Annalía:
El rostro de Zack al vernos e interiorizar nuestras palabras, vale oro. Estoy convencida de que jamás esperó algo como esto y es obvio que no le gustó ni un poco. Juro que tuve que aguantar con todas mis fuerzas las carcajadas que se empeñaban en salir al percibir sus vanos intentos de que mi presencia constante en su vida, no se materializara.
Pero está jodido.
Pensé en todo y me encargué de que mi plan no tuviese fallas, tanto es así, que no me fue muy complicado convencer a mis padres. Solo me bastó una carita triste, muchos morritos y una larga conversación en la que les expliqué que quería ir a la universidad, disfrutar de todo eso que disfrutaban los jóvenes de mi edad, pero que no sabía qué estudiar. Ya conozco siete idiomas, si me apetece aprender otro, siempre puedo hacerlo por mi cuenta. Me aseguré de dejarles claro que no quería estudiar Lenguas Extranjeras, que, de eso, estaba totalmente convencida...
Una mentira absoluta, pues es precisamente eso lo que voy a estudiar cuando llegue el próximo septiembre. Tengo un amor desmedido por los idiomas y estoy decidida a irme de este mundo, dominando tantos como me sea humanamente posible.
El punto es que, aunque a Aaron no le hizo mucha gracia, usé mi haz bajo la manga. Zack. Él es familia, confían en él y les dije que él no permitiría que nada malo me pasara. Supongo que eso los calmó bastante... Eso y el hecho de que Emma abogara porque era una excelente idea.
Amo a mi cuñada, ¿se los he dicho ya?
Una vez mi familia había dado el visto bueno, el resto fue sencillo. Todos han hecho donaciones a este hospital y Aby ha asistido varias operaciones ante la ausencia de personal calificado. El director solo puso dos condiciones: que no causara problemas y no me interpusiera en el camino.
Me aseguré de que le quedara claro que era un angelito de Dios...
Menos mal que él no me conoce.
Anoche mis padres me preguntaron si estaba segura y dije que sí, sin dudarlo. Zack me odia por algo que no entiendo y detesta tenerme cerca; ahora tendrá que aguantarse. Me convertiré en su sombra y haré que confiese qué carajos ha pasado.
Ver su mosqueo, me ha dejado una gran satisfacción.
Zack-0.
Annalía-1.
Y lo que le espera...
Emma y Lu me proponen regresar a casa y comenzar a partir de mañana. No me opongo; le daré un poco de tiempo para que digiera la idea de que me tendrá alrededor, más de lo que realmente le gustaría. Eso sí, el resto del día y la noche, lo paso de puro nervio. Casi no consigo dormir y, para mi total sorpresa, al día siguiente, a las seis de la mañana, ya estoy totalmente despierta.
¿Ansiosa? Nah, ¿quién dice?
Cuando bajo a desayunar, mi hermano conversa alegremente con nuestros padres y no puedo evitar ponerme nerviosa.
—¿Lista? —pregunta Aaron y yo me limito a asentir con la cabeza—. Come algo, saldremos en diez minutos.
—¿Saldremos? —pregunto dubitativa mientras me acerco a la isla de la cocina y tomo lugar a su lado.
Mi madre me alcanza un vaso de leche y luego de ligarla con unos cereales, comienzo a comer.
—Tengo cosas que hacer por esa zona y me pareció buena idea llevarte.
—Genial —contesto lo más despreocupada posible, aunque por dentro empiezo a temblar.
Mi hermano es una de las personas más importantes en mi vida y, como es lógico, me importa todo lo que tiene que decir. Aunque no lo crean, procuro hacerle caso siempre que puedo, por eso rezo para que no se oponga a mi inminente misión.
Desayunamos en silencio; bueno, yo lo hago en silencio; ellos conversan sin parar intentando unirme a la conversación en la que solo intervengo con monosílabos o sonrisas tensas. Estoy nerviosa.
Cuando llega el momento de marcharnos, mi corazón sube a mi garganta amenazando con salir corriendo y dejarme sola ante la mirada profunda de mi hermano. Me despido de mis padres y, sin más remedio, entro a su coche. Agradezco la música que no tarda en poner y contengo la respiración con la esperanza de que el viaje se haga en silencio.
Los primeros minutos transcurren exactamente como mis deseos, en paz, interrumpida únicamente por la voz de la chica por el reproductor. Pero, por supuesto, aspirar a que sea así durante todo el trayecto, es demasiado.
—Zack me llamó anoche.
Vele, esa opción no la contemplé cuando armé mi plan maestro, lo que hace que mis nervios aumenten.
—Espero que haya sido una charla divertida —murmuro sin apartar la mirada de la ventanilla.
—Me dijo que no era buena idea que hicieras esas prácticas.
Lo miro de repente; en serio espero que no crea lo mismo, pues, por primera vez, tendremos problemas mi hermano y yo. Llámenlo consecuencia de pasar dos años fuera de casa lejos de mi familia, pero he aprendido a ser independiente y detesto que me digan lo que debo o no hacer o lo que es bueno o no para mí.
—¿Y eso debe importarme por que…?
Sonríe de medio lado y por un segundo tengo la sensación de que sabe algo que yo no, pero no me da tiempo a preguntar, pues, luego de cambiar de velocidad, continúa:
—Bueno, tal vez a ti no, pero a mí sí. Me hizo pensar en varias cosas, por ejemplo: lo joven que eres y la cantidad de hombres que estarán alrededor dispuestos a conseguir de ti algo más que una amistad.
Con la rabia bullendo en mi interior, me acomodo en el asiento y me enfrento a su costado.
—En primer lugar, quiero hacer estas prácticas para aprender, no para buscar novio y, en segundo, Zack puede asegurarse de que ninguno de esos hombres se atreva a acercarse a mí.
—Eso último fue exactamente lo que yo le dije.
Hace una pausa malditamente larga y, por algún motivo que no me apetece descubrir, me gustaría saber cuál fue su respuesta.
—¿Qué te contestó?
—Que está demasiado grande para hacer de niñera.
Resoplo con indignación.
Maldito imbécil.
—También me recordó algo que sucedió hace un tiempo. —Continúa, al detenerse frente a un semáforo en rojo.
No sé de qué habla, pero cuando lo miro, sus ojos, tan azules como los míos, me analizan y me atrevería decir que, a pesar de la preocupación, puedo ver un poco de diversión.
—Le tienes pánico a la sangre, Lía. Te desmayas solo de verla.
Resoplo y ruedo los ojos con fastidio.
—Eso sucedió solo una vez y fue… ¿hace cuánto tiempo? —pregunto más para mí que para él—. Tres o cuatro años más o menos. Las cosas han cambiado, Aaron; he crecido, y si Zack se tomara al menos cinco minutos de su tiempo para prestarme atención, se habría dado cuenta de eso.
Uy, sueno muy enojada y bastante dolida.
—Ah, así que es eso lo que sucede.
Frunzo el ceño sin entender.
—¿Qué se supone que significa eso?
El auto se pone en marcha nuevamente y yo solo quiero que se acabe el maldito trayecto, pero mirando al exterior sé que aún queda cerca de media hora de viaje.
—Hace unos años tuvimos una conversación en la que dejaste claro lo mucho que te molestaba que Zack te ignorara.
Me muerdo el labio interior y busco en mi mente cuándo sucedió eso y, no es por nada, pero yo recuerdo las cosas un poco diferentes y así se lo hago saber.
—Corrección, hermanito. Tú espiaste una de mis conversaciones con Tai.
Hace una mueca divertida con sus labios.
—Tecnicismos, mocosa.