50 millones de cosas que odio de ti

CAPÍTULO 8

A L I S O N C A M P B E L L

La idea de que Callie estudiara en esta escuela me parecía apresurada. Ella tenía dinero y podía elegir incluso la mejor escuela, pero decidió esta. ¿Por qué? Porque su mejor amiga también está aquí. ¿No es eso genial? O, al menos, así quería verlo.

—¿Estás segura de esto, Callie?—pregunté una vez más, con cierta preocupación.

—Que sí, pesada—respondió mientras se repasaba el rostro en un pequeño espejo de mano, acomodándose un mechón de cabello.

—Pero, aun así...—hice una pausa al notar que mi hermano estaba haciendo señas insistentes para que fuera hacia donde él estaba—, deberías pensarlo bien. A simple vista, esta escuela no es como las que estamos acostumbradas.

Callie me ignoró por un momento, cerró su espejo y puso ambas manos sobre mis hombros con una gran sonrisa.

—Escucha, Ali—dijo con un tono tranquilizador—, no quiero vivir con mi madre. Esto me parece una buena oportunidad para pasar esta temporada en casa de mi padre, aunque tenga que aguantar a su nueva esposa.

Me mordí el labio, recordando lo complicada que había sido la separación de sus padres. Su padre ahora tiene una nueva esposa, y su madre... bueno, ella siempre ha sido demasiado estricta con Callie.

—¿Cómo está tu madre?—pregunté en voz baja, ignorando deliberadamente a Jacob, que seguía haciéndome señas.

Callie se encogió de hombros y suspiró.

—Sigue siendo la misma de siempre. A veces logro entender por qué mi padre decidió separarse de ella, aunque eso no lo hace menos complicado.

Asentí con la cabeza, comprendiendo lo difícil que era para ella. Pero antes de que pudiera decir algo más, la estruendosa voz de mi hermano interrumpió el momento.

—¡Maldita seas, Alison!—gritó Jacob desde el otro lado del pasillo—. ¡Vámonos ya!

—¡No me maldigas, idiota!—le devolví el grito sin pensarlo.

—Venga, vamos, ya hablaremos—dijo Callie con una sonrisa divertida, tomándome del brazo y arrastrándome hacia donde todos los demás nos esperaban.

Jacob nos fulminó con la mirada, mientras Fynn observaba todo con su habitual sonrisa burlona, y Jackson simplemente negaba con la cabeza, como si ya se hubiera resignado a mi existencia. Callie parecía disfrutar el espectáculo, y yo... bueno, solo podía pensar en lo surrealista que estaba siendo mi primer día.

Jacob recorrió con la mirada a Callie y sus ojos se mantuvieron en sus pechos, le chasquee los dedos en la cara.

—Ojos arriba soldado, tiene los ojos en la cara.

Callie solo me dio un codazo avergonzada, Jacob solo le sonreía como idiota.

—¿Nos presentas a tu bella amiga?—preguntó Fynn, tratando de llamar la atención de Callie.

—Ella es Callie, mi mejor amiga —anuncié, pasando un brazo protector por sus hombros y mirando a todos con aire de autoridad. Señalé con un dedo, como si estuviera dando un discurso importante—. No se mira, no se toca, no se lastima, porque si me llego a enterar de algo, son hombres muertos.

Jacob levantó las manos en un gesto de paz y sonrió.

—Tranquilízate, hermana —dijo con un tono apaciguador, lanzándole una sonrisa a Callie. Ella le devolvió la sonrisa, y me pareció que se llevaban demasiado bien para mi gusto.

—Seré un buen chico, lo prometo.

Antes de que pudiera responder, Jackson habló, claramente más interesado en otra cosa.

—Sí, bueno, basta de presentaciones. Tengo que alimentar a mi perro —espetó con ese tono seco tan suyo. Cam, que estaba a su lado, asintió con una sonrisa. Cada vez empezaba a creer más firmemente que el "perro" era otro.

¿Estás diciendo que Cam es la perra?

¡Pero no en ese sentido!

¿Segura?

¡Que sí, pesada!

¿Sabías que te estás diciendo pesada tú misma?

—Sí, vámonos —dijo Cam, mirándolo con admiración. Luego añadió, para mi disgusto—. Jackson me ha invitado a su casa.

Mi ceja se arqueó automáticamente, como si tuviera vida propia.

—¿Perdón? —pregunté con evidente sarcasmo—. ¿Vámonos? ¿Plural?

Cam me miró con aire triunfal y respondió con aparente inocencia:

—Jackson me ha invitado a su casa.

—¿Y se puede saber con qué permiso? —inquirí con recelo, cruzando los brazos.

—No es tu casa.

—Pero la de mi hermano sí.

Cam puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.

—No pagas ni tu comida y te crees la dueña —espetó Jackson.

—Pero cuando invitas a alguien, tienes que preguntar a las demás personas que viven contigo.

—Me importa una mierda tu opinión.

¿Pero cuál es tu odio con Cam?

¡Que me cae mal, eso!

¿Por qué?



#2734 en Novela romántica
#875 en Chick lit
#979 en Otros
#315 en Humor

En el texto hay: humor, humor amor odio, sarcarmo

Editado: 11.12.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.