9 Días Para Enamorarme

Capítulo 11; Dolor

A la mañana siguiente asistí a la novena, se trataba del último día. Tiana me acompañó y cantó a mi lado mientras su madre atendía la organización de un pequeño evento en el que recolectarían recursos para algunos niños discapacitados de las familias que asistían allí. Al terminar la celebración fui con Tiana hacia el sitio del evento y, junto con otras personas, preparamos el lugar para dar bocadillos a los niños.

- Hoy tampoco viene Gabriella – dijo Tiana tomando mi brazo -, el año pasado fue igual. Dice que tiene que ir a orar por su abuela.

Yo sabía el motivo de la ausencia de Gabriella y actué como si Tiana tuviera la razón real, aunque en parte estaba en lo correcto. En medio de todo el alboroto y la comida, además de juegos y canciones navideñas, los niños mostraban su alegría a pesar de los problemas que enfrentaban. Tiana no era la única que tenía que vivir atada a una silla de ruedas; aún así todos sabían vivir mejor que yo, con más voluntad para sonreír de la que yo había tenido por años.

Al ver todo el evento y las palabras de agradecimiento de los niños y sus familias, decidí hablar con la madre de Tiana para obtener la información que me faltaba sobre la relación entre Tiana y Gabriella. La mujer me confirmó la buena voluntad de Gabriella y el cariño que la pequeña Tiana le tenía. Mencionó también que hacía más de tres años, Tiana había necesitado dinero y alguien que la cuidara debido a su enfermedad, ante lo cual Gabriella acudió amablemente cuidando de la niña en sus tratamientos, incluso usó su sueldo para ayudar a pagar los gastos médicos de Tiana. La madre de la niña en verdad estaba agradecida con Gabriella.

La madre de Tiana se ocupó de nuevo y la niña aprovechó el tiempo para contarme su plan de cada año para agradecer a su amiga Gabriella. La pequeña, con sus propias manos, escribía una carta y la decoraba para su amiga Gabriella. Junto a eso solía dejar un billete que, según lo indicado por Tiana en la carta, mi compañera debía gastar para algún ser querido.

- Al final, cada año Gabriella me compra algo a mí con ese billete – dijo la niña con tristeza -. Me gustaría que lo usara para comprar algo lindo a su novio o un familiar, pero nunca pasa. ¿Crees que ella esté triste por estar tan sola?

- No está sola – dije, procurando mantener la sonrisa de aquella niña que se había apagado al contarme lo ocurrido -, ella te tiene a ti ¿no es cierto? Además, si estuviera triste estoy seguro de que esa carta tuya la alegrará mucho ¿cuándo se la entregarás?

- Quería hacerlo esta noche, pero ella sabe que debe abrirla en navidad – dijo Tiana sonriendo de nuevo.

- Tiana, ¿me dejarías ayudarte? Tengo una idea para darle algo lindo a Gabriella – dije.

En cuanto la madre de Tiana se desocupó le pedimos que nos tomara una foto a Tiana y a mí, después las dos me acompañaron a imprimir la foto y le dije a Tiana que podía incluir esa foto en el sobre con la carta y el billete que daría a Gabriella.

- Eso es muy lindo de su parte – me dijo la madre de Tiana.

- Sí mamá – dijo Tiana -, Jacob es muy lindo conmigo y con Gabriella, ¡ella tiene un novio genial!

- ¿Novio? - dije con sorpresa por lo que acababa de oír.

- Discúlpela – dijo la madre -, Tiana a veces es imprudente y no sé de dónde sacó eso de que usted y Gabriella son novios.

- Ella me lo dijo mamá, dijo que le gustaba él – dijo Tiana.

La madre trató de callar a la niña y empezó lo que parecía un regaño por su imprudencia, sin embargo la pequeña estaba muy segura de lo que dijo y me miraba con confusión, como si esperara que yo resolviera la situación de alguna manera.

- Espere señora – dije a la madre, interrumpiendo el regaño -, Tiana tiene razón. Gabriella es mi novia.

Por lo que pude averiguar, nadie tenía mucho conocimiento sobre la vida personal de Gabriella, aunque la madre de Tiana me confirmó que en efecto en esos días se cumplía el aniversario de la muerte de la madre de Gabriella. A pesar de conocer el lugar en que vivían y a varios de los vecinos, la madre de Tiana tenía poca información sobre la familia de Gabriella o su padre.

Gabriella lloraba en su lugar, como si recién hubiera perdido a su madre y a su abuela. No me enteré en ese momento, pero ella oraba y lloraba recordando a su madre cada año. La navidad para Gabriella solamente era alegre cuando recibía la carta de la pequeña Tiana, pero esos días cargaban la mancha de la soledad y la tristeza profunda de Gabriella. Yo ya estaba en casa, preparando una cena especial con la esperanza de entregar a mi compañera un motivo más para mantener esa sonrisa y esa luz en su mirada que tanto me había encantado. Mientras yo resolvía problemas culinarios, ella secaba sus lágrimas y se preparaba, pues hacia poco tiempo había recibido mi llamada invitándola a cenar.

Gabriella no sabía de mis intenciones claramente. Esa noche, tras llamarla y dejar todo listo en casa, tomé un taxi y fui a su casa. Gabriella salió en cuanto accioné el timbre, tras mi llegada. Estaba simplemente hermosa, pero su semblante parecía apagado todavía y conservaba una mirada dubitativa que me dejaba ver su inseguridad ante mi invitación. Al poco tiempo de mi llegada llegó Tiana con su madre, traían la carta que pensaban dejar bajo la puerta de Gabriella.

- ¿Tendrán una cita de novios? – dijo Tiana, antes de despedirse de Gabriella con un abrazo.




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