A escondidas

EL COMIENZO DE LA LOCURA.

Todos fijaron la vista hacia las escaleras de cristal donde ella venía bajando, sus pasos resonaban al bajar y eran decididos como toda ella, era hermosa tenía un cuerpo increíble y su piel brillaba.

"Ella era luz."

Todos murmuraban al verla por segunda vez; era una fiesta elegante y habían muchas mujeres hermosas pero ella se llevaba todas las miradas del público.

Los dos se quedaron embobados viéndola sabían que desde que terminara la fiesta tendrían su momento a solas y podrían hablar con ella y por fin decirle con quienes iba a tener negocios; se conocían, todos la conocían, la espiaron cuando ella se metió a ese mundo llegó para quedarse con todo y así lo estaba logrando, ella sola construyó su propio imperio y prometió que nadie iba a quitárselo.

Se había creado su propia novela donde todos la alaban y así era; todos creían en ella y tan solo a  dos fiesta había asistido.

"Pero todo plan tenía su falla."

Ellos la miraban pero ella no a ellos, ellos sabían que no se robarían su atención ni aunque se un minuto de esa noche o al menos ellos no se dieron cuenta por que ella sabía que ellos estaban en ese lugar y también sabía el porqué estaban allí; estaba nerviosa claro que lo estaba era su segunda vez presente con ellos.

En una de sus grandes fiestas.

Se lució, le quedó justo como siempre lo había soñado, estaba funcionando excelente todo estaba pasando de acuerdo al plan, ella estaba bien confiada que estaba segura de que en ese lugar no le pasaría nada pero se descuido que cuando estuvo más apartada no sintió como fue arrastrada por un brazo hacia una de las enormes oficinas de ese lugar.

Cuando ya estuvo dentro pudo sentir como fue pegada a la pared sin ninguna delicadeza que jadeo al sentir el filo de la navaja en su garganta, abrió los ojos sorprendida y sintió que iba a desfallecer en ese instante.

Pero no lo hizo al observar a las personas en esa oficina.

Se hecho a reír viendo como el que estaba presionando su garganta con el filo del cuchillo era detenido por sus príncipes como lo llamaba ella.

—¿Por que siempre intentas asesinarme si sabes que no podrás?

—¡Cállate la puta boca, puta!

—No te alteres corazoncito puede ser que termines sin novia.

Se volvió a reír al ver como el la agarró por su cuello de nuevo.

—¿Por qué eres así, que te he hecho?—la soltó y se pasó una mano por su cabello desesperado por la situación—¡Maldición, dime qué diablos quieres para que nos dejes en paz!

Intento agarrarla de los hombros pero se interpusieron en su camino de forma protectora.

—¡No te le vuelvas a acercar en ese estado!

No se caían bien aunque compartían amigos nunca se llevaron bien o eso pensaron, a pesar de cargar la misma sangre a pesar de ser hermanos nunca se llevarían bien.

—Déjalo, déjalo que se acerque, déjalo que me pegue si así dejará de ver que nunca lo dejaré en paz hasta el día de mi muerte.

Todos sabían algo, sabían muchas cosas.

Los secretos los mantuvieron unidos y ella siendo la única mujer capaz de cumplir las cosas más horribles por su grupo, todos eran capaz de hacer todo por el otro en ese grupo
pero ella siempre le tocaba lo más fuerte, lo más horrible y todos ahí se sentían mal al tener que a veces presenciar las cosas de ella.

—¡Puto loco!

Se alarmó al ver como el puño de su atacante chocó con la pared al lado de ella, brinco del susto por eso soltó esa palabra que ella nunca diría al frente de otras personas que no sean ellos.

Lo apartaron de ella de una forma brusca que casi choca con el escritorio y si llegaba a chocar tumbaría al hombre que se encontraba atado al lado del escritorio.

Se sorprendió cuando vio que por fin lo tuvo al frente después de tanto tiempo.

Tenían problemas sin resolver y ella se las cobraría toda y cada unas de sus deudas.

Pero no sería el momento tenían otras cosas que hacer.

Se había vuelto sadica y vengativa con solo 21 años, a esa corta edad ya tenía a un grupo de hombres a sus pies y cada uno de los hombres del grupo morirían por ella, darían su vida por ella y matarían por ella.

Esa fue su promesa, aunque uno de ellos estaba enamorado y otro solo obsesionado.

En el salón los presentes sabían que había la reunión de los miembros más importes que conformaban el clan de los siete, conformado por seis hombres y una mujer que decide por todos.

En la oficina ella se dirigió hacia al hombre que estaba parado al lado del escritorio con pasos elegantes que los dos obsesionados con ella se fijaron en cómo iba vestida y lo hermosa que se veía con el vestido plateado por encima un poco de las rodillas y sus tacos un poco dorados.

Ella se paró al frente del hombre y se giró hacia los suyos.

Bajaron al hombre y lo pusieron en un esquina.

—¿Quién me hace el favor?

Pregunto a lo que caminaba un poco más para ser observada más de cerca por los seis restantes hombres, ninguno habló y tuvieron que mirar hacia otro lugar incómodos por la situación, dos tuvieron que mirar hacia otro lado para no verla desnuda ya lo habían hecho muchas veces pero tenían novia y tenían que respetar.

El menor de todos ellos se adelantó a ayudarla a quitar el vestido se conocían se llevaban bien.

Por eso tenían mucha confianza entre ellos pero no a mayores.

La puerta se abrió y le dio paso a dos hombres de la orden Maritana a los mismos hombres que la estaban observando sabiendo que ellos tomarían posesión de ese pequeño cuerpo esa misma noche.

Ella ya no sentía.

Ella solo sonreía cuando estaba con ellas.

Ella sonreía cuando estaba con ellos.

Ella sonreía cuando había reuniones con ambos grupos.

Ella los amaba a todos.

Ella hacia todo por ellos por sus dos grupos compuesto por 5 mujeres incluida ella y seis hombres que aunque alguno no mostraban sentimientos hacia ella la querían como su hermana y otros como su pareja.




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