A Letras De Ti

CAPÍTULO 9

MIÉRCOLES

ITZEL ARTEAGA

La vida se encarga de ponernos retos, y conmigo, al parecer, se pasó de la raya.

—¡Itzel, por favor, entiende de una maldita vez que solo quiero cuidarte!—

El grito de Richard resonó en el departamento, sí, otra vez estaba discutiendo porque, según él, yo pienso que Andreus me va a proteger solo por ser de clase baja. Y a decir verdad, me estoy hartando.

— Pues no lo parece—. Respondí en un tono fuerte y tajante, observando desafiante a Richard.— No puedes venir aquí y hablar mierda de una persona solo por celos.— Su mirada se oscureció.

— Celos, dices.— comenzó a caminar hacia mí, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, estaba asustándome el hecho de que mi amigo bebiera un trago.— No tengo por qué sentir celos, sé que él no te elegiría entre tantas personas, créeme, estoy seguro de que ya estará con alguna otra princesa— Atacó Richard con una voz arrogante.

Y como todo tiene su límite, mi paciencia acabó de llegar a este.

—¿Por qué carajo piensas en temas amorosos?, joder, es un chico, ¿Acaso no lo recuerdas?

—Lo recuerdo perfectamente —. Gritó— Por eso te lo digo, Itzel.
— No, tú no sabes lo que dices, no sabes ni el porqué demonios estás peleándote conmigo, en mi casa.— una risa sarcástica escapó de sus labios

—¿Tu casa?

Me mantuve firme y asentí. — Sí, mi casa, ¿algún problema con eso?, porque te recuerdo que fue con mi dinero que compramos este lugar, y te recuerdo a quien pertenece…

— ¡Cállate de una maldita vez, mujer!— Gritó Richard de manera bastante agresiva y golpeó una mesa cercana, la ira se me subió al cerebro cuando el imbécil me calló, por lo que una bofetada terminó en la mejilla del castaño.

— No te atrevas a volverme a gritar así, Richard Pierre, o te juro por lo más sagrado que te arrepentirás de esto. No pienso aguantarte más así.

Algo que tuve que maldecir y detestar en ese momento fue mi altura y el hecho de que gracias a ella Ríchard me pudo acorralar contra una pared demasiado rápido, apretando su agarre en mi mandíbula de manera fuerte, tan fuerte que me dolía, y podía sentir incluso sus uñas comenzando a clavarse en mi piel.

— ¿Me estás amenazando?, no eres capaz, siempre tendrás que necesitarme, Itzel, y tú lo sabes.— Su voz salió con un toque de frustración y desespero, y sus ojos azules estaban clavados en mí.

— Suéltame. En. Este. Maldito. Instante. Pierre. — No lo podía negar, estaba asustada por la agresividad de Richard, y tenía miedo de que me lastimase peor.

— No lo haré, no hasta que me digas que todo está bien, y que no serás capaz de hacerme nada.— Su agarre en mi mandíbula se apretó, haciéndome gemir de dolor.

Suspiré, sintiendo mis ojos cristalizarse, pero no iba a llorar, no en frente de él, observé con agilidad la situación, y sabía en donde golpear para quitármelo de encima. Y con un fuerte golpe en su entrepierna, Richard se alejó de mí con un siseo de dolor.

— Lo único que te voy a decir es que te largues de mi casa en este maldito momento o te juro llamaré a la policía de una puta vez.

Richard, con el dolor presente, me miró incrédulo

—¿Lo estás diciendo en serio?—

—¡Claro que lo hago, mierda!—. Grité alterada, mirando al castaño, quien parecía arrepentirse— ¡Te dije que te largues, no te quiero ver!

—Itzel… Por favor, piensa lo que dices, no sabes lo que dices— Su voz se quebró, pero mi ira era más fuerte.

—No, ya pensé muy bien, Richard, no es la primera vez que me haces esto, y no pienso terminar con un cuchillo en la garganta gracias a tu descontrol en el alcohol y tu furia—. Pronuncié, bajando mi mirada— Ahora, lárgate de una buena vez y no vuelvas hasta que aprendas de tus errores.

Los ojos de Richard se cristalizaron y su mirada seguía en la mía, como si hasta ahora hubiese caído en cuenta de lo que sus actos hacían.

—Itzel…— La voz de Richard se quebró y sentí un dolor en el pecho, pero no iba a caer bajo.

—Vete, vete ahora.

Richard estaba viéndome, pero finalmente accedió y se dio vuelta, dirigiéndose a su habitación a buscar sus cosas, no tardó mucho, seguramente no puso casi nada en su mochila, pero ya estaba llorando

—No tienes que hacerme esto, Itzel…— Su voz sonó como un simple susurro, quería que lo dejara quedarse otra vez, pero no, no lo haré.

—Si lo tengo que hacer, Richard. Vete.—. Repetí, mirando al que hasta ahora fue mi mejor amigo, el cual, con lágrimas en sus ojos, dio media vuelta y salió de la casa, incluso dejó sus llaves dentro, no volvería.

Y como la fuerza no dura mucho más, me senté en la silla que estaba cercana a mí y comencé a llorar, me dolía alejarlo de mí por más que fuese necesario, crecimos juntos, compartimos muchos momentos lindos, no creí que fuese capaz de hacer esto, pero también me sentía muy molesta…

Con mis ojos llorosos subí por las escaleras hacia mi habitación, la costumbre que tengo de ver si mis ojos se hinchan o no, hoy me jugó una mala pasada al ver mi rostro.

Ahogué un grito al ver el moretón en mi mandíbula y mejilla debido al agarre de Richard, mierda, esto iba a tardar en sanar, pues también habían ligeros rasguños de sus uñas cuando se clavaron en mí.

No suelo usar maquillaje, por lo que no tengo bases, estoy jodida, mañana tengo que ir al instituto sí o sí. Estoy jodida, otra vez.

ANDREUS MOGUER

—Ya te dije que no pienso responder a tu pregunta, Theo—. Dije, dejando claro mi nerviosismo ante su insistencia.

—Por favor— Rio Theodore—, solo sé sincero; es claro que te gusta esa mujer.

Joder, ya me tiene harto, lleva una hora con el mismo maldito tema, preguntándome si me gusta Itzel, pero por más que le explique que la dejo hacerme todo eso por masoquismo, solo se ríe y niega. Como si fuese un hombre de 55 años escuchándome.

—Andreus ¿qué más da decirlo?, vamos, que no soy tu padre ni nada por el estilo— Dijo el rubio—, además, es muy obvio, ¿no ves como te brillan los ojos solo con decir la mínima cosa de ella?



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En el texto hay: humor, realeza, bikers

Editado: 22.01.2025

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