A las puertas del fin

Capítulo l

El destino está predicho

Un sitio con paredes y pisos relucientes, varios artículos, muchos reconocidos cómo obras de arte adornaban el lugar, alrededor uno que otro florero mantenian con vida hermosas flores de varias especies que daban una vibra amena al lugar o por lo menos eso se percibía en la recepción de esa gran compañía. Inusualmente este estaba alejado de la realidad descrita en varios documentos en el mundo entero.

Unos salones más adelante una cafetera estaba prendida desde hace ratos, alguien preparaba un delicioso y aromático café que desprendía de su interior un olor agradable que se esparcía por todas las habitaciones, mientras dejaba leves caricias en el olfato de los que estuvieran a su paso. Mas al fondo, los empleados de la compañía se preparaban para la junta a la que fueron convocados. Todos con trajes elegantes y finos de un color negro radiante, distinguidos solo por pequeños toques femeninos que les habían dado las mujeres a los suyos.

Un hombre de aspecto longevo, que recostado en un sillón intentaba descansar antes de comenzar su labor diaria que auguraba sería muy intenso, tomo la palabra después de escuchar por varios minutos la discusión que tenían sus compañeros sobre la llegada de un nuevo empleado a las filas de la compañía, a causa del retiro de uno de los empleados más viejos.

— No se les ocurra siquiera pensar que yo voy hacer esa tarea. Estos días he estado yendo y viniendo, de aquí para allá, todo a sido abrumador que cualquier esfuerzo extra terminaría por extingirme de este mundo.

De por sí, los días en esta época habían sido duros para todos, nadie estaba dispuesto a tomar otro problema extra, no solo suspender sus labores mientras le enseñaban todo lo del trabajo al nuevo empleado era un inconveniente, sino que tener que recorrer sección por sección todos los salones de la compañía era aún más agobiante.

— No eres el único que a sufrido estragos en el trabajo, todos, absolutamente todos en este lugar han sufrido estos días, ¿ Por qué tendríamos que considerarte?

Indignada protesto una de las mujeres, pues le parecía injusto que alguno quisiera aprovecharse de su antiguedad en la empresa. Si la mirada del viejo hubiesen sido balas este la hubiera traspasado por completo, sus ojos mostraban enojo, mientras retorcía la boca en una clara forma de contener la ira por lo que acababa de decir la mujer.

— Estos mocosos cada vez más irrespetuosos, ¿No piensan considerar mi vejez? Reconozco a cada uno de ustedes y recuerdo la fecha exacta en la que entraron aquí, fui yo el que me encargué de enseñarles como hacer las cosas bien aquí, ni siquiera puedo contar el tiempo en el que estás paredes han escuchado mi voz.

Dijo furioso mientras movía las manos como espadas apuntando a todo el que estuviera enfrente de él.

— ¿ Seguirán siendo deconsiderados? Es cierto que está apariencia jovial y alegre aún me hagan ver tan bien pero eso es solamente eso, un físico hermoso y ya.

Ese discurso conmovió a más de alguno, que estuvieron a punto de considerar tal vez darle un trato especial por haber trabajado muy duro durante años, estuvo a punto de lograrlo sino hubiese sido por esa última estrofa, que ser tan engreído sonó que hizo que uno que otro por ahí soltará la risa en tono de burla, mientras la mujer lo veía con ironía.

— Soy mucho más vieja que tú y apesar de todo, no puedo negarme hacer mi trabajo, tengo que hacerlo como la empleada de este sitio, es mi responsabilidad.

Dijo una veterana más de la compañía, quien había escuchado todo mientras repartía con una charola en manos el café que preparo hace un rato.

— Lo mejor que podemos hacer es darle está tarea a la persona que estaba destinada a hacerlo, así que encontremoslo de la manera más justa posible.

Todos en el salón aprobaron de inmediato la idea de la veterana, quien era muy querida y respetada por ser una mujer equitativa e integra en todo momento. Cuando termino de servir a todo el mundo, saco de un escritorio cercano varios papeles con dobleces en el medio.

— Entonces, ya saben la dinámica, cojan un papelito, que el resto el destino decidirá. Esta tarea llegara a la persona indicada.

En cuestión de minutos todos se apilaron en el escritorio, cada uno tomo un papelito y regreso a su lugar deseosos de no ser elegidos. Cuando la orden de abrir los papeles se dió, los gritos de triunfo y euforia de varios que no fueron elegidos se escuchó por todo el salón, una queja frustrada rompió todo el ambiente. La mujer que peleó hace un rato con el viejo había sido elegida, unas risas burlonas se escucharon de lejos, pero estas se ahogaron casi de inmediato cuando está volteo a ver con ira y disgusto.

— ¡Esto es justicia divina!

Dijo el viejo mientras salía del salón con una sonrisa de oreja a oreja, en tanto que la mujer se consumía en cólera por la burla ganada y mala suerte de ese día. La veterana agradeció la asistencia de todos y cuando estuvo a punto de terminar la sesión la mujer se acercó a ella.

— ¿No habrá alguna forma de que pueda rechazar esta tarea? En serio señora, tengo demasiado trabajo que esto va a retrasarme mucho.

Se excusó mostrando un rostro afligido, como queriendo persuadir los sentimientos de la veterana.

— ¡No te preocupes! Todo sobre tu trabajo, absolutamente todo lo que te corresponde hacerse va a repartirse a cada uno de los que estamos aquí, solo mientras educas al nuevo empleado, claro. Así que cuando termines puedes ir y descansar.

Le dijo sonriente, intentando convencerla.

— ayyy no por favor, ¿usted no podría darle está tarea a alguien más? En realidad, no lo había dicho, pero yo disfruto hacer mucho mi trabajo, el sentido del deber es tan fuerte que no me permitirá dejar de hacer lo que me corresponde y a lo que fui contratada.




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