A Hidden Secret

Capítulo 5

Busqué un lugar a solas para poder hablar con Evil, ya que cuando lo hago mi exterior entra en un viaje en el que no se siente ni se ve nada. Es como si no hubiera más a mi alrededor. Esto me permite contestarle, ya que aún no controlo bien el hablar mentalmente con otra voz que no es mi conciencia, sino otro ser que está dentro de mi cuerpo.

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No sé si lograste escuchar o no, pero Kristian se reportó enfermo.

†Llévame con él.†

Jonah dice que no quiere ver a nadie. Después, él dirá qué es lo que le pasó, ¿sí? Tranquila.

†Está bien... alguien se acerca.†

¿Quién?

†Es Félix. Aléjate; no me cae bien.†

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Al regresar a la realidad, noté que sí era Félix, pero no estaba solo. Venía con otros chicos que pertenecen a su manada y con los cuales me llevo bien.

—Hola, princesa. —Dejó un beso en mi mejilla y después se sentó a mi lado.

—Holis. —Sonreí.— Hola chicos, tenía días sin verlos.

—Alguien nos mantuvo ocupados arreglando algunos asuntos. —Miraron en dirección a Félix, y él solo se encogió de hombros.

—Estrellita, ¿cómo han estado tus días? —Mi mirada pasó a aquel chico de ojos celestes tan lindos como el mismo cielo.

—Todo bien hasta el momento, Nils. ¿Y tú?

—Ya recibió a su lobo. —La voz de Christopher se escuchó así, metiéndose en la conversación.

—¡¿Cómo es?! ¿Cuál es su nombre? —El chico de ojitos bonitos sonrió al ver la emoción que me causó al haber escuchado las palabras de Christopher.

—Su nombre es Ares y es oscuro como la noche.

—Espero pronto poder verlo. —Él asintió.

—Por cierto, Estrellita, ¿es verdad que tú tranquilizas al lobo de Félix cuando está inquieto?

—Sí, solamente huele mi cuello unos minutos y ya.

—¿Será que con el mío funcione? Es que ha estado muy inquieto desde que lo recibí.

—No lo sé, pero se podría hacer el intento. —Como no todo es bello, a una personita no le agradó mi contestación, ya que se escuchó un gruñido de su parte.

—Tranquilo, fiera. Ese lobo no se comerá a tu princesa. —Contestó Christopher burlonamente. Era normal que él dijera cosas así, pero Félix nunca las tomaba en serio; solo lo ignoraba. Aunque a mí me causaba gracia ver su cara de seriedad cada que se incomodaba, pero esta vez no fue así.

—No tienes por qué meterte donde no están pidiendo tu opinión, así que como buen perro que eres, deja de ladrar.

—No tienes por qué contestarle así. —Bueno, también me dirá perra, ya que me estoy metiendo en lo que no me importa.

—Puedo contestarle de la manera en la que a mí me plazca. Es integrante de mi manada, por lo cual le hablo de la manera en que quiera hacerlo. Así que tú tampoco te metas en pláticas ajenas, Daenerys, porque yo no me meto en lo que haces con tu manada ni con tu familia. Solo hazme el gran favor de callarte. —Por su forma de contestar, me di cuenta de que estaba algo molesto. Solo lo observé por algunos segundos para después centrar mi mirada en Chris y en Ares, que ya había tomado el control del cuerpo de Nils.

—Está bien; no me vuelvo a meter. —Solo me limité a responderle eso.— Chris, ¿podrías ir a mi casa y decirle a Asha que vas de mi parte?

—¿Por qué? —Preguntó algo confundido.

—Solo ve; estando allá te explicará. —Él miró por última vez a Félix antes de irse.

—Me estás restando autoridad, ¿sabes? —Sonreí ante lo que dijo.

—Dime quién le está restando autoridad a quién, Félix. —Miré a Nils que ya no es Nils. ¿Cómo lo sé? El color de sus ojos es diferente.— Ven, Ares. —Dije al lobo que ahora controlaba aquel cuerpo. Él asintió y comenzó a seguirme hasta el árbol que está antes de llegar a la cancha de fútbol.

Pasaron algunos minutos desde que mantuvo oculto su rostro en mi cuello. Algunos estudiantes de otros grados que lograron vernos seguramente ya se inventaron el chisme del día y nos tienen de comidilla en toda la escuela. Siempre por lo más mínimo, inventan cosas.

—¿Ya estás más tranquilo? —Pregunté mientras acariciaba su cabello.

—Sí, disculpa las molestias. —Dijo cerca de mi oído, casi en un susurro, para después alejarse y sentarse enfrente de mí.

—No te preocupes. Si se vuelve a repetir, solo dime.

—Tengo una duda. —Lo miré con total atención mientras sus ojos regresaban a la normalidad.— ¿Por qué tu esencia solo está en una zona de tu cuerpo? Me refiero a por qué no se puede percibir al alejarse de ahí.

—Tuve que aprender a dejarla en un lugar específico. Aunque estos anillos me ayudan a ocultarla casi en su totalidad, esa pequeña parte tenía que estar en un lugar poco accesible, por ejemplo, mi cuello. Aunque no sea detectable a cierta distancia.

—Se supone que eso debe de ser ultra secreto. ¿Por qué me lo has dicho?

—Eres de las personas en las que más confío. —Me levanté.— Bueno, me voy a clases. —Dejé un beso en su mejilla y salí casi corriendo, ya que la clase de filosofía iba a comenzar.

Cuando el profesor se distrajo un momento, aproveché para escribir un mensaje y mandarlo a su destinatario.

Las últimas cuatro clases estuvieron bien, todo calmado, y no dejaron tarea. Al salir del salón, busqué a Anette, pero ya se había ido con su hermano, ya que la última clase no la tuvieron.

Llegué al portón de la escuela; todos los alumnos estaban yendo a sus casas. Mientras tanto, yo tenía planeado no regresar hasta la noche, ya que tenía que ir a otro lugar.

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Estuve caminando unas cuantas cuadras hasta que llegué a un callejón sin salida. No había nada más que un bote de basura, o eso parecía.

—Sé que estás aquí; puedo sentir tu presencia. ¿Qué es lo que quieres?

—Has mejorado. —Se escuchó la voz de una chica.— Cruza el portal. —Después de lo dicho, apareció el portal frente a mí.

—¿A dónde me llevará?

—Al bosque.

—¿Cómo puedo creer en ti si no puedo verte?

—Porque soy la única persona que no te miente. —¿Por qué había dicho eso? Sus palabras me hicieron dudar un poco, pero entre más pronto termine, mejor.




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