equivoco, su nombre era Fynn.

—Qué lástima que a ti no te guste el mío —respondí con una sonrisa torcida.

—¡Alison! —me regañó Jacob, poniéndose tenso—. No sé cómo tratabas a los demás, pero estos son mis amigos y merecen respeto.

—Uh, hermano —dijo el chico del cartel con cara de desagrado—. No vuelvas a decir eso, sonó como si fueras nuestra madre.

—Como sea —suspiró Jacob, girándose hacia mí—. Lo que quiero decir es que respetes si esperas ser respetada.

Puse los ojos en blanco.

—Soy Fynn Coleman, dulzura —dijo él, con una sonrisa de suficiencia.

—Y yo soy Jackson Parker, a tu servicio —se presentó el chico con una ligera barba, inclinado hacia adelante en su asiento.

—Y sigo sin entender quién rayos les preguntó —resoplé, claramente poco impresionada.

—Deja de comportarte como una niña pequeña, Alison —me reprendió Jacob.

—Ya, vale, lo siento si herí sus egos —levanté las manos en señal de rendición. Luego me giré hacia ellos—. Un gusto en conocerlos. Soy Alison Campbell, la hermana del idiota que tienen como amigo. ¿Y tú, cómo te llamas?

El chico que aún no se había presentado mantenía la mirada fija en la ventana, su expresión completamente impasible.

—No me interesas —dijo con frialdad, sin siquiera mirarme.

Fruncí el ceño, algo molesta, pero Fynn, que claramente disfrutaba de la situación, tiró del hombro de su amigo para que me mirara.

Fynn sonrió de nuevo, mientras el otro seguía con cara de aburrido.

—Él es Axel Sanders —explicó Fynn, como si estuviera presentando a una especie rara—. Es un poco anti-diversión con las chicas, pero es un buen tipo.

—¿De verdad necesitas hacer esto, Fynn? —gruñó Axel, claramente incómodo.

—¿Qué hago? —respondió Fynn, con cara de inocente.

La situación se mantuvo algo tensa durante el resto del viaje, pero finalmente Jacob estacionó el coche. No pude evitar soltar una exclamación de sorpresa.

—No me lo puedo creer —dije, abriendo la boca mientras lo acusaba con el dedo—. ¡Le dijiste a papá que tenías una casa, Jacob!

—Tengo una casa, hermana —se defendió, bajándose del coche—. Un apartamento, con muebles, cama, baño y cocina.

—Pero… ¡pero yo pensaba que era una casa de verdad! —protesté, incredulidad en mi voz.

—¿A qué te refieres, ¿esta no es real? —bromeó Jacob, y todos sus amigos rieron, menos uno.

Los ignoré, subimos al ascensor, y Jacob seguía quejándose de lo pesadas que estaban mis maletas. Saco el teléfono, y vi que aún no había recibido mensajes de mi novio. Me frustraba. Había pasado ya una semana sin saber nada de él, y no entendía qué estaba pasando.

—¿A quién le estás hablando? —preguntó Jacob con curiosidad, se inclinó en mi dirección para ver la pantalla, de inmediato apague el móvil.

Las puertas del ascensor se abrieron antes de que pueda responder. Mi hermano introdujo la clave con rapidez y la puerta se abrió.

—¿Cuál es la clave?

—Te la diremos después, Alison —respondió mi hermano, notoriamente incómodo.

—Seguro tienen algo pervertido —dije, con una sonrisa.

Rieron nerviosamente. Sabía que tenía razón.

El interior del apartamento era amplio, no podía negarlo. Sin embargo, lo que realmente me causó dolor de cabeza fue ver las bolsas de comida esparcidas por la mesa del salón, la cocina hecha un completo desastre, y, para colmo, lo que venía corriendo hacia nosotros.

—No, Jacob. Ese animal no va a vivir aquí —dije, retrocediendo un paso y refugiándome parcialmente detrás de Fynn, que no podía evitar reírse.

—Lo siento, hermana, pero no es mío, es de Jackson.

Mi mente paso a la confusión total, es decir que...

—Oh no, Jacob, no —negué con la cabeza, horrorizada.

—Oh sí, será divertido —respondió él, sonriendo con entusiasmo.

—¡No me dijiste esto antes de venir! —le grité, con la voz a punto de estallar.

—No me preguntaste —respondió, encogiéndose de hombros, como si fuera lo más natural del mundo.



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En el texto hay: humor, humor amor odio, sarcarmo

Editado: 20.11.2024

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