—Entonces... ¿Qué piensas de lo que acaba de pasar?
Alana y yo perdimos nuestras respectivas clases de la mañana y aún falta una hora para que podamos ir a la siguiente. Por lo cual nos encontramos sentados en las escaleras de la entrada, observando el frente de la universidad como si se tratara de una entretenida película.
—Roger tiene que aceptar nuestras disculpas después de la noticia que vamos a darle —contesto.
—No me refiero a eso, sino a lo otro —se queja.
—¿Que te gusta un chico gay? —pregunto.
—Mejor seria que tu le gustas a uno —contraataca.
—Bueno, he decidido que no voy a pensar en ello, al menos por lo que resta del día. Quizá al llegar a casa me altere un poco... mucho —confieso.
—Entonces —se queda pensativa unos segundos—... ¡Supongo que debo repetir la pregunta mañana!
Se echa a reír estúpidamente. Volteo a verla con molestia y le empujo del hombro, haciéndola caer contra el suelo.
Ahora si tengo mi turno para reír mientras la escucho quejarse entre dientes.
—¿Le dirás a Roger? —insiste en el tema.
—Por supuesto —respondo.
—¿Y a tus papas?
—¿Por que parece que fui yo el que confeso que le gusta el capitán del equipo de béisbol? —me quejo.
—¿¡Que!?
Un grito de fondo nos sobresalta.
Volteamos hacia el sonido para descubrir a Roger mirándonos con los ojos muy abiertos.
¿Acaso una hora pasa tan rápido? Siento que nos sentamos hace unos minutos apenas.
—¿Que haces acá? —pregunta Alana mirando la hora en su teléfono—. Aun no acaban las clases.
—Me sentí muy mal por haberlos ignorado —confiesa, tomando asiento a mi lado.
—Nosotros nos sentimos peor y por eso tuvimos que recurrir a medidas extremas de ayuda —dice Alana como si Roger pudiera entenderle.
—¿Por que no me habías dicho que eras gay y que ademas te gusta Alexandre?
Roger la ignora y dirige su atención hacia mi.
Como quisiera que la tierra me trague.
—Porque no es cierto. El se me confeso y dijo que iba a ayudarnos a ayudarte a conquistar a Ángela —me enredo.
—Mario... eso suena como un sueño muy bonito pero nada real —comenta incrédulo a quien llegue a llamar mi mejor amigo.
—No debí haberte defendido cuando te llamo idiota —mascullo.
—No, no debiste. Todos saben que no es buena idea meterse con el. Sabe muy bien como usar un bate —habla en voz baja.
—¿Oíste? Sabe usar bien el bate —susurra Alana con su horrible y poco sutil doble sentido.
Giro el rostro para verla y se echa a reír divertida.
—Ahora resulta que todos están locos por el y yo ni enterado —murmuro.
—Mis oportunidades con Ángela han aumentado un cinco por ciento y todo gracias a ti —pasa su brazo por mi hombro.
—Si, se ha sacrificado por nosotros y por el bate de Alexandre.
Empujo a cada uno y me cruzo de brazos con molestia, alternando la mirada de un lado a otro.
—Primero: no miento con la confesión y Alana, alias traidora, es una testigo; poco fiable, pero testigo al fin y al cabo.
Me levanto bruscamente para que puedan tomar mis palabras con un poco mas de seriedad. Ademas mirarles desde un punto mas alto me hace sentir mas en control de la situación.
Conociéndolos pueden hacer que acepte lo que ellos dicen solo por hacerlos callar y olvidar lo sucedido.
—Segundo: el tipo quedo de ayudarnos, pero no me convence del todo que le permitamos eso. Piénsalo bien Roger —le señalo.
Levanta las manos como si estuviera siendo interceptado por un policía.
—Tercero y ultimo: no se como tomarme lo sucedido, así que por favor no me hagan hablar mucho del tema por el día de hoy. Si es posible no digamos nada. Me siento lo suficientemente raro ya, ¿Ok?
Los apunto a ambos al mismo tiempo con mis dedos indices y hasta que no los veo asentir eufóricos ante mis palabras, no me permito bajas los brazos.
—Listo —digo para dar por terminada esta conversación.
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Editado: 19.12.2024