Capítulo 5: El Teatro de las Almas

La voz resonó por las paredes del teatro subterráneo como un eco de siglos. Eden retrocedió, pero el violín negro la siguió, flotando en el aire como si reconociera su alma.

—¿Quién está hablando? —susurró Clara, aunque la pregunta ya tenía respuesta.

Liam no apartaba los ojos del escenario.

Andrew, pálido, murmuraba al leer el cuaderno: —El Corazón del Vieux Carré… no es un objeto. —¿Entonces qué es? —preguntó Clara. —Es un alma atrapada. Una promesa no cumplida.

El violín cayó de golpe sobre la silla vacía. Las cuerdas vibraron solas y una melodía suave comenzó a sonar, sin que nadie lo tocara. Los espejos del teatro proyectaron imágenes como recuerdos vivos:

—Una mujer con vestido rojo huyendo por las calles. —Un hombre que la llama entre lágrimas. —Una niña que observa desde el umbral de una iglesia… con los mismos ojos de Eden.

Clara entendió.

—Eden… estuviste aquí. Fuiste parte de esto. Pero no solo tú. Todos nosotros.

El escenario tembló.

Un portal invisible se abrió entre los espejos y una figura emergió: alta, con ropas antiguas y ojos dorados. Llevaba una máscara de músico veneciano. Su voz era la misma que antes.

—He esperado generaciones para que regresaran los tres. Para terminar la obra que dejaron incompleta.

—¿Qué quieres? —preguntó Liam, firme.

La figura alzó una mano.

—Quiero que toquen. Que recuerden. Que elijan… qué historia merece renacer.

Y con un gesto de dedos, los tres cayeron de rodillas, ahogados por una ola de recuerdos que no eran suyos… pero que, de pronto, dolían como si siempre les hubieran pertenecido.