A Las Flores Les Gusta El Silencio

❈T R E S❈

╔═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╗

≪❈ E N E R O ❈≫

╚═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╝

Levantó la cabeza del retrete con los ojos cristalinos y no había vomitado de esa forma y ella solía embriagarse desde los quince a escondidas de su madre, después con su madre y ahora solo salía de la facultad, compraba una cerveza y caminaba hasta su departamento o el departamento de su exnovio o casa de algún compañero.

Durante un tiempo, Emily pensó que tenía serios problemas con el alcohol, pero luego de un tiempo dejó de pensarlo. La universidad la ocupaba lo suficiente para dejar de beber casi por completo, al menos entre semana. No podía estar una semana más ignorando los vómitos, mareos y ganas de comer cosas extrañas a cada minuto.

A las dos, a las tres, a las cuatro, a las cuatro y media y finalmente a las cinco de la tarde, tratando de contactar con Milo, cuando recibió la notificación de una aplicación para recordar su periodo, sintió las alarmas de su cuerpo encenderse, aunque había olvidado la última vez que tuvieron relaciones, estaba segura de que había sido antes de ella irse a pasar Navidad y Año Nuevo con su familia.

Emily había estado intentando contactar con Milo durante toda la semana. No podía dejar de pensar en él, pero no sabía si dejar de insistir o comenzar a pensar de nuevo.

Milán:

Tu cerebro se ha ido de sabático Mely.

A pesar de que la hizo sonreír, no respondió, dejó el teléfono junto a su cabeza de nuevo observando la prueba de embarazo. No era su mayor miedo, pero no era lo que quería.

La pantalla se volvió a activar con otro mensaje.

Milán:

MIRA HIJA DE TU PUTA MADRE O LE DICES O LE QUEMO EL COCHE.

Y NO LA CARRIOLA QUE TE DEBE COMPRAR PARA ESA DESGRACIA.

Que vivo cerca, eh.

Emily:

No es nada seguro, pueden ser solo mareos.

 

Milán:

Los niños dan mareos.

Decidió ignorar su llamada por media hora, soltando una pequeña risa cada que revisaba un nuevo mensaje, no sabía cómo alguien podía insultar en tantas maneras, pero Milán sorprendía cada que abría la boca, era de los pocos que hablaban español en su universidad y quien terminó de acoplarla en muchos grupos, solía contarle muchas cosas primero que a Alex justo por la razón de que actuaba alterado y bajo.

Después de una crisis ansiosa grupal, la conciencia iba a ser aconsejada o a quien le resuelva la vida, como en muchas ocasiones. Además, era su hermano, no podía decirle: Creo que estoy embarazada. Y, después de colgar, esperó a que el bebé desapareciera mágicamente o Milo se hiciera cargo de eso, ambos eran lo suficientemente irresponsables como para ser padres, Emily era negativa y positiva, ese punto intermedio la estaba jodiendo. 

Comenzó a pensar, desde la vulnerabilidad de su mente, que esa sería una excusa suficiente para volver con Milo. Pensó que, tal vez, la idea de ser padres le reviviera ese amor que haya sentido por ella y querer darle a ese niño el padre que para él no estuvo presente. Cuando planeaban tener una familia, solía quejarse de sus padres y jurar que les daría a sus hijos esa familia estable que no le dieron, todo lo que Emily tenía a pesar de que sus padres se habían divorciado nunca tuvo que pasar ese trauma de manipulación emocional por ambas partes. Emily eligió quedarse con su padre y su madre la visitaba, salía con ella y observó por años cómo ambos podían quedar.

Milo y Alex no tuvieron eso, solo recuerdan a su padre diciéndoles que su madre era una histérica y que si se iban con ella se iba a suicidar o los dejaría de ver. Por otro lado, ella se encargaba de recalcarles que él le había sido infiel y que estarían juntos de no ser por su culpa. En cualquier caso, decidieron enviarlos a un internado, cuando la enfermedad de Alex se hizo presente no tuvieron de otra más que regresarla y dejarla con la familia de Emily. 

Eso, junto con los malos padres que fueron, el divorcio, los abogados, los periodistas fuera de sus puertas el año y medio que duro la lucha por la división de bienes y las trabajadoras sociales presionándolos para que decidieran con quien irse lo más pronto posible, hizo de Alex alguien excesivamente fría, manipuladora y calculadora, era dulce. La dulzura se perdía en medio del desastre que podían causar sus palabras, y Milo era alguien inseguro de sus propias decisiones, alguien que prefería culpar a todos para no sentirse culpable de nuevo. 

Emily no pudo seguir pensando que volvería por un embarazo debido a esto. Cedió ante la duda y la ansiedad, tomó la caja con la prueba y se dirigió al baño esperando estar equivocada. Esperó que su crisis y la de Milán fuesen solo eso.

Sus ojos se enrojecieron cuando observó la segunda línea en la prueba de embarazo y todos los temores se le fueron encima. No quería darle la razón a su amigo y, aun así, estaba sucediendo. Sentía su espalda pesada mientras sus rodillas chocaban con el inodoro y se sentaba contra la pequeña puerta observando la ducha sobre su cabeza. De solo ver el pequeño baño el pánico aumento, ¿qué haría con ese niño? 

Estaba convencida de que, si su madre o sus hermanos se enteraban, eran capaces de encerrarla para que no se deshiciera del niño.

O eso pensaba, eso creía y quizá en el fondo así lo recordaba.

Cuando la llamada fue desviada de nuevo, finalmente rompió a llorar. Se cubrió el rostro, queriendo desaparecer. No sabía dónde ni a qué hora, pero un niño era un obstáculo en su vida, y eso lo tenía más que claro. ¿Qué haría en la universidad? ¿Cómo buscaría un empleo en ese estado? Nunca había visto a un hijo como un estorbo, pero en aquel momento, para ella, lo era. No tenía más remedio, marcó el número de Alex, quien, a diferencia de su hermano, contestó enseguida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.