Lo primero que recibí en la mañana, fue un golpe de la mesa de noche en el dedo meñique del pie. Lo segundo, consecutivamente, fue un mensaje de Cinthia. Un largo párrafo que escogí resumir en tres simples palabras: Cafetería. Ir. Por favor.
Abrí la maleta de par en par envuelta en la toalla del hotel tras salir de una larga ducha caliente que tenia el proposito de desanudar todos los nudos de tensión en mi cuerpo. No tuve mucho exito, a mi pesar. Varias partes de mi anatomia estaban adoloridas y no supe diagnosticar el motivo. Habia demasiado ocurriendo como para acarrearselo a la falta de sueño o a la posición extraña en la que desperté. Al dejar salir el aire que retenía en mis pulmones a modo de regulacion de la ansiedad palpitante, saqué una de las prendas a juego que planifique de antemano. Odiaba levantarme y colocarme "lo primero que veía". Todo mi closet se encontraba organizado, asegurándome poder ahorrar tiempo en mañanas como esta en las que solo la mitad reptiliana de mi cerebro funcionaba. Me bañé por inercia, lavé mis dientes por inercia, cepille mi cabello por inercia, y ahora mismo, me vestía por inercia y obvia decencia pública.
Sacudi una que otra pelusa, revisé mi reflejo en el espejo una última vez y abandoné la habitación para encaminarme al ascensor. No pude evitar pensar en el manotazo que mamá plantaria en mi espalda al escucharme arrastrar mis pies y reí en simple goce. Mi celular sonó, lo que era una clara señal de que Cinthia quería asegurarse que realmente estaba de pie y en camino. La felicidad duro poquísimo. Desbloquee el celular mientras el ascensor descendía y envié un emoji de pulgar arriba. Simple y conciso. Eso sería suficiente para que mi teléfono no sonara en los próximos veinte minutos o ella quisiera empezar una charla trivial.
Murmure un par de buenos días a algunos huéspedes y trabajadores en el camino a la salida, correspondiendoles. Mi teléfono sonó de nuevo al cruzar la puerta hacia la ajetreada calle y revisé las notificaciones con temor.
Responde bien. No se siquiera si estas leyendo lo que te digo.
Seleccione la opción de marcar como leído esperando que no iniciará una ola de mensajes.
Yena, de verdad, ¿podrías decirme si leíste todo?
Mi dedo no logró llegar a la pantalla. Error. Se desató.
Yeeeeeeena. Leeme.
Y
E
N
A
¿Por qué eres así?
Escribirte a ti, es como tratar con un adulto mayor. E incluso ellos son más proactivos.
Deslicé el dedo hacia arriba en la pantalla para leer el mensaje que envió más temprano y conocer el motivo de su insistencia. Tal vez se había cancelado la reunión y yo me encontraba yendo en vano. Pude leer mal o algo así. La esperanza de evitarme todo esto me hizo más feliz de lo que debería y me obligué a alejar el sentimiento.
Lo había considerado toda la noche y conocer al prometido de Cinthia era una obligación. No es como si se tratase de la boda de una simple amiga que podía fingir no existía luego de la ceremonia. Es mi hermana. La única persona que me visitó en los cinco años pasados. Quien pasó las festividades conmigo, cumpleaños. Nunca preguntó demasiado, tampoco me apartó. Debía enfrentarlo. Apegarme al mejor de los escenarios. Puede que haya cambiado o se haya vuelto tolerable. Tal vez conoció a Dios como le ocurre a muchas alla afuera. Nunca se podía saber a ciencia cierta como era una persona luego de tanto tiempo sin cruzar palabras. Iría a la reunión, cumpliría con mi promesa y no entorpeceria el rumbo del casamiento o la vida que Cinthia había consolidado para ella. Mis vivencias pasadas eran mías y ellas no podían definir mi actual juicio.
Eso acordé conmigo misma la noche anterior.
Leí nuevamente entre la avalancha de mensajes y uno en específico de entre el resto me atrapó. Eliot te recogerá. Arrugue la nariz y toqué la pantalla para escribir.
¿Que con este tal Eliot? Puedo llegar sola.
La respuesta llegó de inmediato. Juraría que tenia respuestas predeterminas precisas o su dedo siempre estaba pegado al teclado que conocia de memoria.
Es hora pico, jamás vas a conseguir un taxi sino llevas puesto un traje que les haga saber a los conductores que se ganarán un buen dinero manejando a la zona empresarial. Eliot es un gran conductor y te llevará y te traerá a salvo.
Emití un sonido de irritación, tecleando. No se si me molestaba que tuviera razon o que me estuviera exponiendo aleatoriamente a desconocidos cada día. ¿Así sería las próximas dos semanas? Preferiría que me sacaran los cabellos de la cabeza uno a uno con una pinza.
¿Me dirías como se ve? No quiero entrar en el auto de un hombre equivocado.
Primero envío un emoji de guiño qué me hizo rodar los ojos y luego su mensaje.
Él sabe quien eres. No seas demasiado tosca. Te veo pronto.
Acompañó la oración final con dos emojis de beso que me hicieron saltar un nervio.
Coloqué mi mano libre en la cintura y di dos golpecitos con mi pie en el pavimento. Aguarde queriendo que me dijera que era un broma. Los minutos pasaron y no corrí con suerte. El celular fue a dar al fondo de mi bolsa y me crucé de brazos, esperando. ¿Que más podia hacer? ¿Huir? ¿Ignorar su petición? ¿Saltar frente a un taxi y que en el mejor de los casos compensara el susto llevándome a la cafetería? Sacudí la cabeza removiendo tales ideas absurdas. Escogí, en su lugar, observar a los transeúntes como si alguno fuera a tener escrito "Soy Eliot" en la frente.