50 millones de cosas que odio de ti

CAPÍTULO 6

A L I S O N C A M P B E L L

Hubiera preferido que mi madre me hubiera abortado antes que verme obligada a portar esta ridícula cosa.

—Que alguien me mate —murmuré, mirando mi reflejo en el espejo de mi habitación.

Vale, tenía que calmarme. Pero la verdad, era imposible. Solo el hecho de llevar ese uniforme me hacía querer lanzarme por la ventana. La falda que mi hermano me había comprado era tan corta e incómoda que sentía que no podía dar un paso sin tropezar.

Al menos, todos estaban esperando en el sofá con sus uniformes puestos. Menos Axel, claro, quien seguía siendo un misterio para mí.

—¿Alguien podría explicarme esto? —dije, señalando con el dedo la maldita falda.

—Bueno, al menos la vista es agradable —murmuró Fynn, con su sonrisa de siempre, demasiado confiado.

—No sabíamos la talla, además de que tampoco sabía que te había crecido las ... —Jacob, siempre tan apenado, no pudo evitar mirar hacia el suelo, como si su vergüenza fuera más grande que mi sufrimiento.

Me reí en sus caras, porque en serio, todo esto era un nivel tan alto de ridículo que no podía más.

—De verdad, ¿no tienen idea de lo que están haciendo? Son unos completos imbéciles.

—¿Podemos irnos ya? —preguntó Jackson, impaciente, con una expresión que indicaba que no le importaba nada de lo que estaba sucediendo.

Salimos al porche, donde dos coches nos esperaban. Uno era azul y el otro negro. Mi hermano, que nunca había sido fanático de los autos, probablemente se quedaría con el simple, el negro.

—Déjame adivinar cuál es tu auto —dije, cruzándome de brazos y mirándolo con una sonrisa astuta—. ¿El negro?

—¿Cómo sabes eso? —inquirió Jacob, sorprendido, mirando a Fynn. Pero Fynn negó con la cabeza, sin comprender cómo diablos había adivinado.

—¿Qué? Claro que no —dijo Fynn, haciendo un gesto como si se sintiera ofendido por la sugerencia.

—¿Y ahora cómo nos repartimos? —pregunté mientras veía que todos se subían al auto de Jackson, a lo que, sin pensarlo mucho, me uní a ellos.

—¿Por qué no vas en tu auto? —pregunté, mientras me metía al vehículo, sintiéndome un poco fuera de lugar.

Jacob había quedado al lado de Jackson, y Fynn estaba justo a mi lado.

—Porque no tengo ganas de manejar —respondió Jacob, encogiéndose de hombros, sin mucha emoción en su voz.

—Oye, ¿qué ha pasado con tu novio? ¿Te dejó? —preguntó Jackson, mirándome de reojo con una ceja enarcada, claramente buscando alguna respuesta que lo sorprendiera.

—¿Y por qué debería responderte? —repliqué, cruzándome de brazos—. Ese no es tu problema.

—Solo me pregunto por qué estás tan tranquila. Es decir, si han peleado... ¿no deberías...?

—¿Llorar? —completé por él, con una sonrisa torcida—. Nunca voy a llorar por un hombre, Jackson.

—...iba a decir malestar, o lo que hacen siempre las chicas cuando discuten con sus novios.

Tal vez tenía razón. Un poco.

—Un hombre no merece que una mujer llore por su culpa —dije, cortante, mientras miraba por la ventana.

—¿Pero una mujer sí? —preguntó, deteniendo el coche al ver una señal de tránsito.

—No lo sé —me encogí de hombros—, creo que depende del tipo de daño que haya hecho. No está de más que sufra un poco.

Sacudió la cabeza, sonriendo levemente, como si lo que había dicho fuera más de lo que esperaba.

—¿Estás escuchando lo que estás diciendo? Eso ha sonado machista, o en este caso... ¿feminista?

—Mantengo lo que dije —respondí, con firmeza—. Cuando la parte A la dejan, sufre mucho por la parte B. Mientras que la parte B solo se enrolla con otras mujeres sin importarle lo que sienta la parte A.

—¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio de los años 90? —Fynn interrumpió con una sonrisa, como si de repente estuviera en una película antigua.

—Como sea —respondió Jackson, ignorando a Fynn—. ¿Qué sabes tú de lo que la parte B pueda sentir?

—¿Pueden dejar de hablar en clave? Oye, Jacob, di algo —sugirió Fynn, pero Jacob seguía tan perdido en sus pensamientos que no respondió.

—¡Pues la parte A es más débil que la parte B! —me irrité, sin poder evitarlo.

—¡La parte B también tiene algo que se llama un maldito sentimiento!

—¡La parte A es muy frágil!

—¡La parte B sufre de igual manera!

—¡La parte A es...!

—¡Cierren la boca! —gritó Jacob, súbitamente salido de sí mismo. Era raro verlo tan furioso, y cuando se enojaba, parecía que el mundo entero podría venirse abajo—. ¡Alison, te callas! ¡Tu voz me da dolor de cabeza y me produce un profundo malestar de querer acabar con mi vida!

Guardé silencio de inmediato, el ambiente se volvió tenso y extraño. Jackson sonrió como un tonto mientras conducía, pero Jacob no estaba bromeando. Se giró hacia él con los ojos fulminantes.

—¿Eres un niño o un maldito adolescente? ¡Compórtate como lo que eres y deja de ser un maldito crío!

Vi cómo Jackson tragaba saliva, mirando al frente, como si intentara que la situación no fuera más incómoda de lo que ya era.

—Entendido, capitán —respondió, haciendo un gesto de soldado, llevándose una mano a la frente.

El coche quedó sumido en un silencio incómodo, pero al menos se calmó. Jacob se volvió hacia la ventana, pensativo, como si no pasara nada. Era tan raro que ya ni me sorprendía.

—Oye, Fynn —llamé su atención, cambiando de tema, porque de alguna manera necesitaba alejarme de la tensión—, ¿dónde está Axel?

Mi curiosidad me estaba matando. Axel siempre me había causado intriga. Había algo en él que no lograba entender del todo, como si tuviera un misterio oculto detrás de esos ojos.

—Se va en su motocicleta a la escuela, o a veces ni siquiera lo vemos en todo el día hasta que anochece —Fynn hizo una pausa antes de continuar, como si estuviera pensando en la mejor manera de explicar la situación—. Axel no habla mucho con nosotros, ha sido muy callado, y cuando comenta algo, casi siempre es de mala manera.



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Editado: 11.12.2024

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