A Letras De Ti

CAPÍTULO 8

Jueves

(capítulo algo corto)

Si me pagaran por pensar en mil y una formas de acabar las clases, ya hubiese comprado mi país diez veces.

Se supone que el trabajo era en parejas, pero Itzel me mandó a la mierda una hora antes porque no le dije si prefería Coca—Cola o Fanta, me dijo antipático y mil insultos más, pero me da igual, no entiendo por qué me dejo insultar de ella, si hubiese sido cualquier otra persona hubiera respondido, pero de ella simplemente me dejo… Creo que es masoquismo, creo…

Itzel pidió hacer el trabajo por partes, y el profesor aceptó a su pedido, por lo que me encontraba sin decirle ni una palabra y simplemente escribiendo en mi libreta, pero no podía evitar dirigir mi mirada en algunas ocasiones a sus ojos amielados, estaban llenos de irritación, pero brillaban muy lindo…

—¿Qué me miras?, ¿Te gusto o qué?—Dijo, yo no aparté mi mirada de ella, al contrario, además aproveché para poder hacerla irritar, según yo.

—Tal vez, pero es algo que solo yo sabré— pensaba que se iba a enojar, pero, en cambio…

La cara de Itzel comenzó a ruborizarse y apartó su mirada de mí, escondiendo su rostro con su cabello, yo la seguía viendo, dándome cuenta de todo
—¿Por qué tan roja, cerecita?— Itzel volvió a verme

—¿Por qué ese apodo?— Indagó, manteniendo sus rojas mejillas ocultas en sus brazos, pero viéndome

—Porque eres pequeña, además que con el rojo de tus mejillas pareces una cerecita.— Dije, ella rodó los ojos, pero sonrió por un momento.

—imbécil.— Masculló entre dientes, girando su cabeza hacia otro lado.

Las clases habían continuado con tranquilidad, y estábamos en el recreo, fui al baño, como cualquier persona haría, pero me causó curiosidad el hecho de que Itzel pasara rápidamente al baño de mujeres con sus mejillas rojas y húmedas, claramente estuvo llorando, pero claro, no soy nadie para entrar en el baño y preguntarle que le pasó.

Al salir del baño dirigí mi mirada hacia el baño de mujeres, notando que estaba lavando su cara, no tengo idea de que le pasó, pero estoy bastante seguro de que no lloraría por cualquier estupidez.

Caminé por los pasillos, en el instituto ahora solo soy alguien más, otro estudiante cualquiera, y me gusta eso, porque detestaría que por donde pase me tengan que hacer una reverencia o algo por el estilo.

ITZEL ARTEAGA

Estoy llorando en el baño y me di cuenta de que Andreus me estuvo viendo.

Y la verdad no me molesta que lo haga, a fin de cuentas cualquiera puede llorar cuando se le dé la gana, es algo completamente normal.

Pero lo que no me gusta es tener que aguantarme al imbécil de Sebastián, que como su madre no lo quiere en casa, tiene que venir a burlarse de cualquier mujer que se encuentre en frente. Y claro, como esta vez tuve la mala suerte, se metió conmigo, y no lo evité, le di un buen golpe, debe de estar en enfermería. Y yo aquí, en el baño, parezco una cereza con este rojo en mis mejillas.

¿Acabo de decir cereza?

Joder, lo último que deseo ahora es recordar ese apodo, que no lo puedo negar, si no fuese porque me molesté por una idiotez, me hubiese gustado.

Ahora iré al salón, con la poca esperanza de que no me llamen de dirección, porque no me gusta ir, casi siempre voy por lo mismo.

Tengo que dejar un poco la agresividad.

—También pienso lo mismo.— Me espanté de inmediato al oír la voz de Andreus, que estaba justo a mi lado.

—¿Lo dije en voz alta?— Dije, pero luego caí en cuenta de donde estaba metido este imbécil.— ¿Por qué estás en el baño de las chicas.?— Se encogió de hombros.
—No es de todos los días ver una cereza llorando.— Esta vez no lo soporté y le di un golpe en el brazo. Él solo sonrió.

—¿Por qué eres tan irritante?—

—No lo sé, a mi parecer eres tú, que eres intolerante a mí.—

—Oh, vamos, porque crees que no te tolero.— Dije, tratando de ocultar mi nerviosismo en la situación, pues sí, ese chico me pone nerviosa.

—No lo sé, supongo que no puedes con mi belleza.— Dijo y comenzó a acercarse a mí, tomándome sutilmente de la mandíbula y acercándome a él, secando mis lágrimas con sus dedos.— Ahora dime, ¿a qué se debe tu llanto.?—

Dudé por un momento el decirle o no, pero la verdad es que no tenía nada que perder con decirlo

—Sebastián, se cree mucho por meterse con cualquier mujer que encuentre en su camino.— Su mandíbula se tensó.

—Ya he oído algunas veces de él, y la verdad es que no me agrada ni un poco la idea de que se meta contigo, mucho menos que te haga llorar. Desearía poder hacer algo al respecto— dijo y sus oscuros ojos brillaron.

Me sorprendí al oír esto, pero mantuve la calma, simplemente me quedé viéndolo en silencio, muda por sus palabras, y también por sus acciones.

—Y que piensas hacer, solo eres un estudiante más.— Andreus sonrió y no apartó su mirada de mí.

—Para todos soy un estudiante más, pero para ti, soy el príncipe de Francia, y no permitiré que él se meta contigo cada vez que quiera, tampoco que sea el causante de tu llanto, podrás no soportarme, pero no permitiré que esto pase otra vez.—

Sentí mis mejillas arder, pero agradecí al cielo el rubor que ya tenía por mi llanto, que lo camufló perfectamente.

—Andreus, no es necesario… de verdad—

—Claro que lo es, Itzel, no es de agrado verte llorar por ese tonto, me parece completamente injusto.— Se quedó en silencio, observándome, suspiró y continuó— Sé que le golpeaste, quiero que cuando vengan por ti digas que yo estuve ahí.

Me congelé, ¿que lo lleve conmigo?

—Pero, ¿qué vas a hacer ahí?, solo te meterás en problemas— Negó con suavidad y una suave sonrisa se formó en sus labios.

—Recuerda quién soy.— soltó su agarre en mi mandíbula— Soy el príncipe, cerecita. Con unas pocas palabras podría hacer que lo expulsen.— se quedó mirándome por un momento más y finalmente se fue del baño.



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En el texto hay: humor, realeza, bikers

Editado: 22.01.2025

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