La adolescencia es una edad complicada y eso Brenda lo sabía muy bien. Es la edad de las salidas nocturnas, la rebeldía, los cambios corporales. Como así también es la edad para escuchar música, jugar videojuegos, salir de fiesta. Brenda notaba en dos de sus amigas que ellas tenían desgano, no las motivaba estudiar. La adolescencia son los últimos pasos para llegar a ser adulto. La edad ideal para enamorarse. Estar de novio, poder compartir todo con esa persona elegida, quizás los mejores momentos de la vida. El primer amor generalmente siempre llega entre los catorce y dieciocho años. Para ella ser adolescente es lo más. Ella quería disfrutar de su adolescencia, porque solo se vive una sola vez. Quería enamorarse. A los trece años se adaptó rápido a los cambios. Una de sus amigas soñaba con tener una vida perfecta cuando sea adulta, porque creía que quizás soñándolo o imaginándolo, lo que ella quería se podría hacer realidad. Las amigas eran influyentes en la vida de Brenda.
La adolescencia para Brenda, era ese deseo por descubrir cosas nuevas en la vida. Aprender cosas desconocidas. Florencia otra de sus amigas, la típica adolescente enamorada, que ve las fotos del chico que más le gusta y se enamora. Brenda la consideraba una buena amiga. A los catorce años surgieron preguntas existenciales en su cabeza, que habían surgido en su niñez pero en su adolescencia se volvieron más profundas. A los trece años se le ocurrió teñirse el pelo, fue solo una ocurrencia, ya que a los quince sus padres recién la dejaron.
A Brenda en la escuela le gusta un chico que no es considerado de los populares, es más bien reservado, pensativo, inteligente. Es algo participativo en clase, hace dos años que ella siente algo especial por él.
Una tarde Brenda llegó con su boletín de calificaciones a su casa, con cierto temor se lo acercó a su mamá para que lo mirara. Algunas de sus notas eran bajas, por eso estaba nerviosa. Al ver cinco notas bajas su mamá se enojó. El boletín lo decía todo.
Brenda se fue a su habitación, y se quedó mirando el techo, sentía decepción por sus notas, después encendió la televisión para entretenerse, ya no le importaban sus calificaciones en la escuela, porque estaba cansada de que sus amigas salieran y ella no.
La película se volvió intensa, su curiosidad la llevó a averiguar información por internet. Al otro día se puso a leer una novela de misterio, con mucho entusiasmo, no podía parar de leer, leyó hasta que se cansó. Brenda solo perdía el tiempo, sin darse cuenta que estaba descuidando sus estudios.
Unos días después, decidió ver una película de ciencia ficción en su habitación, a ella el género le parecía interesante. Cuando la terminó de ver, Brenda dijo supongo que no tengo otra elección, voy a ver otra. Cuando iba por la mitad comenzaba a cansarla, pero aun así seguía viéndola.
Al transcurrir unos días Brenda se puso a ver una película romántica, en un pendrive tenía grabadas alguna. Antes solía visitar con frecuencia a una de sus amigas, pero con el tiempo eso se fue perdiendo. Una noche su mamá y su papá decidieron hablarle.
—Hija sabés que estamos notando que estas descuidando tus estudios —le dijo Angélica.
—Si es porque quiero salir a bailar, y ustedes no me dejan —le respondió Brenda.
—Cuando cumplas diecisiete, te vamos a dejar salir —le dijo Angélica.
—Pero faltan ocho meses, para que cumpla diecisiete —le respondió Brenda.
El padre escuchaba, pero se mantenía un poco al margen de la conversación, hasta que soltó sus primeras palabras.
—Antes yo te elogiaba por sus notas altas en geografía, matemática y lengua, pero ahora estoy decepcionado de vos. Brenda yo quiero volver a sentirme orgulloso de vos. —le dijo Mariano.
—Papá te prometo que voy a estudiar más —le respondió Brenda.
—Bueno probablemente te dejemos salir antes que cumplas los diecisiete, si nos aseguras que vas levantar esas materias —le dijo Mariano
—Sí, a los dos les prometo que voy a esforzarme más en mis estudios —le respondió Brenda.