Mismo día del capítulo anterior…
Dylan:
Mi familia está loca; todos y cada uno de sus miembros, lo están…
Eso es algo que, por supuesto, ya sabía, pero cada día lo demuestran superándose en sus propias travesuras.
Hay que tener unos cuantos tornillos sueltos en la cabeza como para espiar una conversación lanzando un teléfono por la ventana y ese es solo el ejemplo más reciente, pues no acabaríamos nunca si me pongo a hacerles una lista. Eso sí, fue divertido y no soy el único que lo piensa, pues nuestros amigos alegan querer formar parte de la familia o, como mínimo, hacerles la visita más a menudo.
—No pareces tan emocionado como deberías —dice Bryan, un par de horas después de haberse encerrado en el despacho de mi tío para una charla seria yerno-suegro.
Estamos en el patio de la casa de la tía Addy, en un rincón apartado, mientras los nervios hacen estragos en mi cuerpo y el resto de los presentes, ajenos a mi estado, se divierten en la velada.
—Estoy demasiado nervioso.
Aaron, a su lado, se ríe por lo bajo.
—No te burles.
—No me estoy burlando; solo sigo creyendo que estás nervioso sin razón. Daniela te va… —No le da tiempo a terminar porque un estornudo lo interrumpe.
Tiene la nariz roja y los ojos colorados. No luce nada bien.
—Tío, estás mal —comento.
—No me había dado cuenta ni dada —responde con su voz cargada de sarcasmo—. Tengo fiebre.
Hace un puchero que nos hace reír a todos.
—Eso te pasa por andar de romántico con el jodido frío que hay y el culo entripado —se burla Bryan.
—Muy chistoso.
Mete las manos en el bolsillo de su abrigo y su cuerpo se estremece.
—Deberías acostarte un rato —le digo.
—Aun no; cuando te le declares a Daniela, me acuesto.
—No te martirices. Emma me puede ayudar en tu lugar.
—Lo haré yo —responde decidido y yo asiento con la cabeza.
Bueno, hora y media después, Emma tiene que asumir el lugar de su novio en los preparativos, pues la fiebre le aumentó y no dejaba de estornudar, así que, su madre, sin darle opción a réplica lo envió a su habitación.
—Está todo listo —dice Ryan de repente y mi corazón sube a la garganta.
Aaron puede decir lo que quiera, pero algo en el fondo de mi alma me dice que la noche terminará en desastre y eso me aterra. Mi plan es pedirle a Daniela que sea oficialmente mi novia, pues, si bien no tenemos esa etiqueta, prácticamente eso es lo que somos y llámenme anticuado si quieren, pero para mí es importante acabar de ponerle un nombre a esta relación. Esto de ser amigos con derecho, hace un rato que dejó de ser atractivo para mí.
No tengo pensado nada extravagante, soy un chico sencillo como mi papá, así que me limitaré a recrear lo que parece ser una propuesta romántica para ella. Hoy protagonizaremos la escena en la que Liam, el protagonista masculino de la historia que está escribiendo, le pide matrimonio a su chica, con la diferencia de que yo solo le pediré que sea mi novia.
—¿Te vas a desmayar? —pregunta Bryan.
—No.
—Pues parece que sí.
Emma, sonriendo, saca a Bryan de mi campo de visión y acapara toda mi atención.
—Todo saldrá bien —me dice.
—¿Segura?
—Claro que sí. Tú preocúpate por pasarla bien con ella y hacerle la pregunta importante. Nosotros nos encargaremos de los efectos especiales.
Me guiña un ojo y me revuelve el cabello.
—Ve a buscarla antes de que nuestras madres descubran que estamos planeando algo; ahí nuestros planes sí terminarán en desastre.
Miedo me da que las dramáticas de nuestras madres descubran lo que estoy a punto de hacer, así que, aprovechando que están todas entretenidas, y luego de respirar profundo varias veces con la esperanza de suministrarme el valor que necesito, me acerco a Daniela que conversa con Luciana.
Está tan concentrada, que se sobresalta cuando la abrazo desde la espalda, pero al darse cuenta de que soy yo, sonríe y se relaja. Detalles como estos son los que me dan a pensar que sí podríamos funcionar.
—Lu, ¿crees que me la puedas prestar un rato?
—Por supuesto, yo iré a buscar a Bryan antes de que la loca de mi madre vuelva a interceptarlo. He tenido que salvarlo de su intensidad en dos ocasiones ya.
Me río por lo bajo. La tía Ari está bastante entusiasmada con el novio de su hija.
—¡La cena está lista! —grita Addyson y mis tripas rugen ante la idea.
—¿Vamos? —pregunta Daniela con una sonrisa preciosa adornando su rostro.
—No, tengo una idea mejor.
—Pero tengo hambre. —Hace un puchero y yo solo me río.
—Ven.
Tomo su mano y en dirección contraria a la afluencia de invitados deseosos de degustar la sazón de la abuela Amelie, nos dirijo, y por la escalera del lateral derecho de la casa, subimos a la azotea. Un lugar de relajación que Kyle se encargó de crear para que su amada esposa pudiese leer con tranquilidad y que, gracias a mis amigos, se ha convertido en el espacio ideal para una cita romántica.