A Letras De Ti

CAPÍTULO 11

MARTES POR LA TARDE

—¿cuánto crees que tardará el viaje?— indagué mientras metía algunos polos en mi maleta.

— Supongo que menos de un mes— Dijo Joel con calma; lo había llamado para que me trajese algún libro o varios para leer, pero terminé diciéndole al menos 30 veces que no quería ir, como si esto cambiase algo—. ¿De qué quieres leer?
— No lo sé, lo que sea, menos cuidado personal, ahora no lo necesito.
— Tal vez sí que lo necesites. — Le lancé una mirada fulminante, carraspeó la garganta antes de hablar nuevamente— Me refiero, no sabes lo que necesitas hasta que llega a ti.

— Sí, lo sé; pero no sé que va a llegar a mí sin que lo necesite…
— Tal vez el amor, la traición…

— No lo creo, quizá una de esas dos.— Sonreí al recordar lo que hace un par de días admití que el amor había llegado.

Joel solo negó con la cabeza, sonriendo. — Como usted lo diga, Andreus; iré a buscarle un par de libros.

— Gracias, Joel.

La verdad no quiero ir, y ya sé que me paso de tanto repetirlo, pero la pasaré muy mal estando junto a ella. Tendré que ser sincero desde el inicio y aclararle todas las cosas cuando la vea, porque no estoy dispuesto a forzar mi amor por alguien que no despierta ese sentimiento en mí.

No puedo pensar cuando no estoy con ella cosas estúpidas y cuando esté con ella darle unas falsas palabras de amor, porque eso no es amor, eso es una simple falsedad que no estoy dispuesto a hacerle pasar, no haré sufrir a alguien que no merece sufrir, no soy un idiota.

MIÉRCOLES POR LA MAÑANA

— Sigo pensando que te resfrías muy rápido— Seguía sonriendo como un idiota mientras veía a Itzel, quien estaba ya sin el cubrebocas.

Aunque tenía una pequeña marca en su mandíbula, claro que la noté, he visto su cara tantas veces que puedo jurar conocerle cada parte. Excepto sus ojos, no habrá nadie que le encuentre color a sus ojos, pues a veces son verdes, otras veces marrones, pero esto solo la hace más hermosa.

— No lo creo, solo fue un descuido porque no me tomé mi vitamina c— Su confianza para hablar es maravillosa, estoy seguro de que si ella me mintiese no lo notaría. Bueno, el amor es ciego. <<Para ya de amor, Andreus>>

— Claro, como digas, cerecita.
— Hace días no escuchaba ese apodo, me hacía falta. — Me quedé viéndola y sonreí

— ¿Extrañaste mi apodo?— su rostro se sonrojó

— No, no es eso, solamente me extrañaba que no lo habías dicho antes.

Reí— No mientas, cerecita, solo di que extrañabas como te trato.—

— En tus sueños.

— En mis sueños sí me dices esto, y mucho más.— un golpe terminó en mi brazo. — ¡Ouch!, ¿por qué?
— Por descarado — Dijo y su carita estaba roja, carajo, su sonrisa y su carita roja me volverían loco en cualquier momento, ¿por qué es tan linda?
— Bien, bien. Lo siento, cerecita.

— No sabría si perdonarte.— Se cruzó de brazos con una sonrisa disimulada
Fingí una cara de lástima y me tomé el atrevimiento de acunar su mejilla con una mano.
— ¿Y por qué no?, yo a ti te he perdonado.
— ¿De qué?
— De estar siempre en mi mente.

*

*

*

*

ITZEL ARTEAGA

No sé por qué carajos terminé en el último rincón del instituto con Andreus, pero no me incomoda en lo absoluto.

Estaba haciéndome reír con algunas estupideces, y estábamos comiendo algo juntos, mientras yo mordía un poco de mi sandwich Andreus me habló

— ¿Me extrañarías si mee voy por un tiempo?— lo miré, él ya lo estaba haciendo.
Vacilé mi respuesta, pues la verdad sí lo extrañaría.

— Tal vez, ¿por qué?— Andreus suspiró
— Porque el viernes me iré a Italia por un tiempo— Por alguna razón, sentí un pinchazo en mi pecho, como si me doliese tenerlo lejos.
— ¿De verdad?— Asintió—, ¿Pero vuelves?— Volvió a asentir— ¿ Y si…
— Tranquila, voy a volver, no te preocupes. No me voy a morir…— Andreus acunó mi rostro entre sus manos, realmente amo cuando hace esto.
Suspiré, notando que sonrió, ya me iba a molestar nuevamente— Sí, me descubriste, Andreus, te voy a echar de menos.— sonrió más ampliamente

— Ya lo sé, cerecita— Se quedó callado un momento y su mirada se apartó de mis ojos para posarse en mis labios; la cercanía nos afecta.

Se apartó un poco, pero sin dejar de sostener mi rostro en sus manos. Tengo que dejar de acostumbrarme a sus caricias

—¿cuánto crees que tardarás?— pregunté, aligerando un poco el ambiente.

— No creo que tarde más de un mes.

Me quedé en silencio, pero por más que traté de mantenerlo, las palabras salieron solas

— Soy de Italia, ¿Lo sabías?— Se calló mirándome fijamente
— Sí, lo sabía.— Me quedé sorprendida, pues lo dijo como si me acabase de decir algo que sabe más de la cuenta.
— Oh, ¿cómo lo sabías?
— Larga historia…— Arqueé una ceja, aunque no pregunté nada, no quiero volver esto más tenso.
— Eres algo metiche, ¿no lo crees?— me burlé finalmente mientras una sonrisa se formó en mis labios viendo a Andreus.
— Solo contigo, cerecita— Suspiré
— Carajo, ¿todo lo que haces es solo conmigo?
— Hay muchas cosas que no pensé hacer y las hice solo contigo; como por ejemplo, estar contigo mientras te comes un pan.— Reí.

— Mimado…

— ¿Sí?
— Te quiero.

Nota de la autora:

Este capítulo está corto, lo sé, pero es la primera parte del capítulo, tómenlo como regalo de san Valentín JAJAJJA. La próxima actualización trataré de subir tres capítulos, chauu.



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En el texto hay: humor, romace, romance drama

Editado: 20.02.2025

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