7 días y 6 noches

Capítulo 5. Quinta noche

Como de costumbre en esta semana, despierto al piar de los pájaros, que se asoman a mi ventana. Les veo revolotear y de vez en cuando hacen algún vuelo, dichosos ellos, que pueden salir a tomar el aire.

-Voy a desayunar chicos, luego seguimos con nuestra interesante charla -le digo a los dos pájaros verdes y amarillos, que me miran sin entender, porque les hablo.

Mientras desayuno, pienso en todo lo que me ha pasado estos días, y si todo fueron sueños raros? Por distraída, se me cae el vaso de cacao y la taza rompe, tan mala suerte, que un cristal me corta en la mano.

Como si fuera una fuente que emana sangre, empecé a manchar todo el suelo y mesa de la cocina.

Me curo bien la herida, tampoco tengo con que desinfectar, pero cuando era pequeña y me hacia una herida, mi madre decía que el agua de grifo y soplar, era la mejor medicina.

El día pasa como otro cualquiera, sin pena ni gloria. Ceno tranquilamente en la cocina, friego, recojo, limpio la mesa y por supuesto, mi taza de té, que la verdad sea dicha, no recuerdo beberla ninguna de las noches pasadas.

A la hora exacta, a la hora en punto de todos los días, las luces empiezan su baile de apagarse y encenderse, hasta que se cansan y se apagan del todo.

Oigo un ruido por el suelo, como si alguien rascara la vieja madera de la casa. Enciendo una vela, y me doy cuenta que me queda una sola en la caja.

Paso la luz por el suelo, pero no consigo ver nada, pero el ruido persiste y cada vez más fuerte.

-Mierda! -digo cuando resbalo, con lo que debe de ser agua -lo que me faltaba, que me rompiera la crisma.

Al apoyarme en el suelo, me mojo la mano, pero es un líquido nítido, nada que ver con el agua. vuelvo a encender la vela y acerco la mano.

Es sangre, pienso en la herida, pero es en la otra mano. Estoy sentada en un charco de sangre, que se hace más grande, que sale de la parte de debajo de la casa.

En menos de cinco minutos, hay una inundación de sangre en toda la sala. Me subo al sofá, aquí estaré a salvo.

Aunque viendo, con la rapidez que sube el líquido, dudo que me de tiempo a llegar a las escaleras.

La vela se me cae, me quedo a oscuras, notando como la sangre va invadiendo, miro hacia la ventana, está abierta, se supone que por ahí, puede salir, es cuestión de esperar.

Pero la espera es inútil, no entiendo de donde sale tantos centímetros cúbicos de sangre. En menos de un minuto, lo tengo llegando al cuello, no es por meter presión, pero no sé nadar…

Escalo en el sofá, pero es inútil, resbalo con la sangre y caigo al fondo de esa laguna roja. Me hago la muerta, como me enseñó mi madre, y pronto empiezo a flotar al exterior.

Abro los ojos, y veo en la lámpara de araña a la muñeca de porcelana, que me sonríe maliciosamente.

-Ven, dame la mano -le intento extender, pero no llego -dime que te irás de la casa, y vacío la habitación.

Niego como puedo.

-De eso nada, la casa es mía -le grito -iros vosotros -le estoy gritando a una muñeca que me quiere salvar la vida.

Esta loca, se pone encima de mi cabeza, quiere meterme debajo y que me ahogue, intento luchar contra ella, pero es inútil.

Salgo a respirar un poco de aire, pero algo me tira hacia abajo.

Sigue subiendo el volumen de sangre, no puedo más, me dejo hundir, se me acabaron las fuerzas. Intento aferrarme a cualquier cosa que me mantenga a salvo, pero no lo consigo. Empiezo a hundirme, poco a poco.

-Abre los ojos! -obedezco y veo a Miss Simpatía de las muñecas nadando a mi lado, mientras mi cuerpo, se va sumergiendo lentamente -vete a la puerta -niego lentamente -VETE A LA PUERTA Y SAL DE MI CASA!!

La miro, extiendo mis brazos hacia ella y la cojo por el cuello, ella pelea, pero consigo que se hunda conmigo, va cerrando esos ojos negros profundos, a la vez, que ahora soy yo, la que sonríe. Si yo muero, ella va conmigo.




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