A Esa Hora

Lo que fuimos I

Nunca había amado las mañanas tanto como esta.

Nunca había sido tan atrevida como ahora.

Pero cuando divisó su figura, no pudo simplemente quedarse quieta. Era la oportunidad perfecta. Podría hacer un movimiento con él por fin. Así que no lo pensó mucho cuando bajó el vidrio de la ventana y le gritó.

—¡Hey, Ehecalt!

Él nombrado se enderezó, dejando de caminar por un momento para buscar la voz que lo llamaba. Parecía tenso, casi asustado, tal vez hasta pálido. Una reacción completamente normal ante la situación, supuso ella. Cualquiera se asustaría si oyera su nombre en la calle a las 5:00 de la mañana. 

Con un movimiento de mano atrajo su atención y pudo ver cómo sus hombros caían con tensión liberada, incluso hubo un suspiro de alivio casi imperceptible para el mal observador. Él la saludó con la mano de vuelta.

—¿A dónde vas?—gritó ella.

—Universidad— respondió él.

Maravilloso, pensó ella. Podría acercarlo, o incluso llevarlo hasta su escuela. No importaba que eso la retrasara un poco, los chicos entenderían, se burlarían, sí, pero no se enojarían. 

—¿Te llevo? Tengo espacio de sobra— señaló el auto, donde no había un alma más que ella.

Ehecalt lo consideró un poco antes de decidirse a cruzar la calle y llegar a ella, que se apresuró a abrirle la puerta del copiloto. Él se subió con una sonrisa incómoda. 

—¿No te interrumpo?

—Para nada— dijo rápidamente—, también voy a la escuela, pero llego en menos de diez minutos.

—¿Entras tan temprano?— le enseñó la hora en el celular, su ceja marrón clara enarcada. 

Claro, era de madrugada y ninguna escuela abre a las 0500.

Eh…

—No, qué va—se río, porque su cerebro no funcionaba bien con él a menos de un metro de distancia, compartiendo el mismo aire…—. Mi hora es a las siete, pero tengo que comprar algunas cosas antes— una mentira, en realidad tenía que llegar a prepararse para la presentación grupal. Detalles. 

—¿Segura que no interrumpo?— insistió.

—Nop. ¿Y qué hay de tí? ¿Por qué tan temprano?

—Tengo que transbordar y no tienes idea de cuanto se tardan en pasar.

—Razonable—coincidió ella—, ¿y hasta donde vas?

Ella estaba tan emocionada que ni siquiera le importó lo entrometida que sonaba. Era la primer conversación decente que tenían en años, joder… No sabía qué decir. No podía pensar.

En teoría, ellos se conocían. Habían sido vecinos durante sus largos 17 años de vida y sabían quienes eran. Se ubicaban y algunas veces, hasta se saludaban y compartían breves palabras. No eran precisamente amigos, pero ajá, nada que no se pudiera remediar durante este viaje.

—Estudio en la Universidad del Estado, ¿y tú?

Parecía que el día de hoy solo podía mejorar. ¡Iban a la misma Universidad! 
Ella se preguntó brevemente cómo es que nunca lo había visto.

—Parece que vas a llegar demasiado temprano hoy—le dedicó una mirada y una sonrisa rápida mitar el frente de nuevo para arrancar el auto. Dios… quería verlo, pero estaba manejando—. Vamos al mismo lado.

—¿Enserio?—De soslayo, ella pudo ver como cambiaba su postura a una más relajada, girando sobre su costado para verla de perfil. Ella deseó poder girarse también—. ¿Y qué estás estudiando?

—Mecatrónica—respondió con una mueca—. Y antes de que me preguntes, no. Detesto la carrera.

—Sin preguntas entonces—Ehecalt se rió, y su risa hizo que ella se sintiera cálida de pronto, como si no hubiera un clima terrible afuera. Aquí, dentro del carro, con ellos dos, era cálido.

Ella quería que preguntara, que se interesara más, pero también sabía que era mucho pedir para la primera conversación.

—Si te interesa, yo estoy estudiando Bioquímica—comentó, con una sonrisa que ella odió no poder apreciar mejor.

—No te ves cómo alguien que estudiaría Bioquímica— dijo, pero no como un insulto, si no como una observación.

—¿Gracias?—dijo él, arqueando una ceja marrón claro—. Tú tampoco pareces exactamente una Tony Stark.

Ahora ella se rió. 

—Ojalá hiciéramos algo parecido a Tony Stark. Eso haría más soportable la carrera. ¿Y a tí te apasiona la Bioquímica o la detestas como yo mi carrera?

—Meh— se encogió de hombros. Y ella aprovechó el semáforo para verlo—. No es exactamente la carrera de mis sueños, pero está bien. Me gusta. Tengo profesores apasionados y que enseñan con mucho… ay no sé, ¿cariño? Y hay una Científica en específico que está particularmente interesada en guiarme, como soy bueno memorizando cosas, ella me pone pruebas y hasta me ha llevado a su laboratorio para que me familiarice. 

—Eso está muy bien—ella estaba genuinamente feliz por él—. Hacer contactos es todo en cualquier carrera. Una oportunidad así no la tiene cualquiera, aprovecha y tal vez hasta firmes un contrato antes de terminar. 

—Ojalá sí. Gracias.  ¿Y en qué cuatrimestre vas tú?— preguntó él.




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