(Martes)
La noche comenzó a caer, veía el atardecer desde mi gran ventana, hoy era martes, eso solo significaba algo, iría a andar por las calles en mi moto, y si, aún no estoy en edad de conducir, pero es algo que me apasiona y que además hago a escondidas de mi padre, contraté a alguien para que me enseñara, y ahí aprendí, conozco el horario nocturno y sé que los martes nunca suelen salir policías, así que no me metería en problemas.
Me fui a mi cuarto, y apagué las luces, tenía que esperar una hora exacta para salir hacia el patio trasero del castillo, mientras tanto, me vestí y esperé la hora mientras acomodaba almohadas y las desordenaba, así si alguien entraba pensarían que estaba en alguna parte del castillo, siempre funciona.
La hora llegó, me puse mis guantes y salí hacia el patio trasero, caminé un poco y llegué a donde guardo mi moto, me puse mi casco y salí por el césped, hacia una carretera diferente.
Fui hacia el centro de la ciudad pasando una larga autovía a gran velocidad, eso me erizaba la piel, me daba energía y emoción, estaba yendo hacia el centro de Francia, iba todo normal, de repente, tuve que frenar en seco, toda mi adrenalina se esfumó, una chica, que al parecer también tenía una moto, pues traía un casco es sus manos y unos guantes, estaba pasando la calle, casi la aplasto.
-¡mirar al frente no está mal!- Refunfuñó ella, mirándome fijamente a los ojos.- idiota, mi ha quasi schiacciato.- susurró y de inmediato noté que no era francés lo que estaba hablando.
-Hey, dulzura, solo me despisté, lo siento.- Dije mientras la veía a los ojos, es obvio que se había molestado.
-No me digas dulzura, maldito niño mimado y torpe.-dijo señalándome con el dedo, no pude evitar reír al verla decirme eso, ella solo masculló algún insulto en italiano mientras seguía viéndome.
-¿no tenías un mejor apodo?-Pregunté mientras mis ojos se achican por mi sonrisa
-cállate, solo vete.- dijo, comenzando a retomar su camino, aun viéndome.
-como digas, dulzura.
Retomé mi ruta, dejando atrás a esa chica, que a decir verdad, me dio ternura verla enojada, era pequeña, muy pequeña, tal vez me llegue más abajo de los hombros.
Continué paseando en mi moto y me detuve en un parque, era un parque en el que habían muchos gatos callejeros, iba para alimentarlos algunos miércoles en las noches, aunque unos empleados del palacio vienen todos los días, era una orden mía. Desde que murió mi madre, siempre vengo a alimentarlos, es como rendirle un homenaje a ella, pues ella solía hacer tales cosas como estas, mi madre era la mejor, de eso no cabía duda, a ella la adoraba toda Francia por las cosas que hacía por los demás, por como era de humilde y amable con todos sin importar nada, ella era un sol en medio de toda la oscuridad del castillo, en medio de mi padre, el que es todo lo contrario a ella en prácticamente todos los sentidos.
Me acerqué a los gatos, ellos me reconocen desde un instante y acaricio a unos cuantos, los cuales ronronean a mi tacto. Una vez que termino me voy del parque, decido recorrer la Francia nocturna, que no es nada agradable para mis ojos.
Fiestas, fiestas, y más fiestas...es lo único que puedo ver en este momento.
Volví hacia el palacio en la misma ruta, al llegar me acomodé en mi cama, llegué justo antes de que Elizabeth viniera a ojearme, cuando llegó al cuarto yo ya estaba recostado, estaba leyendo un libro de arte que tenía en mi cuarto, era la doceava vez que lo leía.
-Andreus, ¿sigue despierto?- pronunció ella con un ligero toque de preocupación, no le gusta verme despierto a estas horas.
-sí, aún no me he dormido-
La vi sonreír y luego se acercó a mí.
-tenga más cuidado cuando salga Andreus, lo escuché andar por el palacio, y lo vi, venía de alguna parte- Me congelé en ese momento.-
-¿cómo?…- mi pregunta fue vacilante.
-Sí, Andreus, lo escuché- repitió mientras seguía viéndome.
Me congelé en ese momento, aunque sabía que Elizabeth no sería de esas personas, el miedo que me da de que ella llegue a decirle a alguien más sigue presente.
-¿Le dirá a alguien más?- pregunté con cautela mientras la veía muy atentamente. Ella solo sonrió.
-No, no se preocupe, Andreus, no sabrá nadie, me hubieses dicho, te hubiera ayudado- dijo y rio suavemente, no pude evitar esbozar una sonrisa ante esto.-
-Elizabeth, gracias por decírmelo… realmente pensé que le dirías a alguien más…-
-No es nada cariño, la próxima vez me avisas, y no. Jamás le contaría a alguien más cosas que tú no quieres que cuente.- dijo, acunando mi rostro en sus suaves manos.
-lo haré la próxima vez Elizabeth, lo prometo.- dije, sonriendo cálidamente mientras observaba a Elizabeth, ella es una persona mucho mayor que yo, lleva mucho tiempo en el palacio, y en todo ese tiempo, se ganó todo mi cariño.
-Está bien cariño, descansa.-dijo y se fue hacia la puerta, pero rápidamente la volví a llamar.
-¿Elizabeth?- la llamé, deteniéndola.
-¿Sí?- Respondió Elizabeth, volviéndose hacia mí.-
-Gracias por entenderme.-Dije con sinceridad, con mi mirada llena de afecto.
-Siempre, cariño.- respondió ella sonriendo y volvió hacia la puerta.
-Elizabeth, espera- Dije, levantándome y caminando hacia ella.
-¿Sí, Andreus? -preguntó con una ceja levantada mientras me miraba, un atisbo de curiosidad en su expresión.
-Quería pedirte un favor, -dije, sintiendo que debía ser honesto con ella. -No tengo muchas personas en las que confío en este mundo, y tú eres una de ellas.
Elizabeth inclinó la cabeza, mostrando interés.
-¿Qué necesitas? -preguntó con suavidad.
-Quiero que me mantengas al tanto de cualquier cosa sospechosa que veas o escuches. En el palacio hay mucha intriga y no puedo permitirme caer en ninguna trampa.
Ella asintió con seriedad.
-Entiendo. Prometo estar atenta. Si escucho algo, te avisaré de inmediato. -dijo, su tono ahora es más firme.