7 pasos para obtener tu amor

Capitulo 8

Bueno, hemos omitido los dos primeros pasos del increíble plan porque, ¿Es en serio? ¿Tan importante son los nombres? Roger parece tener alguna clase de fetiche con ellos y como sigamos haciéndole caso en eso, vamos a terminar la universidad y no tendremos ningún avance en el plan que ideo.

Así que nos vamos inmediatamente al paso 3: coincidir con Ángela en alguna actividad que realice por fuera de la universidad.

En pocas palabras y para resumir, nos hemos vuelto unos asquerosos acosadores que mantienen una distancia algo prudente de la susodicha para descubrir hacia donde se dirige.

Es viernes, esta soleado y las clases terminaron temprano.

De todas formas y para reducir un poco el peso de los cargos que podrían caernos encima, cabe destacar que cada quien fue a su respectiva casa para prepararse y nos reunimos cerca del hogar de una de las amigas de Ángela, la única lo suficiente escandalosa como para que pudiéramos descubrir su dirección sin necesidad de preguntarle.

Comienzo a preocuparme cuando deduzco el sitio al cual se dirigen y se que mis compañeros deben haber caído en cuenta también.

—Creo que deberiamos intentar otro dia —comento.

Roger gira su cabeza tan rápido que parece el exorcista y la mirada que dirige me hace tragar entero y elegir el silencio por lo que resta del camino.

No voy a discutir con mi amigo cuando se encuentra tan decidido con algo pero también se que no voy a adentrarme mas allá de lo que se llegue a requerir. Aun con todas las quejas que puedan poner los otros dos.

—Mi miedo se volvió realidad —susurra Alana.

Frente a nosotros se visualiza la entrada al parque del amor, como solemos decirle muchos. Esto debido a las múltiples parejas que han sacado de acá por estar perturbando la tranquilidad con sus gemidos y actos que deberían considerar realizar en la privacidad de un motel. Las zonas pobladas de arboles le han dado el morbo para un aventura rápida.

De todos modos nosotros no nos dirigimos hacia esas zonas, aunque no creo que a estas alturas alguien aun tenga el atrevimiento de hacer algo.

—Lo sabia —murmuro.

Ángela y dos de sus amigas están recorriendo el camino hacia el centro del parque, un espacio amplio y fresco, donde una fuente se encuentra adornando el lugar y al lado de esta se organizan las señoras y jóvenes con entusiasmo por la clase de zumba que comenzara en breves minutos.

Roger se frena de golpe y casi nos hace tropezar con el.

—¿Que sucede? —pregunta Alana.

Puedo adivinar en lo que esta pensando Roger pero si abro mi boca, en lugar de darle palabras de aliento y apoyo, voy a burlarme de el y criticarlo por no haberme escuchado antes cuando intente frenarnos a tiempo. Ya estando aquí resulta mas difícil simplemente darse la vuelta y huir.

—No vine deportivo.

Nos mira de arriba hacia abajo. Alana tiene un overol de short en tela algodón, por lo cual resulta cómodo y yo estoy con mis habituales camisetas dos tallas mas grandes y mis amados pantalones de pijama, como suele llamarlos mi mamá; en cambio Roger trajo un pantalón ancho en tela algo rígida y tiene una camiseta se mi-ajustada.

No creo que le vaya a dar mucho problema para bailar pero en definitiva desentona con todos los demás.

—Entonces deberas dar un paso al costado e intentarlo otro dia.

Alana repite lo que causo que me miraran como si hubiese sugerido un beso de tres. Solo que ella tiene la suerte o privilegio de hacer dudar a Roger sobre su decisión de llevar a cabo el plan el día de hoy, sin tener ningún plan o investigación previo.

—¡Vamos, vamos, vamos! ¡Sin pena ni temor! ¡Vamos, vamos! —la profesora, una señora muy activa con el cabello rubio, se coloca al frente de todas sin esperar a nadie mas.

Somos obligados a organizarnos por nuestras compañeras de la tercera edad y quedamos como estatuas mientras el resto comienza a marchar en su sitio al ritmo de la música techno. Nos miramos entre nosotros con confusion sobre lo que debemos hacer a continuacion.

—¿Y tu plan? —dice Alana con el ceño fruncido.

—Bueno, no sabia que sus actividades eran tan deportivas —murmura.

—¿Te sorprende? —se queja nuestra amiga.

Soy quien los separa de lanzarse el uno contra el otro.

Por una parte entiendo a Alana, ya que Ángela esta en el equipo de porristas, por lo cual se puede sobreentender que le gustan los planes que impliquen movimientos físicos; por el lado de Roger, y utilizando mis poderes de mejor amigo para entenderlo, consideraría que al tener que entrenar tan exhaustivamente sus rutinas de baile, sus actividades por fuera de todo eso serian mas relajadas y sencillas para poder tener un equilibrio de todo.

Ellos continúan quejándose el uno del otro sobre la situación en la que nos encontramos y yo solo estoy parado en el medio como una estatua.

—¡Chicos, por favor, activos! —el regaño suave de la profesora los hace volver la mirada al frente.

Nos movemos como unos robots al compás de la música. Alana logra seguir el ritmo con rapidez, cosa que no nos sorprende si estamos acostumbrados a verla bailar hasta el himno nacional, con coreografía incluida; Roger, por otro lado, va a destiempo de un modo que me hace apartar la mirada por la vergüenza ajena que siento; Manos arriba, Roger las baja.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.